Bajo el barro y la piedra

in #spanish6 years ago

Cuando falleces en una ciudad que no es la tuya y las obligaciones de tus descendientes impiden que las cenizas reposen donde les corresponde, pues pasa eso, que acabas en una vitrina con flores y una vela y te conviertes en parte participante del día a día de la casa.
Sí, lo han adivinado, estoy muerto, o al menos no estoy vivo tal como se conoce, no podría explicar el estado, de todas formas, es parte de “lo que se pasa en el partido se queda en el partido de los no vivos” al menos.

No os confundais, no soy un vampiro, ni un zombie, ni un caminante blanco, ni ninguna modernidad de la primera década del siglo XXI. Soy un simple difunto, cuyas cenizas, siguen formando parte de la cotidianidad de mi familia y mi parte espiritual o el entendimiento como quieras llamarlo, es como un hilo de red que pende del recuerdo que se tenga de mí, es complejo de explicar, pero por simplificar, por eso, es importante recordar a los difuntos, nos dais una oportunidad de encontrar una alternativa a la vida tal como es entendida por vosotros.

Se que resulta raro que un finado os escriba, pero siempre fui dicharachero, con gusto a las teclas a la blockchain y todo eso, por lo que sigo conservando alguna que otra prerrogativa, no se que pasará con el traslado de mis restos y la pérdida del contacto más íntimo con la parte viva de mi familia, desconozco a día de hoy si la presencia de mis ancestros en la tumba familiar, me dará algún tipo de cauce, para poder seguir divagando esta y otras razones, de forma continua, eternamente lo veo como un concepto erróneo, queda claro que he dejado de pertenecer al continuo espacio tiempo vinculado a la carne de la existencia humana.

Han pasado unos meses, noto la presencia de mi casa, de forma opaca, se me hace raro definirlo, no puedo decir que sienta una paz por el final deseado, ya que no puedo decir que me sintiera mal de formar parte del atrezo de la casa, de esa suerte de altar pagano que me hacía vincularse a la cultura romana, a las raíces de algo. Si hay algo que echo de menos, es saber más de mi bisnieta, a veces siento percibo su energía creciente, ecos de su voz y su risa, fue mi más fuerte vinculo a la vida, en esos momentos que vi claro que mi tiempo aquí había acabado, que esta vez, la guerra estaba perdida, no me puedo quejar, han sido casi cien años, bien vividos.

En la iglesia, lo he sabido por el eco familiar, como ondas que conoces, no voces, siento algo no sabría como decirlo, tantas voces y almas unidas en comunión, hace que algo llegue, es curioso, nunca fui muy beatona, iba a misa primero porque había que ir y luego como una forma de vida en los pueblos que se deshilacha después de los rezos el día a día cotidiano del pueblo y sus descendientes.

Las sepulturas, no están frías, tampoco se está solo, ni acompañado, es básicamente lo mismo, que estar fuera, estar en la estantería, se siente una onda, por su vibración, se que son los míos, pero aun no se interpretarlo, no se unirme a esa forma de música, tendré que aprender…

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Fuente

Gracias por estar vivos

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A pesar de la dureza del escrito, es magnífico. Un regalo literario.

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