La cacería en el Tiempo ( relato original)

in #spanish7 years ago (edited)

Muchas veces cuando la cortina del psiquiátrico se levanta, dejando entrar al viento; puedo convencerme de lo que sucedió en aquel desierto es genuino. Sobre todo, al verlo reflejado en los ojos de Carol, aunque ya no me hace tantas visitas como antes y pasó de ser mi ex novia a esposa de un mecánico que gana veinte dólares la hora. La última vez que la vi se sentó en mi cama con un rictus amargo en la boca y me instó repetidas veces, en voz ronca: ¿Que sucedió Jonatan? Vamos cuéntamelo, a mí puedes contármelo, necesito oírlo. Y se que lo necesita pero no puedo. No soy capaz.

En contrapunto a los sueños en donde Carol me visita sonriendo por sus ojos miel y el cabello castaño en las mejillas; está la pesadilla en la que me encuentro aun en el cajón de la camioneta. Vamos todos a una velocidad exagerada, la carretera es un manchón gris oscuro, mientras reímos y tomamos cerveza. En un punto la marcha desacelera, y un gracioso, quizás Bob, dice que sería buena idea dejar caer al buen Jonatan, sería divertido. Vamos muchachos. Todo comenzó con empujones y carcajadas cuando ya anocheciendo se les había salido de las manos. Yo trataba de defenderme y en último instante sujete el guardafangos de la camioneta, cayendo y abriéndome la cabeza, cuando esta se alejaba y la risa flotaba aún.

A partir aquí no sé si es pesadilla o realidad.

Vagué un rato aturdido con la herida goteando a la altura de mi sien izquierda. Me quité la camisa y me envolví la cabeza como un chamán, cuando tambaleándome, llegue a un risco que dominaba la llanura. Allí podía ver, a la última luz, la línea de la carretera, la llanura en su expansión y la arboleda que orlaba la vía.

Allí golpeado comencé a ver las luces, eran sucesiones rápidas seguidas de otro destello más potente. Pense que era algún tipo de tormenta eléctrica a lo lejos. Pero los dos destellos, el primerizo y el más potente, comenzaron a acercarse. Pero en la oscuridad no vi nada.

También oí gritos de dolor.

A la mañana siguiente bajé de nuevo a la carretera pero no pasó ningún vehículo.Estuve allí hasta que el sol se convirtió en una bola de fuego que lastimaba. Volví a subir a mi refugio improvisado. Ahí, con el sol alto, como en algún tipo de danza inagotable, seguían las luces. La sangre se había secado y la herida no sangraba, cuando amodorrado, me dormí.

Al despertarme estaba anocheciendo, pero las dos luces, parpadeando, jugueteando en un rito alocado, seguían alli. Por curiosidad decido bajar, cruzar el arancel de la carretera de tierra, subir las dunas de arena y ver que sucedía.

Al principio la oscuridad era total. Y ningún chispazo apareció. Cuando estaba a punto de retornar. Sucedió.

Un millar de luces de navidad aparecieron sobre la tierra, exigiendole a la arena desnuda que brillara. Y detrás de estos primeros fogonazos personas, miles de personas, corriendo. Corrían enloquecidamente, como un maratón de luces. Luego vino la ola de las segundas luces, estas fueron más rápidas y brillaban aún más, los sujetos que llegaron en la segunda oleada llevaban cascos y comenzaron a disparar contra los primeros, que caían a todos lados del terreno, una chica con pantalones azules sucios, un señor canoso, un chico de once años. Todos caían, los estaban exterminando. El sol ha caído a la tierra pensé. Todo el campo era una laguna de luz.

Corredor

Yo estaba parado en el límite de una duna cuando uno de los corredores tropezó conmigo cayendo los dos por la pendiente.

El desconocido intentó levantarse y correr, pero por alguna razón, le tape la boca y lo mantuve ahogado en la oscuridad. Arriba era una carnicería de luces, y se levantaban gritos aislados de dolor que se perdían en la soledad del campo.

Después nada, sin sonidos, ni alumbramientos. El desconocido temblaba nerviosamente mientras se rascaba un brazo ansioso. En la festividad de muerte que alumbró el cielo pude ver que tenía once años y usaba una especie de traje de astronauta raído.

Ven. Susurré. Me siguió hasta mi escondite en el risco.Allí le pregunté quién era.

Me contó que era un esclavo. Que había cometido una falta y su amo lo había echado a los cazadores. El peor castigo de todos. Me llamo 4,555. Mi numero de serie, señor.

Esa noche 4,555 al que comencé a llamar Corredor me contó que su amo provenía de una de las ciudades más ricas de la tierra. Las mas rica de las cinco que aún quedaban de pie, comentó. Era un distribuidor de Humanos Naturales. Una especie de esclavos de baja categoría explicó mordiéndose el labio. Porque de donde él venía las personas tenían implantes robóticos, las personas con poder claro está.. El no. El era un esclavo. Y un fugitivo ahora además. Dijo que no tardarían en ir por el. Pero estoy preparado señor dijo mostrándome un pequeño revólver. Es antiguo señor, de los viejos tiempos se… Johnatan por favor, llámame así. Me lo dio mi padre.

Me contó que había cometido una falta, como insultar a uno de los socios de su señor en una cena importante y que este lo había enviado de cacería. Esta consiste en darle un aparato, él no sabía muy bien que era, en donde unos robots cargados con algún tipo de armas que intentó explicarme pero no capté, lo perseguían. Dijo que después de correr un rato, apareció aquí, pero él no esperaba la lluvia de luces que vino con el. Y cree que tampoco sus perseguidores.

Supuse que la historia de Corredor era verídica ya que en ningún momento dejó de mirar a todos lados muerto de miedo. Y el pánico de sus ojos negros no podía fingirse. Pero aun tenia curiosidad de saber que fue ese torrente de brillos y que fue de esas personas. Si lo eran.

En la mañana lo supimos.

Al bajar a la carretera Corredor entró fascinado a la arboleda de árboles frutales, oliendo y masticando hojas, al parecer los árboles no existían en su ciudad. Y quien los tenía, era verdaderamente poderoso.

Allí los vimos. Una especie de robots humanoides que caminaban entre los árboles llevando uno de aquellos seres de las luces los dejaron en el suelo, en hileras, y luego les dispararon. Estos se desvanecieron como neblina después de salir el sol. Nunca estuvieron allí. Pero antes de eso, creo que era tan rápido era el desvanecimiento que solo quedaba una ligera impresión, pude notar como crepitaban y sus pieles se contrarían a un fuego que salió de aquellas armas.

Además estaban más andrajosos que Corredor y no usaban trajes espaciales.

Fue cuando uno de los ellos nos vio. Corredor desenfundó su arma y disparó. Tenía buena puntería, le dio en un ojo que echo chispas antes de apagarse pero aún continuaba de pie.
Echamos a correr, tropezando con las raíces hasta llegar a un claro. Éramos ellos o nosotros. Corredor se interpuso de manera protectora y de repente el claro se llenó de ruidos y gorjeos. Un verdadero espectáculo de estrellas.

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Fuente

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Muy buena, gracias por compartir, el equipo Cervantes apoyando a la comunidad.

Gracias a ustedes por apoyar y tomarse el tiempo de leer y comentar :)

Muchas gracias por leer y votar :)

Hola, interesante historia........

Muchas gracias por leer y dejar comentarios. Un saludo. Nos estamos leyendo

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