Hace unos días tomando cerveza con un amigo, tocamos el tema del poder. Hablamos de cómo el poder puede convertir a un ser humano, en apariencia loable, en un guiñapo ¿pero es esto así?¿qué es realmente el poder? ambos concedimos que un gobernante es un ser de alguna manera más libre. Que está por encima de la sociedad y sus costumbres; aunque fue construida por esta. ¿Hay alguna persona inmune a su fuego? ¿no es cierto que en menor o mayor medida todos deseamos gozar de sus frutos?

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Hace unos años en mi primera intervención al mundo estudiantil hablé con un muchacho. Era simpático y hablador. Unos meses después al escogerlo delegado del salón, se convirtió en alguien diferente. Un tipo egocéntrico y prepotente. Creí este era un caso aislado, pero la subdelegada que en otro tiempo era una chica amigable también se convirtió en una ególatra. Al parecer el ego es un ventarrón capaz de borrar el origen de alguien. Quizás no podamos soportar tener el destino de algo en nuestras manos, aunque sea unas simples notas de un salón. ¿Pero realmente el poder borra el origen o solo nos hace mostrarnos tal cual somos? Al estar con esa libertad que indique que cada gobernante tiene para los suyos, libre de sus opiniones de iguales, quizás liberan de una manera descontrolada su ego. Su yo interno.

¿Los corrompidos por el poder sabrán en lo que se han convertido? Al parecer solo podemos saberlo desde lejos, desde la apreciación. Ver cómo el poder transforma a personas hasta sacar aquellas obsesiones, temores y deseos ocultos, convirtiéndose en seres completamente diferentes. ¿Pero qué es el poder en sí? El ansia de dominar. De hacer que hagan lo que dices. ¿Y que hace verdaderamente este nuevo conocimiento de dominación? ¿será que convierte al hombre en un hombre nuevo que solo vive y muere por ser seguido, apartándolo de su esencia? ¿O en realidad lo despierta de ese letargo en donde guardaba su verdadero yo, despertando aquellas cosas que guardaba bajo llave?
¿Por qué decimos que “no ha resistido al poder” o el “poder lo ha consumido”?¿ es que este fuego, en cambio devora el ser convirtiéndolo en un hombre hambriento de ego? Quizás el poder no sea más que solo la consecuencia de un ego desmedido. Una dependencia de agrado, que por cierto tenemos todo en tal o cual medida. Una dependencia a hacer lo correcto por la sociedad de tocante. De intentar agradar a todos como sea. Quizás un enloquecido del poder, loco en su torre, no sea más que un niño hambriento de reconocimiento.

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Quizás hasta la misma sociedad ha creado su propio poder. Un poder de retroalimentación del ego. Creándolo paso a paso en comentarios que juzgan la conducta, en anuncios donde el que tiene mayor logro es presentado como un ser inalcanzable en su pedestal. En vez de mirarlo como un ejemplo a seguir, lo odiamos por resaltar, por ser mejor que nosotros. Y es que somos un tanto hipócritas en desdeñar cosas que ansiamos en secreto. Por eso la mayoría de los gobernantes o en muchos casos son seres que en sus años antes de su encumbramiento tenían un ego deteriorado, hasta caer en un círculo vicioso, desesperado, por remediar su ego herido buscando ser aceptados de una forma u otra. Y ese es la locura del poder. Un círculo vicioso de desesperación y rabia por ser seguido. Por ser aceptado.
¿Pero será que el poder corrompe por sí solo, o como expliqué necesita de una persona con un ego herido para enloquecer?. Porque hemos aceptado vicios que transformamos en virtudes porque la mayoría lo hace, lo vemos normal. No como personas desequilibradas. Hemos creado este poder desde las costumbres. Una costumbre consumista y de espectáculo. Llamada al morbo. Este poder quizás en algún momento pudo tener un destino diferente. Lo ensuciamos desde la raíz. ¿Quién corrompió a qué? ¿Nosotros a el poder o el poder a nosotros? También está la parte de que es el bien y el mal. Eso también se logra mediante las costumbres; cosas que no eran socialmente aceptadas hace un tiempo ahora sí lo son. Esto es lo que hace la incisión entre el bien y el mal en una época determinada. El soberano, el gobernante, está fuera de esa corriente de influencias. Y para un ser humano decidir sin guía entre lo que es el bien y el mal puede enloquecer. Las leyes que gobiernan lo que está bien y está mal no se aplican a él precisamente por su carácter poderoso.

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Hemos construido nuestro propio poder como una imagen de lo que desearíamos para nosotros pero otro tiene, las cosas que quisiéramos ver en cada uno. Se nos hace apetecible esa vida de desmanes y lujos. Así que aunque la mayoría se queje de gobernantes corruptos no son más que el espíritu de la época. El veneno de la humanidad.