Recuerdos del Páramo | Mifafí, Mérida, Venezuela.

En enero del 2019 nos aventuramos a una de las excursiones más exigentes que jamás haya planeado, aquí les comparto un par de recuerdos cortos de esa experiencia:

Tengo un recuerdo muy marcada de cuando estaba empezando a sentir el mal de páramo, sentada a casi 4.300 metros sobre el nivel del mar, en un arenal, viendo la neblina a través del huequito que quedaba entre mi gorra y mi bandana, pensando en qué dirección seguir.

Mientras recordaba el mapa que había repasado un millón de veces, se despejó un pedazo del cielo que me dejó ver un pico gigantesco, no podía creer tanta inmensidad y lo cerca que parecía, recuerdo haber pensado que si ese no era el pico Piedras Blancas, el más alto de toda la sierra, entonces no tenía ni idea de a qué pretendíamos enfrentarnos, porque era intimidante verlo allí como una silueta oscura que ni siquiera se revelaba completa pero que dejó una impresión inmediata en mí.

Otro corto recuerdo.

La primera noche que pasé en la Sierra de la Culata, me sentía tan mal que decidí salirme un rato de la carpa y quedarme sentada afuera recostada en una de las paredes que nos rodeaban.

Como estaba debajo de un pequeño techo solo alcanzaba a ver la mitad del cielo, pero este estaba completamente despejado, no se pueden imaginar la cantidad de estrellas que podía ver, era una locura, sabía que sacar la cámara era lo ideal pero solo pensaba en que no me quería mover y que la noche siguiente la pasaría en un lugar mucho más inmenso en la naturaleza y tendría un mejor encuadre para capturar la magia nocturna, eso realmente nunca sucedió, sin embargo disfruté tanto como pude de mi hora en el suelo frío viendo como pasaban una tras otra las estrellas fugaces.