Paso cuatro

Todo fue un sueño, me di cuenta después, cuando la sangre se detuvo sola y las obligaciones fiscales fueron quimera, pero, empecemos por el principio.

Me encontré en una calle perdida en algún polígono dejado de la mano de Dios, de esos que abundan desde que empezó lo que se llamó crisis, las calles estaban sucias, pero dentro de las desvencijadas naves, se veía luz, no se que hora era, pero a juzgar por la temperatura podría ser noche avanzada.

Dentro estaba Pedro, bueno y otras gente mas, todos en estado de protomiseria,pero él,me reconoció al instante, y me ofreció su siempre inquietante abrazo y amabilidad. Notaba sobre mi, las miradas expectantes de los otros, ellos podían oler mi miedo como yo el lacerante olor de cuerpos que no habían conocido la más mínima de las higuienes desde la noche de los tiempos, o de los malos tiempos, podríamos decir.

Me hablaba Pedro de sus condiciones,me señaló una esquina iluminada, con un colchón que era una pura mancha donde se recostaban él y los otros miserables. Me empecé a sentir mal, por la confusión del momento, supongo que me sentí culpable de su situación. Intenté mantener la compostura y dentro de mi practicidad, buscar una alternativa residencial, les hable de los altillos de muchas naves y locales industriales.

Pedro, con su habitual cortesía me dijo que sí, que conocía uno en el que se quedaba de forma esporádica, supuse que cuando acuciaba el frío, el hambre o simplemente la necesidad de un espacio íntimo en medio del horror.

Subimos una escalera y llegamos a lo que era un cristal de colores, como una ajada vidriera, me enseñó como entraba, dentro se veía luz y un entorno bastante más confortable, me acerqué para ver mejor y súbitamente, de un rápido derechazo rompió un fragmento de cristal con el que casi secciona mi cuello.

Notaba la sangre manar, me zumbaban los oídos en medio del silencio que fue interrumpido por los reproches de Pedro, el cual me culpabilizó por primera vez en todos estos años de su situación, el muy cabron hijo de puta, había intentado acabar con mi vida, huí como pude , zanfandome de él, w intentando despegar del suelo los zapatos adheridos por la sangre pegajosa que empezaba a acumularse a mis pies.

Debería plantearme darme de alta, hacerle un contrato, ya veré qué categoría, la cosa, como siempre,se demora, pensé.

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