IRA - El hombre que no entendía asesinar - Libro - Parte 2

in #writing5 years ago

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Segunda parte:

Ahora morirás


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Comienza con la manipulación de las debilidades humanas. Tres años antes del ejercicio social del “Cazador Cazado”. Justo Lara tenía como objetivo a Saul Evíes, un delincuente que la policía no encontró en meses. Este fue el primer ejercicio social de Justo Lara. Eran días en los que sus familiares y amigos pensaban que había perdido la cordura, porque no habló en una semana exacta. Fue llevado a psiquiatras que solo detectaban un problema emocional, pero no sabían por qué en los estudios su cerebro se veía tan activo, como si estuviera resolviendo ejercicios de álgebra o cálculo. A veces dejaba su mirada inmóvil pegada a las paredes. Nadie consiguió enterarse de que estaba formulando un plan perfecto. Oscuro, pero genial.

Seducir no es un problema para las personas que se distinguen del resto. Y con este poder, raptó el amor de la expareja de Saul Evíes. Así conseguiría la información que necesitaba, y una carnada tan poderosa como la fuerza de la gravedad, pues nada atrae más que el recuerdo de un amor pasado. Justo Lara sabía que habría daños colaterales, hacer que ella lo amara, era uno amargamente necesario. Lo bella e inteligente que era esta mujer, no lo había podido incluir en sus planes. Fue un valor impredecible, pero él era tan bueno engañando, que ella se sentía amada. Aunque nadie puede descifrar si era solo una balurda mentira, pues puede que Justo Lara la hubiese amado de verdad. Pero nunca lo sabremos. Justo Lara no necesitó mucho presupuesto para conseguir la información del paradero de Saul Evíes, solo necesitó palabras y gestos de amor a la antigua, factores que la expareja de su objetivo extrañaría hasta el fin de sus días, porque nunca más lo volvió a ver.

La mañana donde se completaría un plan perfectamente ejecutado por Justo Lara, transcurría encubierta, calmada y empalagosa. Saul Evíes fue citado a una casa abandonada donde compartió experiencias juveniles con su expareja. Para Justo Lara fue fácil engañarlo, haciéndose pasar por su expareja. Pero fue el poder del amor lo que hizo que todo fuera posible, porque ella era la única mujer que Saul Evíes había amado. Este hombre, no sabía sentir miedo, porque la vida dura que decidió llevar, le había hecho perder un grado considerable de sensibilidad. Así, sin miedo, Saul Evíes entró a la casa en la que el ambiente olvidado y triste le mareaba la estabilidad. Escuchó la voz de su amada que lo invitaba a pasar al cuarto, entró lentamente hasta un lado de la cama y vio un grabadorcito en la mesa de noche de donde salía la voz de su amada. Pero luego, de este, salió un sonido susurrante, áspero y crudo que decía casi de forma inentendible «Te tengo, te tengo». Cuando Saul Evíes sabía que había sido engañado, giró hacia la salida para escapar, pero centrado en el marco de la puerta estaba un hombre con una máscara destrozada, que levantó su mano y apretó un control que cerró la puerta herméticamente e hizo salir el gas que poco a poco durmió al desesperado hombre que buscaba un lugar por donde salir, pero mientras más se esforzaba más oxigeno le faltaba. Y así cayó, con lágrimas en sus ojos por el gas y por el dolor de haber creído en una esperanza ficticia.

Despertó atado de manos y pies en una silla, sin saber si sus ojos estaban cerrados o abiertos por la implacable oscuridad, y al hombre que siempre se sintió fuerte e invulnerable, lo agobió la falta de poder y lo arropó la impotencia porque su predisposición ofensiva era inservible en un momento donde el factor intimidante no estaba a su favor. Y ahora en una posición así, compadecía a quienes había atacado, robado y ultrajado. Porque a la hora en que se presenta la igualdad de probabilidades de la vida, -que le pertenece y le han quitado- no es correcto abusar de alguien que no estaba preparado. Entonces sintió que en una situación como en la que estaba todos eran iguales, y que la actitud ofensiva que mostró siempre, fue un gesto absurdo, irónicamente débil. « ¡Auxilio! ¡Ayúdenme!» Era su sentido de supervivencia que lo había sacado de sus reflexiones y lo empujó a dar gritos. Estas suplicas casi hicieron crujir sus cuerdas vocales por ser la primera vez que las utilizaba. De un momento a otro, comenzó a escuchar pasos a su alrededor, y el hombre que daba esos pasos le habló sin poder ocultar su rabia hacia él.

-¡Usa tu sentido de deducción humano inútil! Si crees que alguien que te va a encerrar en una habitación no va a calcular parámetros para que tus gritos no se escuchen sino solamente entre estas paredes de las que no saldrás respirando, estás tan equivocado como tu estilo de vida.

-¿Quién eres tú?-Preguntó desorientado el objetivo.

-Soy el hombre que por dentro quedó reducido a escombros, y que por fuera sería algo parecido a esto. -Decía Justo Lara mientras encendía una lámpara que hacia visible la máscara desfigurada que cubría su cabeza para imprimirle terror a su víctima. Y funcionó. El miedo le recorrió el pecho como ácido bajo la piel.

-¿Qué quieres de mí?- Preguntó el objetivo confuso y asustado.

-De usted Saúl Evíes, no quiero más que hacerlo sentir débil, miserable, patético. Quiero que sientas que en realidad, no eres nada, nunca has sido nada. Pero espero más de la venganza, porque ella me dará el alivio de hacer justicia por la mujer que amé. Era solo una niña.- Su voz empezó a resquebrajarse.- Ella era luz, porque no solo alumbra lo que brilla...

-Desde el principio imaginé que eras tú, pero te veías tan inofensivo que cuando recordé tu cara te descarté por un momento. Eres Gabriel.

Dentro del hombre nombrado despertó la rabia que había desatado su pasado, y lo llevó a cambiar de identidad. Pero solo bastó un instante de lucidez para anunciar el motivo de su resurrección.

-Ese nombre es del buen hombre que fui en otra vida y que murió junto con la chica que mataste. Ahora me presento frente a ti, como Justo Lara: el hombre que volvió de la muerte para hacer justicia ante esta circunstancia social que terminó haciéndote jalar el gatillo para disparar la bala que apagó su corazón, y que se encargará de inspirar terror a todo hombre que abuse del débil y adopte la conducta ofensiva que te convirtió en un asesino. El mundo arderá ante mis ojos y seré yo quien encienda ese fuego. Si los humanos toman conciencia después del miedo y las catástrofes, yo crearé el mayor desastre de todos los tiempos. Jamás en la historia se habrá de conocer una ira que haya causado tanto mal con el fin de hacer el bien. Ahora me llamo Justo porque el mundo merece justicia por haberlo convertido entre todos en una guerra de animales que solo anhelan poder.

Saúl Evíes no pudo formular una respuesta que se acercara al nivel de la confesión de su captor, y entendió claramente que no saldría de ese cuarto con vida. Si es que alguna vez vivió de verdad. Para terminar, Justo Lara le explicó que el error que había cometido se llamaba: Daño inconsciente a largo plazo por deseo momentáneo; que en su lista de errores humanos era el número uno, y se refiere a cuando una persona por una “emoción relámpago” causa un daño irreversible, inconsciente del desenlace. Y que por eso le había disparado a su chica, por el simple deseo fugaz de imponer respeto. Y así la envió al único destino seguro de la humanidad. Pero que como el punto estaba en quién alteraba el destino, como Saúl Evíes había alterado el de ella, Justo Lara le enseñaría un atajo hacia el suyo.
Saúl Evíes miraba fijamente esos ojos perturbados de cólera detrás de la máscara, mientras escuchaba a ese ser que consideraba anormalmente valiente por afrontar el problema del mundo, cargar el revólver que lo mataría. Justo Lara le apuntó directamente a la cabeza y su pulso por primera vez vibró. Con halar el gatillo bastaba…

¿Pero después de eso qué? ¿Ir a enterrarlo en el hueco ya excavado? ¿Qué lección le quedaría a ese simple ser humano? ¿Cómo saborear la venganza de verlo arrepentido y haberlo descubierto débil si ya no estaría respirando? ¿Cómo aprendería sobre su error ya explicado? ¿Cómo vería Saúl Evíes lo que había desatado? Las lágrimas en los ojos de una persona con esas características eran muestras claras de arrepentimiento y de la vulnerabilidad que había conocido dentro de sí. Y si hay algo concreto, es que un muerto no cambia ni deja un mensaje irrefutable. Fue en ese momento, antes de convertirse en un asesino más, que se dio cuenta que la muerte no tenía nada que ver con una venganza pedagógica. Con hacerlo asumir lo miserable que era su forma de vida actual era más que suficiente, era ingenioso. No serviría para hacerlo cambiar, porque tenía claro que la gente no cambia, pero sí se adapta, y al menos lograría sacar a flote lo que todos llevan dentro y no sale hasta que valoran la vida y se vuelven bondadosos, solidarios, inteligentes, en conclusión, seres de comportamiento evolucionado. Había más lógica dentro de una venganza así, que solo quitarle la vida, porque esa venganza de televisión de, matar por haber matado, era "El mundo al revés" de Eduardo Galeano. ¿Por qué no matarlo de otra manera? Al fin y al cabo hay diferentes formas de morir. Debía surgir un nuevo plan.

Saúl Evíes había sentido el frió revolver detrás de su cabeza, y fue desesperante que su atacante se hubiera alejado treinta minutos. Alargar el instante antes de la muerte da una oportunidad desesperada y acelerada de apreciar la vida, pero en ese trecho le dolía más ya no tener otro chance de emprenderla. La luz dedil y escarlata de una bombilla lejana dibujaba la sombra de su atacante acercándose a hacer lo justo, no lo correcto. Saúl Evíes tomó una última bocanada de aire por sus fosas nasales y no sabía si había sentido o recordado el olor a mantequilla derretida de las arepas de su abuela. Y descubrió que solo a pocas horas de la fría muerte, una tontería tan simple como esa parece la sensación más maravillosa del universo.


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-¿Cuál será su próximo movimiento? -Preguntó Saúl Evíes.

-¡Ahora morirás! -Anunció Justo Lara como si quitar una vida fuera una cosa normal. Como nos lo han hecho creer.

-Por favor, no…

La explosión escupió el último sonido que escuchó Saúl Evíes: el del disparo que aterrizó a un lado de su oído y terminó con ese mundo de creatividad mal dirigida. La luz frente a su cara había desaparecido, un líquido caliente que disipó el olor de la mantequilla corrió por su cuello, y por todo lo demás, silencio…

Mucho silencio…

Seguramente fue que Justo Lara no cupo dentro de su ira y se resignó. El único humano capaz de asumir ser diferente había sido contagiado por el virus del mundo sin sentido. Se había convertido en un humano más.

Un día pasó, y Saúl Evíes yacía muerto en el cuarto definitorio, pero de pronto sintió que podía moverse. Le incomodaba un pegoste en el cuello y parte del cuero cabelludo. Trató de zafarse con todas sus energías, respirando tan fuerte como si hubiera durado cinco minutos debajo del agua, « ¿Será que así es el infierno? ¿Será que este es mi infierno?» pensó desconcertado, rodeado de la oscuridad que vendaba sus ojos. Forcejeó por más de una hora, hasta que algo cortó levemente su antebrazo, y era el filo de un cuchillo que estaba pegado a su mano con cinta adhesiva. Con este cortó sus ataduras, y cuando estaba completamente libre de cuerdas, tocó su cabeza apresuradamente buscando donde estaba el hueco del disparo, pero no había dolor, ni heridas, solo había sangre podrida, y un dolor punzante que cinco años después recordaría, cuando le hicieron saber que por ahí había entrado la droga que lo hizo dormir un día entero, que lo hizo creer que estaba muerto, que ya no tendría posibilidad de volver a oler la mantequilla. Temblando empuñó el cuchillo por si tenía que defenderse, encendió la luz como pudo y la luminosidad castigó sus ojos. Caminaba poco a poco porque las rodillas se le iban solas de la impresión. Cuando llegó a la puerta vio colgando de un hilo en el marco un sobre gordo, y dentro encontró una carta que tenía estas palabras:

Ayer estuve con mi dedo en el gatillo debatiéndome entre dispararle a tu cabeza o a la mía, y de alguna forma sé que elegí la tuya. Aunque no lo hice de una manera convencional, porque me di cuenta que si te asesinaba cometería el mismo error que tú cometiste con mi amada. Pero tengo la autoridad de hacerte saber que sí has muerto. No completamente tú, aún tienes tu cuerpo, pero sí enteramente tu vida equivocada y forzada. La vida que llevabas más por defensa personal que por querer vivirla. A eso fue a lo que le apunté. Por eso "Saúl Evíes" ya no le pertenece a tu cuerpo como nombre, hoy naces y te bautizo como un Simón Vidanueva; el que tuvo la oportunidad de volver a nacer, para elegir como dará los pasos de su nuevo camino. Lejos de todo. Con la posibilidad de poder definirse a sí mismo.
Detrás de esta carta está un pasaje que sale hoy en la noche a un lugar de paz. Hay dinero, y al reverso un número telefónico de una buena persona, que por lo que fui para él en mi vida pasada te tratará como su hijo por mi recomendación. Aunque no es una condición en la que tendré poder para obligarte, lo único que te pido es que cuentes el hecho pero no al hombre. Ya no hay enemigos, ya no hay que ser lo que eras, esa vida murió, yo te regalo una nueva.
Cuida de tu nuevo nombre Simón Vidanueva. Te deseo lo mejor, con un toque ligero de resentimiento, porque mi vida sigue siendo difícil sin ella.

Me despido como el amigo que un día comprenderás.

En tu bolsillo está la bala que debería estar en tu cabeza.
Nos vemos en el olvido.
Sin ideal no hay motivo.
Justo Lara

Saúl Evíes tocó su bolsillo en un parpadeo y sintió la bala de plomo «La que debería estar en mi cabeza» pensó, y sus manos hipotérmicas trataban de sostener el papel que leía una y otra vez tratando de entender por qué ese hombre al que le había arrebatado su gran amor, le había dado esa oportunidad. «Por esto mucha gente cree en Dios» se decía, pero en un acto humanitario de esta magnitud es egoísta quitarle el crédito al hombre. Sin pensarlo tres veces se fue a caminar su nueva ruta, tratando de aprender a vivir.

Por eso la noche del Cazador cazado Ismael García también murió. Después de ser convencido del inútil comportamiento que había adoptado, vio a Justo Lara como su héroe, como el libertador de su potencial mental y quien lo hizo descubrir su vida verdadera. Él, solo él abrió sus ojos y lo enseñó a ser un individuo que comprende que una personalidad es como un avatar que se puede adornar y moldear a gusto. Y como punto clave, Justo Lara aseguraba que si entonces se define una personalidad, haciéndoles aceptar lo que son y logrando que aprendan a perfeccionar las habilidades en las que descubrieron ser expertos para andar en el mundo, pueden sacar un máximo provecho del potencial humano. «Porque teniendo claro ese principio de vida y de la evolución del comportamiento, los seres humanos tenemos la capacidad de completar una infinidad de logros» les repetía a sus moderadores. Por eso, años después, cuando Ismael García fue capturado por un conejo, nunca salió del cuarto, al menos no siendo lo que era o quien era, porque él vivía la vida de muchas personas y muchas consecuencias a la vez, él no era quien murió esa noche, y nació como un único. Su mente fue borrada en algún sentido, y tenía toda la libertad de ser un hombre nuevo para modificar su avatar.

-Tenemos el poder de asesinar, pero podemos burlarlo. Podemos hacer algo mejor que eso, podemos transformar vidas. - Decía Justo Lara a sus moderadores después de cada ejercicio social.


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FINAL DE LA SEGUNDA PARTE



Las imágenes, fotografías y redacción de esta segunda parte, fueron creadas por el autor Enrique Jesús (@pluridimensional) Espero que me apoyes con tu like y especialmente con tu comentario, para seguir dando mi mejor esfuerzo en este libro.


GRACIAS


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noooooooooo, ! amigo en un momento pensé que Saul Evies después de hacer tanto daño no iba a morir a sombrerazos, pero justo lara le dio una nueva vida y una lección a el y a todos nosotros, que buena segunda parte de este relato, increíble la forma de como escribes, te felicito amigo, aquí en mi casa ya tienes dos seguidores, yo, mi madre y mi prima, les gusto mucho tu segunda parte ,pero ellas no están en steemit, seras uno de los grandes escritores mi amigo, te felicito. "esperemos mas de ti"

Bum! he sentido un consquilleo en el pecho al leer este comentario, primero por sentir que tengo una gran responsabilidad contigo, tu madre y tu prima (que por cierto es un gran placer para mí que les haya gustado, Gracias por hacérmelo saber), segundo porque se nota que te importa el texto, y trabajé mucho en esto, y tienen un gran significado para mi. Daré lo mejor por cumplir sus expectativas. Y tercero porque comprendiste el mensaje de esta segunda parte. Gracias por seguir motivándome amigo. Saludos a ti y a tu familia.

Sin dudar este libro está dentro de mi selecta lista de libros favoritos, amo este mundo de fórmica, a los moderadores y a la trama, tu modo de escribir es encantador, para mí ya eres un gran escritor. Los dinosaurios pasaron miles de años enterrados hasta ser descubiertos, y yo sé que a ti te descubrirán pronto, mereces mostrar ante miles de personas tu talento para escribir.

Siempre inspirándome y motivándome. Haz levantado mi ánimo. Gracias por comentar de ese modo.

Buenísimo. Me leí las dos partes de una sentada. Espero ansiosa las demás <3 Has creado un mundo muy interesante y atrapante.

Gracias, gracias, otro comentario que me motiva a continuar subiendo las otras partes. Escribir es un arte muy solitario, pasas años trabando en un texto pero solo al terminarlo es que los demás pueden apreciarlo. Y bueno, comentarios así, hacen que valga la pena. Muchísimas gracias. Sinceramente.

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