Cuando un Ángel Llora - Boulevard de los Corazones Rotos

in #spanish5 years ago (edited)

Cuando un Ángel Llora:

Rompiendo promesas


Habían pasado dos semanas desde la última vez que supo algo de Edric. Le costó un buen tiempo volver a emerger de la autocompasión en dónde había escondido la cabeza cómo un avestruz, pero debía reconocer que no todo fue su culpa. Poco después de aquella intervención reflexiva con su abuela, vinieron ambos ciclos de quimioterapia y, a diferencia de las veces anteriores, esta dosis pareció afectar a su madre de una forma negativa; vómitos, mareos, dolores y fiebre. Todos sabían lo delicado que eran los efectos secundarios si no se trataban de manera adecuada. El temor general de un paciente oncológico siempre sería ese; la descompensación. Deshidratarse, luego desequilibrio en los valores y, de no poder reponer a tiempo los daños colaterales, morir.

Las noches en vela no le permitían ir muy lejos de casa durante el día puesto que debía cocinar, arreglar y vigilar de cerca a su madre y a su abuela. Los primeros siete días post-tratamiento eran cruciales en ellas; la dieta era dura. Hacía malabares por toda la cocina cuándo se daba cuenta que, en su encierro de dolor, había olvidado abastecer con los alimentos correctos las alacenas. Edric siempre la ayudaba en días cómo aquellos. Se sintió abandonada en la pequeña sala de espera del área de quimioterapia en el hospital, tantos años yendo y viniendo por esos largos pasillos la habían hecho popular entre las enfermeras. Sin embargo, eso no lo volvía acogedor; seguía siendo frío y desesperante, debía permanecer ahí en caso de que alguna de ellas necesitara agua, cobijas, ir al baño y, la que nadie mencionaba pero iba implícita en todos los casos, autorización de continuar o detenerse en caso de una reacción adversa a los químicos del tratamiento.


Fuente

Ninguna de ellas había necesitado de este último jamás, por lo cual se encontraba verdaderamente agradecida con los médicos, enfermeras y, aunque se esforzara en negarlo, con Dios. Así que su papel era sentarse durante horas esperando ser llamada por las enfermeras. Ese siempre era el día más difícil de la enfermedad, luego del día en que eres diagnosticada. Hace muchos años que aquello había dejado de ser lúgubre gracias a la cálida y radiante presencia de Edric. Por eso, cuando una noche en el octavo día del post-tratamiento su madre presentó todos los síntomas de la descompensación y tuvieron que llamar a emergencias, todo lo que Artemis podía pensar era lo siguiente:

Ojalá Edric estuviera aquí


¿Alguna vez has sentido que la vida pasa volando a tu lado mientras que tu no puedes evitar reaccionar lentamente?

Como si estuvieras en una carrera sin oportunidad de pisarle los talones. Y entonces, mientras enfocas tu mirada en la meta, ves a todos rebasarte y dejarte solo en la carretera. Las luces son más brillantes, los ruidos menos entendibles, las expresiones de tus seres queridos menos amables y lo sabes; no estás ni cerca de llegar al final del recorrido.

Ahora, imagina todas aquellas sensaciones, pero mientras manejas un auto deportivo a toda velocidad hacia el más ansioso y caótico encuentro que ni tus sueños más desesperados pudieron prevenir.

—Trato se malditamente entender tu sentir, amigo. Pero detén el maldito auto antes de que tengamos un accidente.

Inevitablemente y sin despegar los ojos de la carretera, Edric enarcó su ceja a manera de burla: —No vamos a matarnos.

Gael no estaba del todo convencido de esa respuesta. Las imágenes se desdibujan a través de la ventanilla cuando trataba de enfocarlo, sabía que él y Edric podían arreglar cualquier desastre estando juntos, pero, lamentablemente, no podían arreglar la muerte.

Insistió:—Detén el auto, Edric.

—No.

—¿No?

—A menos que estés a punto de vomitar dentro de mi auto, no vamos a detenernos hasta llegar al hospital.

Quizás, en cualquier otro momento, su corazón se habría ablandado ante el pálido rostro de su mejor amigo, pero justo ahora toda su mente y energía estaba enfocada en una sola cosa: llegar a Artemis. Ella siempre fue su meta.

Sus nudillos se encontraban blancos gracias a la enorme presión que ejercía sobre volante, su respiración era errática y descompensada, el latir de su corazón lo sentía fuertemente contra sus oídos. Trataba de mantenerse en calma, pero todo lo que pasaba por su mente era un abanico de oportunidades perdidas en las que pudo haber estado ahí, cuando todo sucedió, sujetando fuertemente su mano.

Él se lo había prometido.

Hace algunos años atrás, cuando su abuela cayó en un lugar oscuro de su mente tras los efectos del químico, se prometió a sí mismo, y a ella, que jamás le faltaría un hombro sobre el cuál llorar, una mano que sostuviera la suya y un abrazo que espantara sus temores.

Él había roto su promesa.

Y quemaba su pecho al reconocerlo.

<< Un rostro de ángel bañado en lágrimas abrió la puerta en aquella noche fría y se arrojó a sus brazos. Los hipos descontrolados estrujaron su corazón, había recibido aquella llamaba mientras dormía y no supo bien qué estaba pasando, pero entendió lo suficiente como para saber que Artemis lo necesitaba. La brisa gélida se coloca a través de su ropa de pijama y, con ella aún llorando sobre su pecho, la elevó para que pudiera envolverlo con las piernas y pasó cerrando la imponente puerta de aquel hogar. No sabía muy bien si aquello era lo correcto, pero los guió a tientas en la oscuridad hacia su habitación y se dejó caer sobre ella.

—¿Qué es lo que va mal?— Le pregunté cuando su llanto se volvió menos descontrolado. Mechón a mechón fue liberando su rostro y dejando que la tenue luz que se filtraba por la ventana revelara sus ojos hinchados y nariz rosada.

Seguía viéndose preciosa.

El brillo de sus ojos bañados en lágrimas le mostraba cuánto sufría, cuánto callaba y él, como todas las veces que aquello sucedía, deseaba poder arrebatar cada gramo de dolor de su cuerpo y llevarlo sobre sí.

—Ella me dijo que estaba cansada— dijo en un susurro—, qu-ue la perdonara.

¿Perdonara?

—¿Qué debes perdonarle?— dije adivinando que se trataba de su abuela, estos últimos ciclos de quimioterapia habían ido apagando aquella hermosa lucecita y carisma que la caracterizaba. No era la primera vez que Artemis lloraba de aquella forma por ella, pero si la primera vez que sus temores se volvían nocturnos.

—Que no crea poder resistir hasta mi graduación.—Contestó. Aquello le arrebató el aire. ¿Era posible que se estuviera despidiendo? Desde la última sesión, todo lo que mamá Andrómeda hacía era dormir y llorar, pero creíamos que no era más que temporal. El dolor tenía que irse tarde o temprano. Sin embargo, ahora tenía a la chica más preciosa del mundo llorando debajo de su cuerpo sin saber qué era exactamente lo que debía hacer a partir de este punto. ¿Cómo recordarle a Artemis que aquello era una posibilidad cuando no se sentía lista para verla partir?

Se retiró de encima muy a pesar de la chica que necesitaba su consuelo y calor, y la hizo sentarse. Tomó su húmedo rostro entre sus manos y, muy cerca de sus labios, le prometió:

—Eres más de lo que cualquiera podría soñar porque ella te enseñó a ser de esa forma. Sin importar qué diga o haga, ella seguirá luchando porque nadie jamás quisiera perder ni un solo momento de su vida. Déjala llorar, seca sus lágrimas y yo secaré las tuyas.— Jamás Edric le había hablado de aquella forma tan íntima, tan honesta y cautivadora. — No te diré las posibilidades que ambos sabemos que existen, pero si te diré lo que no es, ni será nunca, a placer del destino; jamás te dejaré sola. No llenaré nunca su lugar,—"ni el de tu madre" quiso decir, pero mordió su lengua. Una cosa a la vez— pero jamás me perdonaré si no estoy ahí para consolarte, para abrazarte y recordarte cada día quién eres y qué puedes llegara ser. Eres luz, Artemis. Y si estás con ella en este momento siendo su faro, recordará cómo volver a ti y a sí misma.

Jamás se había sentido tan confundida ante su presencia. Jamás su corazón se había desbocado de aquella manera. Jamás había deseado besarlo como aquella noche. Pero Edric solo se acercó lo suficiente para revolver sus sentidos y luego alejarse, él siempre tenía las palabras correctas para el momento correcto, aún así, tenía miedo de preguntarle qué era lo que estaba sintiendo. Así que solo volvió a lanzarse a sus brazos y susurrarle bajito, cerca de su oído, aquello que necesitaba escuchar:

—¿Lo prometes?

Edric sintió su aliento erizar su piel, jamás había estado tan seguro de algo antes.

—Lo prometo. >>

tumblr_njwaho799Y1t164euo3_500.gif
Fuente

Cerró fuertemente los ojos tratando de disipar aquel momento, pero aquella promesa la tenía grabada en los párpados y ahora lo torturaba al cerrar los ojos. La entrada al hospital empezó a hacer presencia frente a él y, contra todos deseos de Gael, Edric aceleró aún más.


Infinitas gracias por leerme.
Siempre será un placer para mi ser leída por ustedes.
Recuerden darle like y comentar si les gustó.
Hasta pronto.
Besos.

Sort:  

Felicidades por tu tremendo y buenisimo escrito, quisiera leer más :)

Graaacias! Me había desaparecido por mucho días. Pero es fabuloso volver y drenar mi cabeza jajajajajajjajaja

Tienes talento amiga, exprimelo y saldrás victoriosa ;)

Muchas gracias, lo mismo pienso sobre ti <3

Que escrito tan hermoso... aveces la vida se nos va y no nos damos cuenta hasta que es realmente tarde

Gracias por leerme!

Espero seguir leyendo tus palabra.

Es hermoso para mi leer esto, gracias!

La motivación es algo de gran peso en esta plataforma, en mi tienes mi apoyo.

Coin Marketplace

STEEM 0.16
TRX 0.16
JST 0.032
BTC 59615.63
ETH 2524.32
USDT 1.00
SBD 2.44