Pensamientos fantásticos, reflexiones de un cuento de vida

in #spanish7 years ago

  Era tarde en la noche, Demuis estaba sentado en su cama, a pesar del cansancio que sentía, su cuerpo no quería estar en posición horizontal, quizás lo esperaría otra noche de insomnio, la luz de su habitación permanecía encendida, Demuis miraba a su alrededor, en la mesita de noche que estaba a su izquierda reposaban algunos libros, habían algunas novelas, y otros títulos sobre ciencia y un ejemplar de filosofía, este último, por esas cosas que el subconsciente coloca en el presente, le recordaba que su padre le había dicho que su nombre era una combinación del nombre del famoso filosofo Demócrito y el de su padre llamado Luis.  

  Demuis, siempre le había gustado leer, le gustaba pensar que era un hombre culto, pero precisamente su afición a la lectura, le había llevado a leer el famoso discurso de Charles Percy Snow, sobre las dos culturas, y ya no sabía si se podía calificar como un hombre culto, pues amaba la literatura, pero reconocía que había ciertos conceptos científicos, que no los manejaba, aunque tampoco se consideraba un lego en ese campo, sin embargo, su interés mayor era la literatura y la filosofía.  

  Los problemas cotidianos eran un reto para Demuis, le gustaba creer que podía tener respuestas profundas y bien analizadas, pensaba que aunque se viera oprimido por ciertos problemas y la sociedad en general no lo comprendiera a él, no se convertiría en un insecto como el personaje Gregori Samsa de Franz Kafka en su obra “Metamorfosis”.    

  En noches como esta, que se hacían más largas de lo habitual, su cuerpo cansado no se doblegaba al sueño, pensaba que podía ser un gran escritor y que podía escribir la obra maestra que quizás nunca escribiría, y que luego podría reírse a carcajadas en las entrevistas que le hicieran para comentar su obra, y recordaba la obra de George Steiner especialmente la titulada “los libros que nunca he escrito”, pues recordaba que Steiner decía que los libros no escritos son cada una de las vidas que podríamos haber vivido, uno de los viajes que nunca emprendimos.  

  La noche avanzaba y Demuis pensaba que se sentía como atrapado en un espacio que no entendía, y pensaba que los instintos de un hombre son parte de la naturaleza esencial del ser humano, y que a veces son reprimidos de forma total por las circunstancias de la vida, entonces pensaba en John Maxwell Coetzee y su novela “Desgracia”, pensaba en la forma como Coetzee argumentaba que un animal, en la novela pone de ejemplo a un perro, a veces renuncia a su esencia de animal por las palizas recibidas, quizás era preferirle castrarlo o darle un tiro, antes de someterlo a que renunciara a sus instintos que lo definían como a un perro.    

  A veces Demuis, creía que la noche se detenía, y que el avance de los minutos era ficticio, y pensaba en Aristóteles y por qué después de más de 2000 años todavía lo recordamos y es referencia de las obras de filosofía, entonces pensaba que tanto las creencias, como lo que se tiene que aceptar a veces viene impuesto por un acto de autoridad y pensaba en la edad Media y en la escolástica, cuyo doctrina estaba dominada por las enseñanzas de Aristóteles y era la autoridad a la cual no se le cuestionaba nada pues así estaba escrito.  

  Aunque no se notara, el reloj seguía su curso seguro, sus manecillas seguían moviéndose inexorablemente, y Demuis seguía absorto en sus pensamientos, pensaba en el amor y en los amores que pueden soportar el paso del tiempo, en ese momento se recordaba de Fermina Daza y Florentino Ariza, los protagonistas de la novela: “El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez, y entonces meditaba y se decía que el amor realmente puede superar la prueba del tiempo, que la edad no tiene importancia para disfrutar del amor cuando es correspondido y la pasión se mantiene viva, hasta una enfermedad como el cólera puede servir de excusa para que un barco sea el nicho de amor de los amantes.  

  Demuis, valoraba mucho el estar consciente de que era capaz de captar la realidad que lo rodeaba y se afanaba por entenderla, el insomnio decía era una pequeña perturbación en su vida, y pensaba en el maestro de Aristóteles, estamos hablando de Platón y el mito de la caverna, y así pensaba en esa división que hace Platón de los dos mundos o realidades que nos rodean y que definen nuestra existencia. Por un lado el mundo conocido a través de los sentidos y por el otro, el mundo que solo percibimos mediante la razón.  

  El sueño aún no llegaba y Demuis, continuaba en sus cavilaciones y pensaba, que este mundo está regido por la economía, sabía que había un premio Nobel de Economía, que lo había ganado un psicólogo llamado Daniel Kahneman, quien decía que el hombre no siempre realiza la mejor opción racional en sus decisiones económicas y que actúa más por sus procedimientos heurísticos y pensamientos no tan racionales.     

  Los pensamientos seguían aflorando del cerebro de Demuis y así continuaba con sus reflexiones, miraba su habitación, pensaba que el hombre busca su progreso y avance para una vida mejor, sin embargo, había provocado dos guerras mundiales que casi nos desaparece como especie.   

  Demuis quería dormir, pero un último pensamiento lo abordo, pensaba que podía ser un don Quijote, para vivir muchas aventuras y que los edificios que rodeaban su casa quizás eran grandes molinos de viento.    

  El sueño por fin venció a Demuis, y se quedó dormido, pero quizás soñando con seguir pensando y así seguir reflexionando sobre la vida.  


Fuentes de la Imágenes:

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