La luna como materialización de las fantasías del inconsciente de ella.
La presente exégesis versa sobre el análisis de la novela corta Tan triste como ella del autor uruguayo Juan Carlos Onetti, escrita en 1963, la cual sumerge al lector en un desencuentro del ser con su existencia, mediante la descripción de un mundo pesimista, por donde vagan , personajes indolentes, seres condenados al fracaso y al peregrinaje.
En Tan triste como ella, la ficción es la precursora de los diferentes aconteceres que tienen aforo allí, estos se proyectan como formaciones del inconsciente materializadas por medio de los personajes, cuyas acciones se encuentran suspendidas en la inmortalidad del tiempo metafórico. Estas manifestaciones del inconsciente o producciones simbólicas cuyas expresiones se representan a través de lapsus, olvidos, actos fallidos, sueños, síntomas, transferencia. Acontecimientos que adquieren un valor significante (Vallespir, 2007: 43). Este sector habitado por los sueños y las fantasías será analizado a partir de las acciones psíquicas y fisiológicas de los actantes.
El personaje de ella, por ejemplo, según los presupuestos de Carl Jung (1962) no ha podido deslastrarse de los acaecimientos de un tiempo pretérito inexorable, en donde su espíritu ha hallado el goce del cual carece la existencia terrenal; este cronos es anhelado por su inconsciente.
Por ende, la luna se reserva como ese lugar sublime, cuya plenitud coincidirá con la muerte de ella, entorno de donde nunca debió salir sin su consentimiento: “no había sido consultada respecto a la vida que fue obligada a conocer y aceptar” (Ídem, 128). En el momento en que fue concebida, fue exiliada y expuesta a las calamidades de la vida que impone la cotidianeidad, por eso este resplandor nocturno para ella simboliza “el surgir y desaparecer así como el continuo aparecer en una nueva forma, que, constituye un profundo símbolo de la idea de «morir y renacer»” (Biedermann, 1996: 277).
Mejor dicho, la luna se resguarda como una materialización del inconsciente de ella, donde construye una zona etérea como mecanismo de defensa de su ego, esto se debe a que la “relación constante entre el elemento del sueño “luna” y su traducción le damos el nombre de relación simbólica, puesto que el elemento mismo viene a constituir un símbolo de la idea onírica inconsciente que “ella” corresponde” (Freud, 1967: 155).
Por consiguiente, esta materialización le viene al personaje en aquellos instantes en que se encuentra desconectada de su corporeidad física, desprendida de la realidad visible, es allí donde su existencia se explica, la cual irrumpe a través del acontecer onírico: los sueños, espacios que se internan en la consciencia para trastornar el hábito y destruir la hegemonía impuesta por la lógica y el sentido común son definidos en la obra como “mosaico hecho con fragmentos de diferentes piedras reunidas por un cemento y en el que los dibujos resultantes no corresponden a los contornos de ninguno de sus elementos constitutivos." (Freud, 1967: 160)
Asimismo, los sueños, como espacios intertextuales donde el sujeto sufre transformaciones, constituyen un material apropiado para establecer un diálogo con la historia que Onetti describe. Por medio de estos el lector tiene acceso al mundo psíquico de los personajes, y podrá hallar respuesta sobre las inquietudes que no quedan claras en los territorios conscientes del discurso.
Finalmente la obra literaria onettiana constituye un paradigma hispanoamericano, visionario, que dejó una huella indeleble en la construcción de los problemas existenciales que socavan al hombre postmoderno. Con su poética restituyó la imagen decadente encubierta por visiones cándidas del mundo, con palabras simples crea un universo complejo que no se permite reducciones (Verani, 2009: 08). Trasciende la linealidad convencional de las estructuras lógicas narrativas para plantear nuevos parámetros de comprensión crítica.
Asimismo, todos estos esquemas se desglosan en personajes cuya desventura alcanza cotas inhumanas como suele suceder en la realidad perceptible, la cual es tan brutal que no permite conjeturas ilusorias, sólo impone su hegemonía y acaba con cualquier intento de construcción utópica del ser.
Referencias:
Biedermann, H. (1996) Diccionario de Símbolos. Barcelona: Paidós.
*Freud, S. (1967). Introducción al psicoanálisis. Madrid: Alianza.
_______ (1978). El yo y el ello. Madrid: Alianza.
Jung, C. (1962). Teoría del psicoanáliss. Barcelona: Plaza & Janés, S.A. Editores.
Klanh, N. (1980). La problemática del género “novela corta” en Onetti. Revista en línea, 2. Disponible: cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/6955/2/19801819P204.pdf Consulta: 2017, agosto 08.
Romera, J. (1980). Elementos para una semiótica del texto artístico. Madrid: Cátedra.
*Vallespir, N. (2007). En torno al anillo mágico. La creación de la narración y de la transferencia en la relación analítica. Revista Uruguaya de Psicoanálisis Revista en línea, Disponible: http://www.apuruguay.org/revista_pdf/rup104/rup104-vallespir.pdf Consulta: 2017, agosto 08.
*Verani, H. (2009). Narrativa.Caracas: Biblioteca Ayacucho.
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Muy estructurado la presentación de la obra muchas gracias por hacer excelente uso del arte con enfoque hispanoamericano gracias... @macondo tierra literaria encarnada por el mismo #GabrielGarciaMarquez
Así es, no me canso de decirlo, grande Gabo! Gracias por pasar. Saludos @wasgyo
.. que buena interpretacion,,/////esta materialización le viene al personaje en aquellos instantes en que se encuentra desconectada de su corporeidad física, desprendida de la realidad visible, es allí donde su existencia se explica
:) Gracias. Resultar ser de esos personajes atrayentes de la literatura. Saludos @cajalias7