"Concurso Cervantes: 4ª Entrega" " Entre dos aguas"

El gimnasio era el lugar propicio para descargarme de la rutina del día a día. Más que buscar la figura esbelta y que los pechos ganaran la batalla a la gravedad, me embriagaba del ritmo de la música y el movimiento de flexiones, con el aroma a cuerpos entre sudor y colonias ligeras y con la sana convicción de que estoy mejor que otras.

Fue hace un par de semanas que me encontré de nuevo con Víctor en ese lugar y coincidíamos en horarios. Lo conocí cuando estudiaba en la universidad y desde entonces habían pasado muchos años sin verlo. Aun se conservaba muy bien y esas pequeñas líneas que aparecían en su rostro y esas incipientes canas le iban armoniosas con su condición de cuarenta y algo.

En el atardecer de un jueves, un tema de Paco de Lucía desencajó entre los acostumbrados ritmos pop, tecno y reguetones. No obstante, me invadió la nostalgia de la vida en las costas. Hace varios años que había regresado con mi esposo de ese pueblo de playas y hoteles turísticos para instalarnos en una ciudad más urbana y más rígida en itinerarios: Levantarse, servir desayuno, llevar a los niños al colegio, ir al trabajo, volver a casa y seguir el proceso entre hogar – oficina – hogar. Excepto por el gimnasio que, vamos a estar claros, es una rutina más, tenía la posibilidad de aislarme entre pensamiento y movimiento y más que pensamiento, ensoñación. En la imagen de las playas aparecieron los ojos de Víctor como olas en el ocaso. Era real, me delineaban en el vaivén de caderas que libres me dominaban entre acordes de guitarras y bongós.

• Ole amiga ¿Bailamos?

Toma mi cintura y me baja de la caminadora. Sus cálidas palmas buscan dominar mis pasos. Entendí que hacía mucho no me fijaba en otro hombre y me convencía a mí misma que hace bien distraer mis ojos en los suyos. Me invitó a salir y le di mi número móvil. Hoy no era un momento adecuado y quería darme tiempo a pensarlo.
……

Pasada las 10:30 de la noche, ya todo era orden en la casa. Todo como ha sido planificado, ha sido ejecutado. Los niños en la cama, la cocina limpia, el perro alimentado, la ropa en su lugar. Las pruebas de que soy una buena ama de casa. Solo faltaba ver la escena de Luís en la cama con el control remoto, cambiando canales como autómata y respondiendo preguntas con monosílabos.

En el momento de disponerme a dormir, una mano juega a preguntar quién vive, como ocurre en ocasiones dentro de la rutina. No hay palabras, solo subir y bajar y detenerse en la cima de alguna curva. Luego un beso aquí y otro allá mientras el cuerpo decide continuar. De repente, viene a mi mente la canción de Paco de Lucía y el cuerpo decide continuar.

Ya en ese momento no era Luís, eran las manos de Víctor, los ojos de mar bravío, las manos de un masajista de Spa, el aliento de caramelo de menta, el aroma entre cítricos y madera. De repente ya no era la cama en nuestra casa, era la habitación con vista al mar, la brisa levantando las cortinas. Eran los acordes de “Entre dos aguas” y yo entre ellas. A mi derecha la calma agua de la orilla y a mi izquierda el tumulto de las olas. Era yo por dentro y él acercándose a mí. Juro que no fingí el estrépito, las aguas se desbordaron salinas y tibias. Por primera vez fui yo y solo yo lo supe. De modo que es posible que mañana invente una escusa para vivir de nuevo entre las olas de otra playa. Yo, mujer, fuera del plan, con un escenario alterno.

Concurso patrocinado por el witness @cervantes. No te olvides de votarlo en la siguiente página: http://www.steemit.com/~witnesses

Fuente