Salí de casa deambulando en la calle, necesitaba respirar aire fresco, mirar las estrellas intentando contar cada una de ellas, dándoles un nombre diferente a lo que realmente era cada constelación. Hasta el sonido del motor de los automóviles era más tranquilo que todo el caos que estaba experimentando en casa, se que tome una decisión apresurada, no es que he dejado de amarla, solo que no sabía que mi vida iba a cambiar de esa forma, muchas responsabilidades, ella me pide a cada rato que cambie mis hábitos, ya no es como antes que se reía de mi cuando dejaba los calzoncillos tirados a un lado de la cama. A veces me siento frustrado por la vida que estamos viviendo, los padres de ella aun no me aceptan del todo, conseguir un trabajo decente cada día es más difícil, las grandes empresas solo quieren personas profesionales que hayan vivido de esclavo en una universidad, hayan hecho maestrías y doctorados, mientras que yo simplemente me dedicaba a la carpintería y al arte.

Mientras caminaba por la calle evitando el humo caliente de las alcantarillas, podía aun recordar el primer día que la conocí, estábamos en una fiesta de unas amistades mutuas, su mejor amigo resulto ser el novio de mi hermana. Cuando la vi de lejos supe que ella seria la madre de mis hijos, una chica pelirroja con pecas en el rostro, era lo que más me atraía de ella, ese aroma exquisito a rosas le resaltaba lo delicado de su piel, para mí era la chica perfecta solo que con el tiempo me di cuenta que era perfecta con padres muy exigentes, nada más se podía esperar de una familia adinerada. No puedo negar que ella me ame, el hecho que haya dejado su casa e ir en contra de su familia quienes querían que ella se casara con alguien más profesional y adinerado, habla muy bien de su ser, tal vez sea yo quien no está haciendo las cosas bien, y quien no la está valorando. Ahora es la mujer perfecta con un marido imperfecto, así es como lo veo ahora que estoy caminando sin rumbo alguno por estas frías y oscuras calles.

De momento solo seguí caminando mientras mis pensamientos inundaban mi cabeza, pero también el estomago me estaba pidiendo a crujidos que le diera de comer, ahora que lo recuerdo salí de casa sin cenar, habíamos peleado porque no lave los platos luego del almuerzo, no es que yo sea flojo, es que hoy justamente estaban sintonizando un partido muy bueno de fútbol que no me quería perder, entonces me distraje. Tal vez si ella no hubiese explotado de esa manera, no me hubiese llenado yo de ira, pero debo reconocer una vez más que ella tiene razón.

Cerca de donde yo estaba caminando había una tienda de hamburguesas muy buenas donde venia yo con mi actual esposa, ya podía imaginar esas papas fritas con salsa de tomate y cada mordisco que me deja la boca llena de grasa y salsas. Así que no lo pensé dos veces y cruce la calle para pedir una. El lugar estaba un poco solitario, y era de esperarse ya que era muy tarde, eran más de las 11 de la noche, tuve suerte de encontrar un lugar que trabaje hasta tarde. Me senté en la primera mesa que vi al final del pasillo y una chica se acercó a tomar mi pedido. El ambiente era muy bueno, me hizo recordar la sonrisa de mi esposa cada vez que la invitaba a comer allí, ella siempre pedía ensalada u otra comida ligera, mientras se reía porque mis labios estaban llenos de salsa de comer una gran hamburguesa.

Solo tardo 20 minutos y mi pedido ya estaba en la mesa, pedí un poco más de salsa como siempre y otra bebida para acompañar la comida. La verdad es que estaba disfrutando del silencio del lugar, solo se podía escuchar las carnes crujir encima de las planchas calientes, era como si estaba una vez más soltero sin preocupación alguna, y realmente necesitaba un día completamente con esa sensación de libertad, por lo que iba a terminar mi hamburguesa y pasar la noche en un hotel.

Un sonido me sorprendió mientras terminaba el último bocado, era una pequeña campana guindada en el cerrojo de la puerta principal de la tienda, una chica muy bonita entró al lugar algo extrañada, como si estuviese perdida, pude ver desde donde yo estaba que estaba llorando, sus ojos estaban un poco rojos y algo manchado por el maquillaje; la chica pregunto algo a la mesera y salió nuevamente de la tienda. No sé que estaba pensando yo en ese momento, pero tome el último bocado y deje el pago en la mesa por la comida. Ya estaba fuera de la tienda, y de lejos mire a la chica caminar, no quería asustarla o hacerle ver que la estaba siguiendo, solo sentí la necesidad de seguir sus pasos.

Ella camino por un buen rato, mientras yo en silencio la seguía por detrás. Al parecer vivía en otra ciudad porque se dirigió al tren subterráneo, compro un boleto y se sentó a esperar, mientras que yo hice lo mismo, me senté un poco alejado de ella, hasta que me sorprendió.

— ¿Qué es lo que quieres? — me preguntó ella sin mirarme mientras se limpiaba las lagrimas.

—Yo, lo siento, solo quería saber si estabas bien— le respondí mientras me levantaba para acercarme a ella y sentarme a su lado. Su aroma era parecido al de mi esposa, lo cual me asombro, era curioso, desde lejos no podía ver que también tenía pecas, podría decirse que su aspecto era la viva imagen de mi esposa a quien había dejado sola en casa esa noche.

Entre las disculpas y explicaciones la chica me hablo sobre lo que le sucedía mientras le ofrecí un pañuelo de tela fina para que secara sus lágrimas, y curiosamente estaba pasando por la misma situación que yo, se sentía insuficiente como persona al lado de su novio. Y así pasamos un buen rato conversando, me contó sobre su familia y como conoció a su prometido, las cosas que cambiaron luego de comprometerse y lo asustada que estaba de tomar una decisión equivocada. Me sentí totalmente identificado con ella, y de cierto modo atraído, esa noche más que hablar hubo comentarios de coqueteo entre ambos, por un momento olvide que estaba casado hasta que ella pregunto por mi vida. Ambos sentíamos que nos entendíamos uno al otro, que esa noche estábamos destinados a conocernos por primera y última vez.

Pasaron un par de horas y su tren ya estaba por partir, extrañamente sentí la necesidad de darle un beso en la mejilla porque sabía que iba a ser la última vez que la iba a ver, esa noche tuve sentimientos encontrados, era una atracción muy fuerte a la cual cedí, ella cerró los ojos al igual que yo, me dio un abrazo y se despidió de mi para luego subir al tren.

Cualquier persona que nos haya visto pudo pensar que éramos novios, pero simplemente fuimos dos almas que se cruzaron para quererse una noche y seguir al día siguiente con sus vidas. Esa noche regrese a casa, no fui a ningún hotel. Con esa extraña chica de la cual no supe nunca su nombre, pude entender lo valioso que era mi esposa, aunque me deje llevar por una pequeña tentación en mis pensamientos, pues en ella vi reflejada a mi mujer, fue cuando me puse en sus zapatos, la entendí, esa noche estaba queriendo y tal vez amando a una mujer perfectamente igual que a ti, mi amor.