Una mirada al cielo.

Un trago de vino.

La noche para Hector no avanzaba de la mejor manera. Era su segunda botella de vino y ya la cabeza le daba vueltas. Sin embargo no podía dejar la copa en la mesa por más de dos segundos sin que le entrara una ansiedad horrible por tomar del néctar vinotinto. ¿La razón? El hueco en el pecho que lo estaba consumiendo.

Era una fecha especial para muchos, pero no para otros. No puedes disfrutar un 14 de febrero cuando la única razón por la que te mantenías cuerdo se había ido por completo. Lejos. Jamás regresaría. Eso es lo malo del cáncer, se consume a la persona pero deja a los que más lo quieren vivo. Y él quería a su esposa, pero ya no estaba. Lo había aceptado, pero había días donde quizá el dolor era más que la conciencia.

Sentado en su sofá, jugueteando con la copa, miró a través de la ventana y pudo observar a una pareja caminando mu coquetos. El hombre se le acercaba a su oreja, ella reía, ambos disfrutaban, y seguían el trayecto como si la vida no significara nada para dos personas que se estaban comiendo al mundo. Hector no pudo evitar tomar un largo trago. Estaba en su cúspide. En cualquier momento soltaría una lagrima...

Hasta que sonó el teléfono de casa. Hector titubeó, pero luego se levantó a tomarlo. Contestó un "Hola" ácido. Hubo un silencio al otro lado. Cuando el "Hola" al otro lado llegó, la cara del hombre no pudo ser más de sorpresa.

-Hector..¿estás allí?

Al principio pensó que era una broma de mal gusto. Pero es que la tonalidad, la fragilidad y el recuerdo eran inconfundible. Era la voz de su esposa.

-¿Veronica? ¿Eres tú?

Tenía muchas ganas de gritar, correr, saltar, llorar, revolcarse. Todo era muy confuso. Pero esa voz...

-Sí, soy yo Hector. Solo se me han permitido unos minutos... Yo, de verdad quiero decirte que te amo, que fuiste lo más importante en mi vida y que por favor dejes de atormentarte.

Hector quedó frío. Muchas cosas por decir, pero ella solo le estaba diciendo cuánto lo amaba y cuánto se preocupa.

-Veronica... Yo también te amo y te extraño, por favor dime dónde estás e iré a verte, por favor solo dim...

-Estoy en un lugar muy pacifico-interrumpió la voz femenina-, estoy al lado tuyo aunque no puedas verme. Siempre lo estoy. Te protejo cuando te encuentras en peligro, te curo cuando te encuentras mal, te beso cuando necesitas un cariño, te abrazo cuando necesitas fortaleza, te amo cuando más lo necesitas.

-Yo..

No hubo más palabras y eso Hector lo supo. Soltó lagrimas a cataratas. No hacía falta explicación. Se necesitó unos minutos para hacerlo entender que nunca estaría solo.

Jamás lo estaría.