La Adictiva Obsesión Peligrosa

Jhon y yo eramos vecinos, todo comenzó el día que conversábamos y olvidó sus llaves. Una tarde de verano, bastante calurosa por cierto, estaba en mi casa sola y decidí prender la televisión para ver algo, ya que no había manera de resistir el calor que había afuera. Me puse un short ya que dentro de la casa solemos andar en cueros y me dirigí con la llave en mano a la casa de mi Jhon.

En ese entonces su casa era una especie de apartamento tipo estudio. En un extremo de la larga habitación estaba la zona del dormitorio, y a partir del medio una zona de entretenimiento con un juego de rattán, y los equipos de audio y video.

Entre a la silenciosa casa y me senté en la mesita del entretenimiento mientras cambiaba de canal buscando algo que ver. Ingrese el código privado del canal porno y me puse a hojear un poco de la película que pasaban. Obviamente era una película heterosexual por lo que no me llamó mucho la atención pero no obstante el actor estaba muy bueno, no muy musculoso pero sí muy velludo, que es como me ponen a mil.

Concentrada como estaba me sorprendieron unos quejidos que no parecían provenir del televisor, eran mas bien como los ruidos que hacemos al desesperarnos estirando los brazos, me di vuelta y caí en la cuenta que no estaba sola en la habitación, unos tres metros detrás de mi, estaba sobre la cama, descansando en una hora no muy usual, mi querido Jhon.

Ese no hubiera sido problema, puesto que hubiera colocado el canal que quería ver y me hubiera ido a mi casa, pero había elegido acostarse, en función del calor reinante, absolutamente desnudo, lo cual despertó mi curiosidad. Siempre con él había tenido una relación sensacional, es un tipo simpático y amante de la lectura, de las bromas y muchas veces bromeábamos en tonos bastante pesados.

A pesar de eso había una invisible línea que nunca se cruzaba y ambos respetábamos las posturas de vida del otro. Pues bien, volviendo al punto, he de decir que no resistí la tentación de acercarme a ver si era cierto lo que tantas veces bromeando él decía al respecto de sus dimensiones sexuales. No me sorprendería que si lo fuera puesto que, su pantalón daba a entender que es un tipo muy bien dotado y eso activaba mi morbo.

Para que esa duda quedara aclarada, me encontré no solo con que estaba desnudo y boca arriba, sino que también tenía su miembro bien erecto y palpitante, de tal manera que pude verlo en todo su esplendor. Despatarrado sobre la cama, brazos y piernas abiertos formando una equis perfecta era todo un espectáculo, su pene como de unos 17 cmts, grueso y no muy venoso, daba suaves cabezazos y se elevaba como tres centímetros para volver a caer de golpe sobre su abdomen.

Yo no podía creer lo que estaba pasando, estaba super nerviosa y me temblaba todo, mezcla de nervios y excitación. Me quede allí parada observándolo, con ganas de estirar mi mano y agarrar aquella figura monumental para comenzar a chuparla hasta hacerlo acabar en mi boca. Pero era mucho el riesgo, entonces me limité a mirar sintiéndome frustrada y rabiosa de ganas. Cuando quise controlar mis ganas, no pude evitar que me humedeciera por completo, mojando enteramente mis shorts.

Al lado de la cama me agache en cuclillas, mientras acercaba mi cara lo más posible a ese pene que me había imaginado tantas veces, fantaseando con la posibilidad de juntarnos en la misma cama en un excitante y placentero encuentro furtivo. Lo observaba mientras sentía su olor, me imaginaba lamiendo esas deliciosas bolas que colgaban y se deslizaban entre sus piernas.

En un momento dio otro de esos resoplidos y temblé de susto, pensando que despertaría y me encontraría allí, acuclillada a su lado, a 10 centímetros de su hermoso miembro, con mi vagina humedecida y mi cuerpo encendido nada pasó, por lo que me anime a comenzar a masturbarme mientras miraba.

¡Al menos quería hacer algo!

Cuando estaba en plena sensación, sentí de repente aquel éxtasis de hombre se levantaba sonriente y se dirigió a mi diciendo: que esperas? Si tanto te gusta hazlo tuyo. Él también necesita cariño. Extendió su mano y me subió hasta la cama. Sus brazos firmes eran víctimas de mis caricias constantes. Nos besamos como si siempre ambos lo hubiésemos deseado.

Y finalmente escuché de su boca (apenas comencé a saborearselo): No sabes cuantas veces quise que esto sucediera. Y así pasamos largo rato, yo aspiraba fuertemente como queriendo que su olor recorriese cada parte de mi ser. Mi lengua recorría todo su pene con pasión y destreza. No resistió más estar incorporado y se tiró en aquel colchón que sería uno de los pocos testigos de aquel encuentro.

Luego de un rato, entre dientes pero con fuerza apartó mi cara y replicó, espera aún no quiero acabar. Se me abalanzó encima y me beso el cuello. Tocaba mis senos y las amasaba y ni hablar de las cosas tan deliciosas que le hacía a mis nalgas. Me masajeo los pies mientras su adrenalina y nivel de excitación bajaba, para luego de manera violenta penetrarme por primera vez, él lo sospechaba y así era, no sólo era la primera vez que estábamos juntos, esa era mi primera experiencia anal.

Unas gotas muy húmedas fluyeron dentro de mi cuerpo luego de aquella dolorosa envestida, sin embargo siguió como una fuerza y lo hizo con la furia y el deseo de un animal salvaje. Fue delicioso, yo me seguí dando caricias en mi parte mas débil y acabé llegando al mas placentero orgasmo, al hacerlo él sintió como mis nalgas y el resto de mis músculos apretaban su deliciosa herramienta. Fue esa invitación de mi cuerpo la que hizo que su ser se derramara sobre mi, para posteriormente caer en un desmayo consciente sobre mi cuerpo, haciendo que su sudor se mezclase con el mío.