Amonestada

Hoy regresó después de un largo viaje de negocios de su empresa, su presencia causa furor entre mis compañeras de trabajo, todas lo desean. Al visualizar la sala de conferencia, se encontraba reunido con varios representantes de compañía de seguros, a lo lejos su mirada se cruza con la mía desde los cristales que separan las oficina.

--Buenos días, y me siento al lado del ejecutivo mas joven.
Él con toda su seriedad que lo caracteriza, me pasa una carpeta donde está una propuesta de cotizaciones para un colectivo de una caja de ahorros y dice:

--Estoy seguro que la señorita aquí presente les dará una mejor propuesta de la que ustedes me están presentando, al tomar la carpeta, el ejecutivo que se encontraba sentado a mi lado, intencionalmente tira al piso el lapicero que tenia en su mano, y al recogerlo comenzó a pasarlo delicadamente por mi pierna izquierda y me dice susurrándome al oído:

--Tienes unas piernas suaves y hermosas, no me imagino pasar mi lengua sobre ellas. Eso me hizo sonrojar y me puso nerviosa, mis manos comenzaron a temblar, tome la carpeta torpemente y dije: Les daré la mejor propuesta. Salí de la sala de reuniones sin mirarlo.

Al llegar a mi oficina, me encontraba nerviosa por las palabras de ese hombre y al ver a través de los cristales, la mirada asesina de el, me dio a entender que había notado todo lo que había pasado. Bajo las persianas para no ser observada por el, me encierro en la oficina y me concentro en la mejor propuesta.

Con sus manos desabrocha mi camisa liberando mis senos, los ve y con su lengua húmeda comienza a lamerlo mordisqueando mis pezones. Mi respiración se entrecortaba, sentía mis labios resecos, que luego humedecía con sus besos, eso me excitaba, estaba completamente mojada, con su dedo comenzó a jugar con mi clítoris masajeándolo a su antojo, haciéndome gemir. Sus labios silencian mis gemidos al ser mordidos, mordedura de lujuria y placer que ambos teníamos en ese momento. Se agacha y coloca su boca en mi sexo, sus manos hacían fuerza sosteniéndome aun contra la pared de su oficina. Su lengua lamia cada parte de mi sexo, yo sin poder moverme, con mis manos presionaba mi sexo con su boca, no quería que se despegara, hasta que sentí mi orgasmo, chupo todos mis fluidos. Se levanta, me arregla la falda, me abrochaba la camisa mientras me decía:

--En mi presencia no debes provocar a los hombres que vengan a esta oficina, de lo contrario serás amonestada de esta manera. El sonido del teléfono interrumpió sus besos en mi, al contestar dice:

--Gracias, por favor que ingresen a la sala de reuniones ya salgo.