Miriam, historia de un desarraigo(2de..)

El café, finalmente intrascendente como tantos de tantas cafeterías hoy en día, bajo el signo de la gran marca de vender la leche a precio de oro con miles de opciones a cada cual más desatinada, nunca la espuma, estuvo tan cotizada.

Observó distraída las mesas colindantes, buscando refugio para ese aburrimiento que se le enroscaba en la nuca y la hacia estar rigida siempre rigida, tanto sacrificio por la incipiente carrera de su hijo, y claro, al ser ella funcionaria y estar liberada por las tardes y un marido cumplidor pero con jornada continua, no le quedaba más remedio que continuar esa tiranía de los menores por el bien familiar.

Seguía presa de los recuerdos que había abierto la esclusa el mal café(definitivamente estaba malo), trece años, madre mía, trece años y lo tratamos como si fuera un bebé, con esa edad ella ya estaba haciendo carrera para conocer a muchos antecesores del que luego fue su marido, la compra, tirar la basura, ir sola al instituto que estaba a buenos quince minutos a paso rápido, cuchichear con las amigas, las paradas solitarias con ese chico que te decía cosas bonitas, el rubor de la vida, el querer más y el freno de la hora enarbolado por los padres apenas disimulado por excusas de las buenas amigas de esas que nunca han roto un plato.

Su hijo, es un estudiante brillante, en eso se parece a ella, no parece que nada se le de mal, es disciplinado como su padre y no provoca ni una marejadilla en la vida familiar, el ser hijo único no le pesa, no es caprichoso, es educado, vamos un aburrimiento de adolescente. Se ríe para sus adentros cuando las otras madres les cuentan las travesuras de sus hijas, que llegan con ese olor a feromonas el pelo no revuelto si no cogido en un moño pero a veces hasta con otra ropa distinta a la que llevaron, esa mañana, cuando salieron de casa, ese ansia, ese deseo, Adrian, nada, pero eso si, hay que escucharlo interpretando música, con un piano entre las manos y eso que no puedo decir que sea lega en la materia, emociona, si que emociona, queda poco ya, en hora y media, me apresto a recogerlo.
(Imagen obtenida de Pixabay.com)