¡Mis más sinceros deseos entre sábanas!
Hoy no era un día normal. Hoy se había presentado un apasionado y fugaz deseo. Este hizo su actuación en un sueño, un sueño que, solamente la almohada y las sabanas fueron testigos.
Esa madrugada mientras mi subconsciente hacia acto de presencia, mi cuerpo acalorado y sudado se sobreponía a tan flamante sueño. Era él, esperándome con su majestuoso cuerpo tallado por los propios escultores de la antigua Grecia. Su cabello como los rayos del sol y sus ondas como olas salvajes del inmenso mar, su piel con un toque dorado que se une con cada grano de arena. Era él. ¡SÍ, ÉL! Esperándome cerca de la orilla acompañado de una hermosa puesta de sol, una escena montada digna de admirar. No podía creer que él estuviera allí para mí, con cada paso que daba, con cada centímetro que me acercaba a él, mi corazón latía fuertemente, parecía que dentro de mí había una explosión de emociones y sensaciones, mi mente aun confundida no podía creer que él estaba ahí y que el momento que tanto había soñado ocurriría.
Llegué, si efectivamente llegué a donde él estaba, me tomó de la mano, mi respiración aumentaba cada vez más. Se acerca hacia a mí y me susurra al oído que estaba hermosa. Su invitación irresistible me lleva a sentarme en la sábana blanca llena de pétalos de rosas. Su cercanía se fundía con la mía. Poco a poco sus dedos se deslizaban por cada centímetro de mi piel erizándomela lentamente. Por fin sus labios rozan los míos, pude percibir su aliento, un aliento dulce y a la vez fogoso que me incentivaban a seguir besándolo (era realmente adictivo). Sin perder el entusiasmo y el tiempo lo siento sobre mí, podía sentir su corazón latiendo al mismo ritmo que el mío, su sudor uniéndose con el mío, su piel quemándose con la mía de tanta pasión.
Ya éramos uno solo, la fusión entre dos cuerpos desbordados de fogosidad, lujuria y sexualidad era evidente, se acercaba el momento, entre besos, caricias, susurros de placer, gemidos y sudor alcanzamos juntos el éxtasis de tal solemne y esplendoroso acto. Estaba en un estado de confusión no podía creer lo que había sucedido, mi cuerpo y alma eran un volcán en erupción de felicidad. Me quede dormida entre sus brazos fuertes y definidos, me sentía realmente satisfecha y segura.
Pero al quédame dormida, me despierto de mi propio sueño, mi almohada y mi sabanas son los únicos que pueden dar fe de lo sucedido. Me levanto de mi cama, seguidamente veo mi celular y es él, mi mejor amigo, invitándome a la playa para pasar un rato fuera de la rutina de la universidad y del trabajo. Solo suspiro, sonrió y a la vez me sonrojo al recordar de lo que había sucedió en mi mente esa madrugada. Me preparo y salgo como si nada a encontrarme con él….
!Espero que disfruten leyendo este relato erótico!
Nos estamos LEYENDO.. Besos y Abrazos :)
