Confesiones

Santiguarse ante el pecado, cubrirse con pañuelos negros el rostro de la vergüenza, entrar en la capilla y poner rumbo hacia el confesionario, el Padre Pío sabe escuchar, impondrá penitencia.

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Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa, Padre he pecado:

Anoche el diablo se me acercó, tomó mi alma y jugó con ella, me arrastró a todo tipo de placeres, sucumbí a Baco, a Eros, a Nataraja, a la nieve aspirada, a la verde sonrisa, a la mentira, a las miradas sucias, a los pensamientos encontrados, todos me valían, los quería a todos, todos a la vez. Me sentía insaciable, necesitaba más, quería más, deseaba más, suplicaba por más, todo era poco.

Conforme pasaban las horas, más libre me sentía, imparable, indomable, todo lo de fuera me parecía indolente, carente de energía, de fuerza… Desde arriba lo veía claro, la mayor nitidez jamás vivida, mi vanidad era tangible, era yo, yo, yo, yo, pobres… no saben nada, viven en la oscuridad, en el ostracismo de la sabiduría.

Caí rendida…

Al despertar, el desasosiego, la pena y la culpa se apoderaron de mí, transportándome al mismísimo infierno, al bajo astral, toda la magia había desaparecido, ya no había felicidad ni libertad… todo se había esfumado.

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Padre que opina:

• Hija mía, el diablo se nutre de nuestras debilidades, de nuestras carencias afectivas, su fortaleza es el engaño, la manipulación, sabe cómo engatusar, tiene las palabras correctas para cada momento, te hace sentir importante, te mima, da respuestas a tus preguntas vitales, te guía a su fin, te roba tu esencia, desaparece tu yo interior, tus pensamientos, tu forma de vida.

Pero Dios…. Te perdona, has vuelto al rebaño.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y quedarás en paz.

Padre, sus palabras son liberadoras y a la vez me hace pensar que he vivido una mentira, encuentro similitud en lo que dices sobre el diablo y lo aprendido en mi vida, algo se ha roto dentro mí, necesito conocer la verdad, discernir entre realidad y fantasía, entre el bien y el mal, salir de esta confusión, sin duda tomar el camino honesto, no me queda otra opción que abandonar.

• No eres libre en tu decisión sigues bajo su influjo, Sor Teresa te estás equivocando.

No padre, a él lo conocí anoche y hoy pago sus consecuencias, ahora seré yo quien elija mi camino.