Sara(Parte 1)
Sara es una chica difícil, no por su carácter que es todo dulzura y silencio, siempre fue así, desde pequeñita y así sigue siendo en el pedestal de sus cuarenta y cinco años bien cumplidos y vividos. Sara, es la hija única de un amor prohibido, de los años setenta allá en la árida Castilla. Su madre, asistía como criada de la parroquia del pueblo y al principio cayó seducida por un cura alto y bien alimentado que la embriagaba con su vibrante palabra y sus modales exquisitos. Era verlo en las dependencias de la parroquia como se quitaba el cíngulo, se quitaba la casulla, el gesto elegante con el que la doblaba y la guardaba en el cajón con una media genuflexión, se sentía húmeda abajo y las mejillas se le arrobaban de tal manera, que muchas veces tenía que pergeñar una apresurada excusa y retirarse a otra estancia donde serenarse de la lujuria y ansias de pecado.
El escándalo terminó saltando como era de esperar en un pueblo pequeño castellano y la dictadura agonizante pero aun vigente hizo que sus padres se apresuraron a ir al sur en busca de un anonimato y tolerancia que por esas tierras escaseaba. Allí un segundo hermano hizo presencia fruto de la relajación de costumbres que la familia disfrutó, no les fue mal, prosperaron e hicieron un buen capital en una Málaga que fue emergente abandonando las telarañas del sueño postindustrial en el que llevaba sumida más de cincuenta años.
El padre falleció a finales de los ochenta, su avanzada edad, le había permitido ver el paso de una España en la cual el sacerdocio había sido una fórmula para salir del hambre y poder tener acceso a estudios y formación a una España moderna, pre europeista que iba a desencadenarse, su único pesar es no haber visto crecer más a sus hijos, pero las vocaciones tardías tienen estas contraprestaciones.
