Historias de un ferroviario. El babas
De normal, en la estación, tenía el turno de noche, era más tranquilo, pagaban mejor y después de echar un leve sueño en la casa, me daba para las labores del campo en el cortijo familiar. El tener una esposa enferma y cinco hijos a los que alimentar, no da para muchas distracciones, estación, dormir, las olivas, el huerto, las gallinas, dar de comer a los perros, algún café y vuelta al trabajo, así al menos seis días a la semana, no teníamos la constancia de hoy en día del aburrimiento, ni de la necesidad de lo lúdico. Cuando el hambre aprieta y ves que la miseria campa a tu alrededor como una mala hierba que no para de crecer, no da lugar a divagaciones.
Tenía compañeros que tenían pasquines, que hablaban de socialismo, de lucha obrera, de revelarnos, de nuevos tiempos, yo callaba, no por cobardía, tenía un buen trabajo, ferroviario, como habían sido mis abuelos, mis padres, les pilló la guerra, no tuvieron tanta suerte, fueron aparceros, iban trabajando de finca en finca en la campaña que les tocase, cada quince días a lo sumo un mes si la campaña era buena, tocaba mudanza, los pocos pertrechos, los hermanos, un trozo de tocino salado, unos huevos, si era época y algo de harina para unas migas, unas gachas, unos andrajos, dependiendo si podíamos cazar una liebre, un conejo, robar lo que se podía de las huertas lejanas, mondas de patatas relavadas, las partes más duras de las berzas cocidas con una corteza de tocino, ese era nuestro pobre sustento, asi que mi vida en la estación, con jefes a 500 kilómetros por teléfono, vestido, calzado y con un jornal suficiente para alimentar las bocas y aun un restante para ir comprando más olivas que me garantizasen el sustento el día de mañana y dejar algo a los hijos y continuar la labor de los abuelos.
Cosas sencillas, en un mundo tan precario, no hay lugar a las grandes gestas ni los grandes cambios, la estabilidad, el aburrimiento, el amén ya era bastante. No os creáis que nos aburrimos no, éramos gente alegre, sin doblez, que nos reíamos de las cosas cotidianas, ya os he comentado en alguna ocasión que estábamos todos bautizados, hasta los jefes, con respeto, pero sin perder la sonrisa, llevábamos el día a día, entre iguales.
Me ha venido el recuerdo, de uno que le perdí la pista al poco, no volví a saber de su vida, el Babas, lo llamábamos asi porque el hombre, serio, seco y taciturno como el último bacalao que perdura en la tienda, muchas veces, cuando con la comida hartos de habichuelas y vino, nos retiramos a los camastros, nos lo encontrábamos el primero, sentado en las camas, con la cabeza entre las manos y cuando le llamábamos, siempre le colgaba unos hilos de baba de la boca y los ojos anegados de lágrimas no sabemos si por unos padres con mala suerte, algún amor que se frustró o el recuerdo de una tierra que no sabemos si llegó a pisar.
El babas, era gallego, entendemos que estar en este infierno de la estación de Alquife, sin ser del lugar, tenía algo que ver con ajustes de cuentas con las cabezas del régimen(ya se sabe cómo se llevaban las disidencias, y dar gracias a Dios por estar vivo)
El tema, es que era blanco, largo, con esa voz y ese tono de los gallegos que no sabíamos si hablaba o penaba y esa tendencia a la melancolía que con ayuda del vino se transformaba en llanto, en baba, que empañaba el azul de los uniformes y que ya después de unos años, ni se preocupaba en disimular del resto de los compañeros.
El babas, era el que limpiaba, iba perenne con un cubo y una mocha, limpiando aquí y por allá lo que los escasos pasajeros dejaban, los restos de la cantina, las letrinas más tarde que pronto, aunque tenía ordenado unas cuatro veces mínimo al día. Era muy de regar con producto, fue todo un precursor en eso, de abusar del zotal y de la lejía para que pareciera todo recién limpio y básicamente, lo que hacía era escanciar generosamente chorros y chorros.
A mi me tocaba llamar a intendencia, a dar los partes de los productos de limpieza que tan generosamente al modo de sus lágrimas, el babas derramaban. Desde intendencia, me llegaban las voces, pero otra vez, pero ya ha gastado, pero si este hombre gasta más producto que el resto de las estaciones del eje Linares-Baeza, yo les contestaba irremediablemente lo mismo, nosotros, somos de campo, nos apañamos con un árbol y un reguero de agua donde limpiarnos, pero dile algo a los guiris de la mina o los escasos viajantes ávidos de higiene..siempre igual, siempre llegaban los productos en el siguiente convoy de mercancías y luego el resto, pues ya era dominio del Babas.
Me ha venido una anécdota a la cabeza, al hilo de lo que os contaba el otro día del bestia del Vivas, estaba yo ya recogiendo mis cosas, para coger el siguiente vagón hacia Linares, me tocaba mi descanso, cuando súbitamente, entró el Babas a mi caseta, llamándome a voces,¡ ven ven, corre ven!, le seguí, me llevó hasta las letrinas, yo pensando que mierdas me irá a enseñar, este, pues sí efectivamente mierda, unas pelotas negras con tropezones de arroz con habichuelas, es el botín que había dejado el Vivas en el vater que por mucho que tirase de la cadena no había forma de que eso se fuese, ese hijo no deseado de una olla para once.
Esa vez es de las pocas que recuerdo riendo al Babas, con lágrimas de la risa, en vez de la melancolía y el llanto como era lo habitual en él y eso que le iba a tocar vaciar la letrina de las deposiciones de semejante acémila, daba igual, ahí reiamos los dos a todo pulmón festejando la hazaña, así era la vida, sencilla. sin más.
Muy buena historia. Te sigo.
Hermosa y delicada forma de contar tus historias, atrapas en cada palabra. Enhorabuena, el equipo Cervantes apoyando el contenido de calidad.
Upvote this reply and follow https://steemit.com/@a-0-0
hey you must try this they are offering free 30 days upvote service for limited time. i am using it for 2 weeks, They upvote my every new post Click here to see the offer
Creo que es oficialmente la primera historia que leo de ti, y pues me ha encantado. No creo que pueda encasillarlo en un genero, ésto ha tenido varios tonos durante todo el proceso, así que me quedo con novedoso y listo. ¡Un abrazo, maastro!
Muchas gracias, es un honor, intento saltar de un genero a otro sin ningún tipo de pudor, siempre me gustó la mezcla y steemit es una oportunidad grandiosa para ir experimentando y depurando estilos.
Pienso lo mismo. Steemit me ha ayudado demasiado en ésto que siempre he querido: escribir y encontrarme a mí misma en ello.