El Combate. (relato corto)

Desperté boca abajo en la arena de combate, la muchedumbre alrededor gritaba embravecida. Mi visión se encontraba nublada y mi cuerpo adolorido, las gotas de sangre resbalaba por mi rostro amoratado como si fueran las lágrimas de un corazón roto, no sabía cuánto tiempo llevaba en esta contienda pero siempre he sido de infinita terquedad y estaba decidido a ganar. Mi adversario yacía delante de mí, inmutable, impalpable, sin rostro ni rastro de cansancio, alegría o tristeza; era El Vacío mismo, estaba ahí esperando para asestar el golpe final.

Me puse de pie lentamente mientras subía la guardia con mis manos adoloridas y raspadas, pero mi contrincante era rápido como una bala y se lanzó a mi encuentro con velocidad vertiginosa; uno, dos, tres golpes del Vacío alcanzaron mi rostro y costillas, traté de defenderme pero fue inútil, el vacío soltó un gancho izquierdo que impactó a un lado de mi quijada, haciendo que perdiera el equilibrio y me encontrara tumbando de nuevo en el suelo. La multitud enloquecía “Ríndete muchacho, no puedes ganar” decían algunos “Levántate y pelea” decían otros más; las voces se hacían más opacas en mi mente, mi visión volvía a nublarse “¿Es este el final para mí?” preguntaba yo para mis adentros. Volví a colocarme en pie, puesto que me negaba a renunciar, El Vacío me miró con sus ojos llenos de sombras y fue a mi encuentro nuevamente con una furia sin igual, tomé un puñado de tierra y lo arrojé a su rostro dejándolo ciego por unos segundos, luego lo golpeé bajo las costillas pero su defensa era impecable y se recuperó rápidamente.

Pasamos unos diez minutos danzando uno frente al otro, guardando las distancias, esperando el paso en falso de alguno, el cansancio en mi rostro era evidente y él lo sabía, pero El Vacío siempre fue un oponente despiadado, le gustaba jugar con sus víctimas, hacerles creer que tenían esperanza antes de asestarles el golpe definitivo. Decidí que si perdería al menos seria luchando hasta al final; de súbito y sin aviso me abalancé hacia él lleno de furia y decidido a todo; lancé dos golpes a su cara pero El Vacío los evadió con agilidad y me propinó una patada que expulsó casi todo el aliento de mis pulmones y luego un rodillazo al mentón que hizo que me mordiera la lengua, nuevamente estaba a merced de sus salvajes golpes, pero logré bloquear algunos y contraatacar con dos débiles golpes desesperados, uno de ellos hizo que El Vacío trastabillara y retrocediera, en ese momento salté sobre él abrazándolo con fuerza y tirándolo al suelo, una vez ahí descargué toda mi furia sobre su rostro, lanzando golpes tras golpes sin descanso, El Vacío hacía esfuerzo por cubrirse pero era inútil, mi ira era tal que no le daba respiro, seguí asestando golpe tras golpe dejándolo confundido y sin aliento. De pronto escuché el sonido de un gong que daba por finalizado el round.

Han pasado 22 años y como 2000 rounds al día de hoy y nuestra contienda aún sigue, el combate está lejos de terminar, he logrado someter a mi rival hasta ahora, a pesar de sus constantes envites he logrado prevalecer, siento que puedo ganarle pero me han dicho que no debo confiarme, El Vacío jamás ha perdido un pelea; dicen que nadie se ha logrado resistir a su golpe final, un golpe que llega sin previo aviso y en cuanto menos lo esperas, una saeta invisible y siniestra que lleva nombre propio, ese golpe es La Muerte. Sé que La Muerte puede llegar en cualquier momento y cuando eso pase mi combate habrá concluido.