Sobre mi presentación: ¡Bienvenidos a mi vida!

La medicina llego a mi vida después de un año de indecisión al salir de los estudios básicos. Se presentó ante mi como aquella profesión que me haría una persona influyente dentro de la sociedad; así me la vendieron cuando a penas comenzaba a entender de que iba todo eso. En el estudio, y acompañado de excelentes tutores, comprendí que esta profesión encuadra  mucho, pero muchísimo más de lo que yo pude haber imaginado. Es un sacerdocio, es humanidad, es dedicación absoluta. 

 Podrán notar entonces, que cualquier sueño musical que pudo gestarse en mis años mozos quedó relegado. Aquel sueño fue convertido en pasatiempo. El remordimiento es como la mordedura del perro en una piedra, algo totalmente estúpido; sin embargo a veces  —cuando me emborracho o en el insomnio de mis madrugadas— me arrepiento y me pregunto que hubiera sido si...  

Me gusta leer filosofía, actividad por la cual he sido adjetivado por algunos amigos de "viejo prematuro". No me gusta dormir mas de lo necesario porque pienso que es tiempo de vida perdido. Tú que me lees, si eres detallista habrás notado que soy un compendio de contradicciones juntas y que no existe mucha coherencia entre mis párrafos. 

Soy un flaco con guitarra, a veces un flaco con bata dentro de un hospital. Soy el apoyo, el terapeuta que no tiene terapeuta. El típico amigo que te ofrece los mejores consejos para que encuentres tu propósito y resuelvas problemas inherentes a la existencia. Soy el ensayo y error. Estoy intentando desarrollar criterios que nos amortigüen cada vez que nos vamos de bruces y nos partimos la cara. Criterios que aprendamos de memoria para no pensar tanto en momentos cruciales y evitar que la hemorragia nos arruine el momento.  

La vida es simple y es compleja; un sincretismo. Estoy obsesionado con revivir lo que dejó de ser. Quiero ponerle globos de colores y papelillos al carro fúnebre de los sentimientos. Me gusta hablar de la muerte porque quiero vencerla. La muerte de los sentimientos. Amo la reconquista aunque no he podido materializarla aún. Pero es mi sueño, suturar corazones partidos. No me gusta aceptarla, no me gusta soltar porque siento que pierdo cuando lo hago. Si, mi pretensión es abusivamente ambiciosa. Soy así, ¿quién sería si no lo fuera? 

Como Alejandro Sanz, a veces voy por la vida queriendo regalarle el mundo "a la primera persona" que se tope conmigo. Con esa virtud defectuosa que es la ingenuidad. 

Me gusta la gente que dice lo que siente, sobre todo en el instante que lo experimenta. No me fío mucho de las personas que no disfrutan el café, pasan mucho tiempo en línea en whatsapp o regalan el último pirulín —Pequeñas barquillas rellenas de chocolate y avellanas en Venezuela— Tampoco confío en la gente que pone la leche antes que el cereal. Todas estas personas tienen capacidad de romperte el corazón. Te recomiendo tengas precaución y tomes previsiones.