A ciencia cierta
Despertar de lo que parece fuera el ruido de una cortadora de césped, la luz entra de forma intensa por la ventana a través de una persiana descolgada, medio rota y la cortina es el resto inexistente de unas telas en un raíl anquilosado. Ese olor húmedo, vegetal y profundo a hierba recién cortada, me hace incorporarme para respirar mejor, con más fuerza.
Estoy en una casa que no conozco, a mi lado en la cama yace dormida lo que parece ser una chica algo gruesa, de procedencia vagamente inglesa por lo níveo y abundante de sus periformes nalgas. Un olor a sábanas sucias, sudadas de sexo y multitud, desplaza las intermitentes vahadas herbales procedentes de la ventana no se si parcialmente entreabierta o tiene roto parte del cristal y por ahí penetra.
Noto el lastre casi mineral del sabor de la cola y ron barato en el paladar, la frente se va perlando de gotas de sudor frío,me es demasiado familiar la sensación. Veo mi pantalón a escaso medio metro de la cama,al alcance de estirar la pierna y arrastrar. Está mi móvil y la cartera, el móvil, tiene la señal parpadeante de un mensaje, tengo las lentillas secas de tanta cama, tanto alcohol y la punta de la lengua rasposa y en los labios el agrio sabor de ella y un pelo probablemente púbico fijado no se si con la saliva resecada de la mala postura exhausto de la noche o por su textura aún entre granulosa y un pelín húmeda, probablemente, pensé con una sombra de nausea, resto de flujo vaginal de ella.
Apenas me da por ver el mensaje del aturdimiento y la sequedad en los ojos, es el mismo de dos amigos distintos en dos momentos de la agitada noche de la cual todo son flashes, “todavía te sigue buscando la poli”, no entiendo el significado, soy incapaz de enhebrar una ráfaga de pensamientos de anoche, concatenar una secuencia lógica de acontecimientos que me llevase a esta casa, esta cama y esta mujer de los que nada se.
En medio de mi agitada respiración, siento ese impulso familiar, que sube como la lava a través de mi garganta, apenas dispongo de unos segundos, el olor fuerte de la hierba con el calor reinante de la habitación ha desencadenado el cataclismo, me apoyo torpemente en la cama intentando buscar un punto de equilibrio que he haga de palanca para levantarme, aplasto sin querer la blanquecina y gruesa pierna de mi desconocida acompañante que apenas murmura un “Fuck” mientras se gira lo suficiente para no ver como me desplomo antes de salir de la habitación y regar el suelo de moqueta que absorbió generosamente todo lo que mi maltrecho estómago tuvo a bien regurgitar, unos pies presurosos me esquivan, una belleza desnuda y altiva no pierde ni un segundo en ver mi semicomatoso estado y se encierra en su habitación, la siguiente en lo que parece un largo pasillo, apenas tengo un segundo para ver el fulgor azul de sus ojos de crisocola y la leve sombra de su parcialmente rasurado pubis.
Me limpio como puedo los tropezones de la fiesta, tambaleandome, como una bola de pinball contra las paredes del pasillo hasta lo que parece un baño, pero no, es una cocina, me limpio mi desnudez cubierta de trozos indeterminados de comida, el olor a pescado del paño de cocina me hace vomitar un poco más sobre el fregadero, me enjuago, bebo agua, está buena y muy fría, me espabila, me sienta bien.
Acudo a una nevera cercana, bebo de un solo trago un cartón sin abrir de lo que parece un zumo de arándanos, abro un loncheado de queso que me sabe a gloria acompañado de unos pellizcos de un pan oscuro, con un sabor intenso a centeno y alcaravea que estaban en la encimera, veo pasar una leve sombra de otra ninfa apenas vestida de una combinación negra elegante que mira sorprendida ante mi presencia voraz con su nevera, tapo como puedo mi impúdica erección, la naturaleza resurge, el zumbido de la cabeza ha dado un respiro, musito un “sorry” y abandono la cocina, voy por el pasillo por la puerta entreabierta, sorteo la pota que marca el cuarto del cual procedo, y empiezo a vestirme con lo que voy encontrando de mi ropa, los vaqueros una camiseta,un jersey, chaqueta...no hay forma de encontrar los calzones, quedarán como recuerdo de mi triste estampa.
Salgo hacia la luz, no hay rastros del jardinero, el sol brilla y el aire tiene fuerza de vida y primavera, salto como puedo la verja de lo que parece una casita baja, sonrío, corro calle abajo, no se que me deparará el día.
Que bueno tu escrito, gracias por compartir, inspirador sin duda. El equipo Cervantes apoyando el contenido original.
Muchas gracias, la inspiración de los musos y un poco de tecla
Follow me