Vente a Alemania, Pepe.
La casualidad puso en mi camino esta película a empezar cuando estaba mirando que ver a la hora de la cena, no entraba en mis planes, pero Landa y Sacristán son palabras mayores de los comediantes españoles, así que la dejé. La película, tiene unos elementos que merecen un análisis, aunque sea somero.
Llega Angelino(Sacristán) al pueblo, con su flamante coche mercedes, los del pueblo, están en misa, como no puede ser de otra forma, el irrumpe en la misa, su amigo Pepe(Landa) es monaguillo y bueno, flipa con los ropajes del recién llegado e incluso el cura que es tío del avenido de Alemania, hace una mención expresa. Es importante el papel de la iglesia como aglutinador de la vida en el pueblo, a día de hoy, en el interior de la España que llaman profunda, pero que no necesita escarbar tanto, la vida se sigue rigiendo alrededor de la iglesia y las fiestas que rigen su santoral que a su vez son herencia de tradiciones paganas y romanas, pero eso ya es otro cantar...
El siguiente plano, es un caserón típico de pueblo con su fuego, una gran mesa donde todos comen, a lo bestia, a la española, tinajas de vino, embutidos, amplias raciones de pan, todo desmesurado, como la conversación de Angelino a los bienintencionados lugareños, en Alemania, todo es maravilloso, el marco alemán son no se cuantas pesetas, hay muchísimas mujeres, todas deseosas de hombres hispanos, el trabajo no falta, es decir, todo son parabienes.
El apesadumbrado Pepe, se ve con su vaca lechera, su novia del pueblo, el quiere casarse pero no le da, ella dice que si, pero el quiere más dinero, tiene “ambiciones”, tras varias discusiones con su novia decide irse para Alemania. El siguiente plano secuencia, nos muestra ya a un Pepe en las calles muniqueses, buscando a Angelino, que se supone “encargado” de una gran cervecería. Tras muchas peripecias, llega a una cervecería de mala muerte donde su amigo sirve jarras de cervezas al proletariado al ritmo prácticamente de látigo de su jefe.
Pepe, espera fuera que termine su amigo Asensio la jornada, tras la cual, tiene un segundo trabajo pegando carteles, finalmente van a la pensión donde reside en compañía de otros españoles y le consigue un sofá para dormir. La cena, la señora que regenta la pensión, les pone un cocido de nabos y salchichas con salsas varias, es otro de los momentos reseñables, Pepe, saca la comida del pueblo, el vino, los chorizos, el salchichón, el jamón, se vive una calma tensa entre los Ferrandis, Cuervo, Guillén, se masca la tensión en el aire, hasta que se empieza a compartir de forma salvaje los alimentos.
Ferrandis, es el contrapunto del lado humorístico de Landa y Sacristán, es el español que más tiempo lleva fuera de España, es un exiliado por causas políticas, se da a entender pero no se afirma de forma explícita en ningún momento,el dictador está vivo aún. Esta persona convive entre la nostalgia de España y el rencor a la situación, algo que incluso en nuestros días casi cincuenta años de la realización de la película, sigue siendo una cicatriz mal curada.
Lo cuenta mucho mejor Miguel Delibes en sus crónicas de “Diario de un emigrante”, pero la película no desmerece, hay tráfico de trabajo,en la película por ejemplo,había un conseguidor que les conseguía los trabajos a los españolitos de pro, como curiosidad todos sin papeles, sin profesiones cualificadas, ni conocimiento del idioma, ni ganas de aprenderlo ni conocer las costumbres alemanas. Ahora que nos hemos vuelto tan finos y le vemos “pegas” a todo lo que llega a España, una memoria como la piel muy fina y selectiva.
Otro de los momentos de la película, los españoles, “llenos de amor” van haciendo exhibición de sus “atributos” en los domingos que es el día libre que tenían, se ve una ciudad de Munich vacía, desértica, sin nadie con quien pegar la hebra, la única que le hace caso es otra española despistada que conoce en la estación de tren a la que termina convidando en el bar español de allí a innumerables tapas de callos,tortilla y chatos de vino y él, pobre incauto, no toma ni agua por no gastar, es todo un retrato de miseria.
Termina acudiendo a su compañero a uno de los tres trabajos que tiene para malvivir allá y este le da una tarjeta con una dirección, acude con su amigo, parece un bar de citas, donde ricachonas alemanas de provecta edad buscan el vicio y la molicie, nuestro querido Pepe, parece que tiene suerte y se lleva a la más atractiva del lugar, Asensio, no tiene tanta suerte, acaba con una señora bastante mayor al lado reclamando favores.
Pepe, no las tiene todas consigo, la alemana no quiere amor, no quiere vicio y depravación, lo quiere por su pelambrera española, termina trabajando en un escaparate, donde se le enseña como un antes y después de algún producto depilatorio alemán, de monito de feria vaya, no hace tanto de eso, pero claro, ya nos hemos subido al carro, ya no vemos al inmigrante con esos tratos denigrantes que le podamos llegar a hacer. Ellos, también dejan una familia y una vida detrás, más buena o más mala, pero una vida, ver este tipo de películas, te hace pensar en el respeto que le debemos al otro.
Los mismos españoles que critican que se conserven los hábitos musulmanes, son los mismos que antes de tomar cualquier decisión, gastan una carísima llamada al cura del pueblo para ver qué hacer o no hacer. Los que no consideraban que acostarse con una alemana, fueran cuernos ya que “no son de los nuestros”, no se preocupaban en absoluto en aprender el idioma e integrarse en la cultura de ellos(viven en un ghetto, rodeado de otros españoles), se alojaban agolpados en un mismo piso, hacían dumping social con sus trabajos y cuando cogían cuatro marcos, a salir corriendo a su país.
Como último apunte en la película hay un matrimonio que fue real el de Guillén con Cuervo que eran tristones pero trabajaban en una fábrica, ella se queda embarazada, y bueno lo sobrellevan de aquella manera, entendía que era porque él no quería tener hijos pero no, no era eso era porqué no quería tenerlo en Alemania e iban persiguiendo en su migración, un gran sueño, ahorrar para tener una gasolinera en los Los Monegros, sueño que se interrumpe por haberle dado la concesión a otros, momento en el cual la ilusión, se derrumba.
Ese momento, espléndidamente señalado por Favor es uno que marca otro rasgo distintivo del carácter español que pervive o persiste hoy en día que es el obcecarse en un tema, son calibrar que hay otras opciones no ya igual de buenas sino mejores, probablemente derivado de los miedos atávicos tan bien explotados por la iglesia y el régimen franquista.
Y el sentido trágico de la vida que magnífica cosas absurdas y ante cualquier contradicción, “tuerce el morro” y deja de disfrutar la vida y olvida el verdadero mcguffin de estar en Alemania, ahorrar para un futuro mejor. Al final, la película, como otras tantas españolas de la época, recurre al esperpento y a la solución rápida, Angelino, paga su atrevimiento con la fuga de su novia a la cual le mandaba el dinero que ahorraba en Alemania con otro hombre, y Pepe vuelve al pueblo, preña a la novia, recupera la vaca y trabaja y ahorra en post de otra vaca y conversa con los incautos del pueblo sobre las bondades de Alemania. Lo que viene a ser un triste despropósito.