Manuel era un biólogo marino, que trabajaba para una empresa de investigaciones científicas de la vida marina. Junto a Manuel estaba su novia Karen una oceanógrafa, Raúl un experimentado buzo de aguas profundas, Sam un marinero y el capitán del barco Dan.

El equipo zarpo de las costas de España, y se dirigieron hacia el estrecho de Gibraltar, allí encontrarían cientos de barcos hundidos, que ahora pertenecían al mar; estos barcos se habían convertido en hábitat y refugio de cientos de especies marinas.

Manuel catalogaría las especies de peces y crustáceos, que habitaban en esos barcos, y los estudiaría. La información recolectada sería de gran utilidad para conocer las migraciones de los peces, su mortalidad ante los cambios climáticos, y la variación de las temperaturas en el mar.

Desde que comenzaron hace 2 años atrás, el proyecto de investigación había recolectado una gran cantidad de información, que les permitía conocer como actuaban los cardúmenes de peces, en las distintas épocas del año. Esta información, era muy valiosa para la flota de pescadores de las empresas que, subvencionaban la investigación.

Para Manuel este sería el último viaje; el proyecto ya estaba por terminar, y habían recolectado casi toda la información, que necesitaban. Todo el equipo estaba emocionado porque luego de mucho trabajo, pronto culminarían con éxito su trabajo.

Esa mañana se dirigieron al naufragio de un barco pesquero, que se hundió debido a una fuerte tormenta, hacía 40 años atrás. Al llegar al sitió indicado por el sonar, Raúl se prepararía para sumergirse al mar y recolectar las muestras; en el barco Manuel y Karen monitorearían a Raúl, a través de la radio, y de una cámara que Raúl traía conectada en el casco.

Todo comenzó de forma muy rutinaria, cuando Raúl estando cerca del barco hundido, ve algo extraño... Se aleja de la zona de seguridad y se introduce por una compuerta hacia dentro de las entrañas de la embarcación hundida.

En la superficie Manuel y Karen, pierden todo contacto con Raúl tanto por la cámara, como por el sonido de la radio, en vano Manuel nervioso comienza a llamarlo por la radio sin recibir respuesta alguna de Raúl.

Raúl al entrar por la compuerta fue succionado por una fuerte corriente, que rápidamente se formó en un remolino, la fuerza centrifuga del remolino hizo que Raúl perdiera el conocimiento. Cuando despertó, se encontró en la orilla de una playa, rodeado por grandes montañas. Raúl sin saberlo entró a un portal, que lo llevó a una isla; como la describió el filósofo griego Platón en sus diálogos de Timeo y Critias, la “Atlántida”.

Al no recibir respuesta de Raúl, Manuel y Karen, se prepararon para sumergirse y averiguar lo que había pasado con su amigo. Se dirigieron a la misma compuerta por donde había entrado Raúl; antes que se perdiera la señal de la cámara y el sonido. Manuel entró primero y detrás de él, Karen. Al pasar a través de la compuerta sintieron la misma fuerza que succionó a Raúl, y fueron transportados a la Atlántida.

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No había pasado mucho tiempo desde que Raúl había llegado a esa playa, cuando Raúl vio que los cuerpos de sus amigos, llegaban arrastrados por la marea, al igual que Raúl, Karen y Manuel, estaban inconscientes. Raúl corrió a sacarlos del agua y los arrastro fuera de la playa. Luego trató de despertarlos. Una vez conscientes sus compañeros, Raúl les contó que había explorado el acantilado, y había encontrado un camino que los sacaría de allí.

Los tres trataban de buscar una explicación lógica de lo que les había pasado, pero no había ninguna, decidieron que saldrían fuera del acantilado, y que buscarían ayuda. Dedujeron que se encontraban en una isla y que debía haber habitantes en la zona. Cuando llegaron a la cima del acantilado vieron a lo lejos una maravillosa ciudad, y quedaron asombrados con su arquitectura. Manuel no daba crédito a sus ojos, esas formaciones de aros en la distribución de los espacios, y edificaciones solo la habían visto en los libros.

Karen se acercó a Manuel, y le preguntó que dónde pensaba que estaban, Manuel solo balbuceó al decir que, en la “Atlántida”. Karen le dijo que eso era imposible, la “Atlántida”, era una leyenda como el “Dorado”, pero Manuel le explicó que, solo dirigiéndose a la ciudad, despejarían todas sus dudas.

Caminaron por varias horas, y al llegar a la ciudad la encontraron desierta, todo estaba limpio, arreglado, nada parecía abandonado, pero no había un solo ser humano en los alrededores, exceptuando, a ellos. Durante horas Manuel, Karen y Raúl recorrieron las calles, pero no había nadie. Manuel se preguntaba como una ciudad que estaba abandonada estaba tan pulcra, sin señales de abandono, nada en ese lugar tenia lógica. Manuel decidió que debía dirigirse al edificio más elegante y céntrico de la ciudad, allí era por lo general donde se encontraban los edificios de gobierno, y tal vez encontraría alguna pista de ese extraño lugar.

Al llegar al edificio central, vieron una gran sala que parecía una biblioteca, cuando empezaron a leer los libros que estaban en sus estantes, quedaron asombrados con su contenido, lo que parecían libros, en realidad eran como una Tablet, pero con una tecnología más moderna, sus hojas eran hologramas que, cambiaban la información cada vez que los tocabas. Mientras más exploraban más se daban cuenta que toda la tecnología que había en esa ciudad no era de este mundo.

Manuel, Karen y Raúl estaban absorto en sus exploraciones, cuando escucharon una voz que les decía: “Bienvenidos a la Atlántida”, Manuel y los demás se apresuraron a buscar de donde venía la voz, cuando miraron hacia arriba vieron en el piso superior a un anciano con una túnica, este bajo por unas escaleras que estaba detrás de los estantes, que ni Manuel, ni lo demás se percataron que existía.

Mi nombre es Atos dijo: “Soy el único atlante que queda en la isla, y me quede a cuidar de la ciudad, y esperar que, algún ser humano descubriera el portal. Se que deben estar confundidos y asustados, la Atlántida no es un mito, fuimos la civilización más moderna y prospera en la tierra. Tratamos de enseñarles a vivir en paz y armonía, pero después de muchos siglos nos dimos cuenta que, no importaba cuanto quisiéramos enseñarles, los defectos humanos como: la codicia, poder y envidia, terminaban en guerra entre hermanos y naciones. Hace muchos siglos, mi pueblo decidió marcharse de la tierra, y volver a nuestro planeta. Les hicimos creer que, la ciudad se hundió por una catástrofe natural, y borramos nuestras huellas de la historia humana, pero un gran maestro, Platón, escribió sobre nosotros, y su ideal de una ciudad perfecta que, ha despertado durante siglos la curiosidad humana por saber si alguna vez existimos…”.

Atos los miró con cariño, y les informó: “Su llegada a esta ciudad, estaba profetizada hace muchos siglos. Ustedes son la esperanza de la humanidad, mi trabajo es enseñarles todo el conocimiento que poseo, para que puedan ayudar a su pueblo a sobrevivir a las catástrofes que se avecinan, por las indolencias de las naciones a contaminar la tierra. Habrá grandes inundaciones, terremotos, tsunamis, hambrunas y guerras”. Los abrazó, y como un padre a sus hijos les dijo: “La esperanza de la humanidad comienza hoy…”.