^{El próximo relato contiene lenguaje sexual y explícito. Es un relato erótico de chicaxchica y que retrata un acto sadomasoquista. Por tanto se requiere discreción.}

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La última vez que me desarmaron estaba donde mi amiga Lucía. Siempre nos reuníamos para tomarnos un café y chismear como las viejas…Tal vez nos encontrábamos para otras cosas, pero ese día ella no me había dicho nada parecido, sólo que viniera a su casa para pasar el rato.

—Ten tu café—me lo entregó y se sentó conmigo en el sofá de su sala.

Ella tiene una voz muy dulce, muy dulce para lo que es.
Charlamos por un largo rato y terminamos hablando de su trabajo.

—Compré algunas cosas a partir de eso—me contó, brillándole los ojos con travesura—¿Quieres ver?

Yo le sonreí entendiéndole perfectamente. Dejé la taza de café vacía en la mesita, me levanté y fui hacia el pasillo de la casa, al final de él había un espejo y pude mirarme de manera completa. Ella me siguió y se colocó detrás de mí, en el espejo se podía ver que ella me llevaba una cabeza más de altura. Me sonrió a través de él, aprobando que comenzara ya.

Solté mi larga cabellera rubia natural, que estaba recogida en una cola alta. Comencé a bailar lentamente, moviendo mis caderas, al ritmo de la música que estaba andando en mi mente. Me saqué la camisa y la eché hacia atrás, para que ella la agarrara. Mis pechos libres se podían ver ya así que los apreté fuertemente, mientras me mordía los labios y cerraba los ojos. En ese momento la escuché gemir. Satisfecha con eso, seguí con mi pantalón, lo desabroché y bajé el cierre, cuando ya estaba abierto, se cayó simplemente porque era un jean muy suelto. Salí de él y con mi pie, lo eché hacia atrás. Luego me quité la ropa interior, me volteé hacia ella e introduje en la orilla de su short, lo que me había quitado ya, haciendo que le cuelgue de su cintura.

La miré sensualmente y le quité su camisa, desabroché rápido su sostén y cuando sus pechos ya estaban libres, mordí suavemente sus pezones y los halé con cuidado, mientras la miraba. Más que placer físico, sé que le produce morbo que yo haga eso.

Ella me volteó, entonces, bruscamente, tomó mis muñecas y las llevó hacia atrás.

—Estás arrestada—me susurró.
—Qué bien—dije, socarrona.

Me llevó a su habitación, me tumbó en la cama, me alzó las muñecas hacia arriba y las sostuvo juntas con una sola mano, con la otra, sacó unas esposas de su bolsillo trasero.

—Oh, por Dios—me sorprendí.
—¡Cállate! Sólo vas a hablar cuando yo te diga.
—Sí, señora—le sonreí y ella me mandó una mirada severa.

Me puso las esposas, pasándolas por un poste de su cama, dejándome parcialmente inmóvil, con las manos hacia arriba y mi cuerpo acostado; totalmente indefensa. En ese instante, Lucía fue a buscar, en uno de sus cajones de ropa, una cinta. Yo me moría de la emoción al verla viniendo hacía mí otra vez, pues nunca había intentado algo como esto.
Cuando terminó de ponerme la venda me dijo:

—Asegúrame que no ves nada.
—No veo nada—aseguré porque así era.
—Bien, a partir de ahora sólo tendrás que responder a mi pregunta, que será: ¿Te gusta? Porque si no te gusta, paro de inmediato.
—Sí, señora.

Después de un minuto, empecé a sentir algo suave a través de mis pechos, como una pluma. Ésta rodeaba mis pechos, pasaba por mis pezones e iba lentamente hacia abajo. Cuando estaba a punto de alcanzar mi parte íntima, ya no la sentí más y rezongué en protesta. La volví a sentir en mis piernas, andando en el exterior de ellas, para luego cruzar en mis pies e ir hacia su interior. Cuando se acercaba más y más arriba, yo gemía, pero nunca llegó a ese lugar.

—¿Te gustó? —me preguntó.
—¡Me encantó! —gemí otra vez—pero si tan sólo hubieras…
—Silencio—me calló.

Luego de unos minutos, sentí algo muy frío en mis pezones y en mi abdomen. Eran hielos, lo cual me daba cierto placer hasta que me empezaron a quemar…Antes de que replicara, ella los movió, siguiendo el mismo camino que la pluma antes. Cuando uno de los hielos llegó muy arriba en la parte interior de mi pierna, mi pecho subía y bajaba, emocionado, al ritmo de mi respiración. Sabía que los hielos iban a llegar más lejos.
Y así fue, el hielo pasó por mis labios mayores y gemí. Cuando se instaló en mi clítoris, enloquecí de placer, sin embargo al cabo de unos segundos se empezó a entumecer y por tanto, a doler…Es una parte muy sensible.

—¡Quítalo!¡Quítalo! —gimoteaba.

Fue en ese momento cuando el frío helado cambió a calor, humedad y suavidad. Era su boca, donde yo podía caer y dejarme llevar fácilmente. Su lengua me devoraba de una manera increíble, mejor que veces anteriores. Su mano, mientras, se paseaba por mi abdomen hasta encontrar mi pecho y apretarlo fuertemente. Su otra mano, metía sus dedos en mi entrada, lo cual hizo que gimiera de placer y que arqueara mi cuerpo, pidiendo más. El sonido de las cadenas de mis esposas contra el poste de la cama, resonaban en mis oídos.

Ella dio un lengüetazo y se detuvo para decir:

—Qué rico.

Lucía estaba sentada en mi pierna derecha y podía sentir lo húmedo que se estaba poniendo su entrepierna…Eso hizo que encontrara las alturas del placer aún más rápido; mi vista estaba totalmente desactivada, pero de alguna manera veía más allá y mi sentido del tacto estaba a flor de piel.

Con una mano, ella estaba halando suavemente mi pecho; con la otra, estaba introduciendo ya cuatro dedos tocando el lugar exacto en mi interior y haciendo fricción tan rápido que me encantaba, por otro lado, su lengua manejaba perfectamente mi clítoris. Podía sentir como mis jugos salían mientras me venía, calentando todo por su paso. En ese momento ella los limpió con su lengua, mientras sacaba bruscamente sus dedos, robándome un último grito.

—Buena chica—me dio un pico fugaz en los labios cuando terminó.

Pasó unos segundos para que ella dejara libre una de mis manos. Creí por un minisegundo que esto había terminado, pero la esposa volvió a mi muñeca y ella movió mi cuerpo fácilmente a la orilla de la cama, me volteó, haciendo que quedara boca abajo y que mis pies tocaran el suelo. Sentía que mi trasero estaba totalmente expuesto.
Ella no me iba a dejar descansar fácilmente.

—Me encanta esta vista—dijo ella, acariciando mis nalgas.

Cuando menos me lo esperaba un latigazo venía a por ellas. Grité de dolor mientras se me derramaban algunas lágrimas.

—¿Te gusta? — preguntó, dándome otro latigazo.
—La verdad, prefiero las nalgadas.

La escuché gruñir.

—Eres una niña.
—Y tan orgullosa de serlo—le respondí.

Me atacó entonces con unas buenas nalgadas y gemí de placer. Ella volvió a introducir sus dedos en mi entrada, con un ritmo tan rápido que mi piel sensible no pudo resistir. Escuché como me vine pocos minutos después, pues mis jugos cayeron al suelo como si de una regadera se tratase.

Ella volteó mi cuerpo entonces, y sacó la venda de mi cabeza. Pude ver como chupaba sus dedos mojados por mí para luego pasar su lengua alrededor de sus labios.

Ella se llama Lucía y trabaja como prostituta. Es mi amiga, una amiga que acaba conmigo desarmándome por partes con el más rico placer de este mundo.

Selfie hecho el 30/01/2019 de mi propiedad.

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¡Hola a todos!

Bienvenidos a mi "lunes erótico". Realmente disfruto la literatura erótica no tanto como me gustaría admitir jajaja. Quisiera tomarla para ondar más en ella y como ven mejorar mi escritura. Quisiera seguir la próxima semana con sexo o tensión sexual heterosexual y demás cosillas…Espero que les guste o que por lo menos les llame la atención.

Si me hicieran críticas constructivas se los agradecería mucho, recuerden que estoy aprendiendo y mejorando.

¡Adiós, costal de arroz!

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Posted from my blog with SteemPress : http://revivemyheart.vornix.blog/2019/02/04/lucia-me-desarmo-otra-vez-relato-eroticol-gbt-sado/

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