El mundo gira y gira.

A veces creo que en un punto de la noche se acaba el mundo, que todas las épocas naufragan en el tiempo, como dientes de león, hasta extinguirse. Es una sensación de estrella sentirte al filo de todas las épocas. Sabiendo que esta noche es el último faro de un mundo extinto. Nadie nota esto de la destrucción del tiempo porque en la madrugada vuelve a nacer. De sus cenizas resurge el tiempo en un baile de motas de polvo hasta volver a su curso. Y es ahí cuando pienso en ti. En el filo de la muerte y la resurrección.
Noches en la que nunca te conocí pero estoy a punto de hacerlo. Que todavía estás por pasar. Que la última llamada aún está en espera. Que el timbre no tiene vecinos guindando, sino la marca sutil, de fuego, de tus dedos. Mientras el tiempo se retorna en sí mismo, en una espiral de mariposas, pienso en la risa que nos hacía inmortal manteniéndonos en el centro de la danza, como si el universo se rindiera a nosotros. Es una sincronía perfecta. En donde de las ruinas esta ciudad vuelve a ser real.. En donde al final de las fiestas sigues tu. Bueno, aunque supongo que en su giro de eternidad el tiempo también es un huracán llevándose las sonrisas que creíste eternas, la maldad, tu mirada pestañeando a la luz de la lluvia y entre todo, en las madrugadas en donde la eternidad gira, pienso en nosotros. Pero me gustaría pensar más bien que estamos cristalizados en el hielo del tiempo y que su baile de polilla hacia la luz nunca nos toca, ni nos hunde. A veces siento como las viejas canciones resurgen entre cenizas de los viejos fantasmas. Y es por eso que me resulta complicado absorber la marejada de recuerdos en las mañanas donde todo el mundo duerme, mientras el universo colapsa y renace en un complejo caos lleno de armonía.