El Palo

Dicen los expertos, que este verano será más suave, tendremos calor, como es propio a la estación pero las máximas irán diez grados menos que los veranos más duros. Una plaga de medusas, ha invadido las costas malagueñas, desde Torrox hasta Torremolinos, bandadas de pequeñas medusas altamente molestas campan las orillas como un papel de burbujitas con alto riesgo en su contacto.

Encontrar aparcamiento fácil, en la costa este de Málaga, es una quimera, pero no algo irrealizable, dos años de vivir intensamente el Palo, da para eso y para más. El Palo, para los neófitos, es un barrio de Málaga, situado en la zona este, es su barrio más oriental, pero no por asiático si no por situación geográfica, barrio marinero, barrio de viñas, actualmente vive el contraste entre población misérrima y las rentas más altas de la capital, todo ello trufado por una población constante de extranjeros al calor del Centro Internacional de Español de la Universidad de Málaga que se encuentra situado en su centro( no las cuatro esquinas pero próximo, lo que sería el centro real para un profano de El Palo).

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El invierno, es duro en El Palo, la presencia tan constante del mar con las bajas temperaturas, da lugar a un numeroso contingente de fenómenos metereológicos que desconozco, la luz es más luz aquí como ya se encargó de reflejar su alumno más brillante, Ortega y Gasset. El Palo, es un vivero fecundo de escuelas concertadas jesuitas, que tienen la amplia gama con el San Estanislao para los más pudientes y de buenas familias(no en vano conozco generaciones que han estudiado acá abuelos, padres, hijos y a la espera que entren los nietos), y para las clases más humildes, lo que se conoce como el ICET que son las escuelas profesionales del Ave Maria.

Entre los arroyos Jaboneros y Gálica, hay toda una pléyade de personajes que se van ganando la vida cómo pueden, las casas ilegales en primera linea de playa a fuerza de estar y de años han sido legalizadas, los merenderos(en Málaga, no hay chiringuitos, aquí lo que hay son merenderos, a pesar de la extensión del otro nombre con la banalización del mismo)

Se extienden pequeñas caletas, debido a los espigones artificiales que se impusieron a mediados de los años noventa desde más allá( Los Baños del Carmen) hasta llegar al puerto deportivo, conocido como El Candado que marca el límite territorial de El Palo, más allá La Araña, que pertenece a otro municipio, pero igualmente hermano en lo reducido y peculiar.

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La playa, está abarrotada, se ve que la gente se ha aferrado con ganas a los primeros días de un tardío verano que por vez primera en años va a casi coincidir con su equinoccio. El sol, está claro, te modula el carácter, ves las cosas de otro modo, necesitas menos. La playa es una marea de carpas, de familias provistas de todos los enseres necesarios para echar un día de playa superlativo en el comer y el beber, yo busco sardinas a la brasa, busco una mesa libre en el abarrotado paseo marítimo, los carteles de reservas priman sobre las vacías, está claro, la búsqueda de la familia cuanto más numerosa mejor para una mayor comanda.

En un oasis de césped, un señor mayor, prácticamente yace al sol, bajo la leve sombra de las palmeras, una señora que probablemente sea su esposa, se empeña en untarle crema, el hombre ni se inmuta, parece que solo quiere morir morir al sol, tostado bajo la visión 360 de cuerpos jóvenes, fecundables que le hacen desear no estar vivo, mientras su solícita esposa le extiende el factor cincuenta y a la vista tiene el after sun que avecina que en una hora a lo sumo le toca meterse dos horas de coche con la masculinidad humillada y el deseo ardiéndole en la garganta como una mala resaca de ginebra.

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Conseguimos mesa, creo que mi camisa hawaiana y mis acompañantes de pelo ígneo, despistaron al regidor de mesas, deseché con delicadeza sus ofrecimientos de pargos, lubinas, rapes, calamares y emperadores a la brasa de olivo, en su lugar unas humildes pero extásicas sardinas, unos boquerones al limón, un plato de arroz del día y proletarias cervezas por encima de los ofrecimientos de barbadillos y demás vinos amontillados.

El camarero, que después le pregunté al serme familiar el acento(venezolano), torció el gesto de primeras, musité como excusa que habíamos vivido dos años en El Palo, relajó la tensión y se conformó con la comanda, no tomamos postre, no dejamos propina, cobraron el pan, una pena, el pescado excelente, mejor venir entre semana.