La bestia en mi cabeza | Parte I | Relato

in #steempress6 years ago (edited)

¡SILENCIO!

Alzo la voz más de lo que pretendía sin darme cuenta. Me cercioro de que ningún vecino se haya asomado para verificar la procedencia del grito. Todo en perfecto orden. O más o menos en orden. No le gritaba a nadie en especifico, ni una persona, ni una mascota, en realidad a mí mismo. A mi interior.

Una ruidosa voz apareció hace unas semanas a la que no me quedó más remedio que nombrar como «La bestia» debido a que es ruidosa, no cuida sus modales, busca hacer daño y es una versión de mí mismo que trato de esconder. Cuando pienso en hacer el bien, la bestia busca hacer el mal. Cuando hago un cumplido, la bestia destruye las buenas intenciones. Cuando me siento bien, la bestia busca hacerme sentir mal. Es peor que una llaga en el trasero.

En estos momentos mientras me arreglaba para dirigirme al trabajo, la bestia hace demasiado ruido en mi cabeza sobre el ascenso que estoy por optar. Indaga sobre las buenas intenciones de mi jefe. Quizá es un engaño para tomar mi proyecto de ampliación del centro comercial al que le he dedicado mi vida entera y presentarlo como suyo. No lo creo. Mi jefe es una buena persona. Siempre lo ha sido.

«No, en realidad no lo es. Busca aprovecharse de ti».

Ven, es él hablando ahorita mismo. No le presten atención. Cada vez es un poco más difícil de silenciar. Siempre tiene un comentario para todo. Revuelve lo más profundo de mi ser encontrando debilidades, fortalezas, errores y las exprime a más no poder para así bajar mis muros y caer en la desesperación. Pero he decidido no caer en sus juegos baratos de manipulación.

Me dirijo al trabajo. Cojo el maletín y preparo el champán para celebrar esta noche cuando me otorguen el ascenso. Hoy será un buen día, y con un poco de suerte, la bestia no interrumpirá lo suficiente.

Llego al trabajo, saludo a mis compañeros y tiro el maletín en la oficina. Durante el trayecto la bestia hacía comentarios sobre el día de mierda que tendré cuando me de cuenta de las verdaderas intenciones de mi jefe. Hablando de mi jefe, veo que está llamando a la puerta y hace señas para que me dirija a su oficina. Llegó el momento.

Saludo a todos con una sonrisa de superación y satisfacción. Sé lo que está por venir, me sentaré en una de sus ostentosas sillas de miles de dolares, junto a su escritorio, me mirará, sonreirá y dirá ¡Felicidades por el ascenso!

—Ronald, tenemos que hablar.—inquiere mi jefe con un rostro serio.

«Ahí viene, prepárate.» dice la bestia.

—He estado buscando las mejores palabras para decir lo siguiente. No es facil. Pero creo que es lo mejor para ambos.—dice mi jefe entre dientes notándose un poco nervioso.

«Es una mierda de persona, eres un ingenuo por creer que estaba de tu lado. Es un aprovechador. Se han aprovechado de ti. »

Comienzo a sudar.

—Vi tu proyecto de ampliación del centro comercial—. Se arregla la corbata cada dos palabras— y he encontrado un maravilloso diseño. Me gustó—. Sonríe hacia los lados evitando encontrarse con mi mirada— y creo que los dos podemos tener muchas ganancias si hacemos lo correctos ante mis superiores.

«¿Ya lo estás sospechando, no es así? Te quitará todo, se robará el crédito. Eres un ingenuo. Debiste escucharme. Yo debería ser tú.»

—¿Qué quiere decir?-respondo vagamente a sus palabras.

«Ya sabes lo que quiere decir.»

—Le he presentado tu proyecto a mis superiores como mío—. Me tenso— Si les hubiera dicho que era tuyo no habrían hecho caso, lo hubieran desechado. Mira, tengo más años que tú en este trabajo. Sé cómo funciona el sistema. A los cerdos en la cúspide les interesa la buena publicidad y el negocio seguro. Aún eres joven, tienes muchos años de carrera. Yo soy un respetado trabajador con una buena posición. La publicidad será buena y el producto prosperará. Tendrás tus ganancias respectivas y un ascenso seguro en unos cuantos años—. Termina de hablar y se afinca en la silla esperando mi respuesta.

«Te lo dije, te lo dije, te lo dije, te lo dije, te lo dije, te lo dije, te lo dije.»

—Silencio.—digo eso en voz alta, lo que se supone que era interno para la bestia.

—¿Disculpa?—pregunta mi jefe.

«Te lo dije. Eres una mierda ingenua. Debiste escuchar mis consejos. No confíes en nadie. Las personas mienten, se aprovechan de ti. Eres una pobre oveja en un rebaño de lobos. Me das lastima. Pobre ser. »

—No hay problema—respondo finalmente a mi jefe. Este sonríe y se acomoda en la silla. Los hombros, que los tenía tenso, al fin descansan ante mi respuesta pacifica.

«¿Lo vas a dejar así? Enfréntalo. Eres un cobarde. ¿Te vas a dejar pisotear? No seas de lo que no hacen nada. Déjame salir, tomaré el control y lo pondré en su lugar. Déjame salir, déjame salir, déjame salir. »

—¡CÁLLATE!—grito en el pasillo. La gente me queda mirando. Debo tranquilizarme.

Vuelvo a mi oficina. No me puedo tranquilizar. Estoy molesto. Muy molesto. Las venas de mis manos se me notan de lo tenso que me encuentro. Los nudos en mi cuello no me dejan moverme. Tengo la vista teñida en rojo por el enfurecimiento interno.

«Tienes que hacer daño, debes hacer daño, tienes que dejar salir esa furia. ¡DEBES HACERLO! proclama la bestia.»

Vuelvo a mi casa en la tarde. Creo que tengo ganas de vomitar, de gritar, o de las dos cosas junta. Golpeo mi puño contra la pared, una y otra vez. Me encuentro perdido. La vista teñida en sangre. ¿Se burló de mí? «Por supuesto que se burló de ti» ¿Después de tantos años dedicando mi trabajo a la empresa? «Te utiliza como marioneta.» ¡Es el maldito trabajo de mi vida! «Tienes que hacerle daño, debe pagar por lo que te hizo.»

Veo el champan en el refrigerador y me molesto. Lo agarro y lo lanzo contra la pared. Debió ser una noche para celebrar. Debió ser mi día de ascenso. Pero se aprovecharon de mí. No lo puedo perdonar.

«No lo debes perdonar. »

Sí. No lo puedo perdonar.

«Debes hacerle daño. »

Tengo que hacerle daño.

«Tienes que hacerlo pagar.»

Debo hacerle pagar.

No pienso bien. No logro coordinar mis pensamientos. ¿Es que acaso soy yo el que habla? o quizá es la bestia. No sé. No quiero saberlo. Quiero hacerle daño a mi jefe. Tomo una capucha, unos materiales y salgo a mitad de la noche con la vista teñida en sangre. Tengo que quitarme este dolor. Tomo el auto. Manejo. Estoy molesto. Llego. Una casa lujosa, en la parte sur de la ciudad, no como el edificio de mierda donde vivo. Es la casa de mi jefe.

«Tienes que hacerle daño.»

Voy hacerle daño.

Continuará.



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Este post ha sido votado por el equipo Cervantes en colaboración con SteemPress

Gracias por el apoyo!

¡¡Por Dios!! me atraparon estas lineas y espero la continuación, este tipo de narraciones son mis favoritas, sigue así..
Saludos 🙋

Muchas gracias por leer y se comentario tan bueno!!! Por supuesto que habrá continuación!

Pendientes con la continuación!

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