14052018
Esta mañana, cuando volvía de la cocina al salón con el café para el desayuno, he visto algo raro en el salón, Eko, miraba expectante por la ventana, he dejado la taza y he ido a mirar que le llamaba la atención, en el bloque que hay enfrente de la casa, había una gaviota, no suelen verse a esas alturas, el bloque es alto, se la veía atareada con algo, al principio, pensé que era una paloma, después un gato, porque tenía rabo, después he visto que era una rata. Después de matarla, se ha entretenido con su duro pico en ir adquiriendo trozos de su recién adquirida presa por el gaznate, me ha dado mucho asco, se ve que escasea el alimento en los basureros o el mar por esta época, es la primera vez que veo algo así, he retirado a Eko del visionado del espectáculo, el café me ha sabido pésimo, lo he tirado, he hecho otro.
Anoche, fue la noche en blanco en Málaga, me dispuse a ir, hasta me instalé una app en el móvil que me ayudara a ordenar la multitud de actividades, antes de nada decir que en lo que respecta a las actividades, este año, me pareció decepcionante, no obstante me lo pasé muy bien por otras razones. De las actividades, vi una niña tocando un piano blanco frente a la catedral, un concierto de música clásica en el lateral de la catedral, un coro por las letras de estilo religioso en calle Alcazabilla, abiertas iglesias y casas hermandades ofertando su iconografía religiosa y había un concierto de un grupo recientemente revivido en la plaza de la Constitución.
Otros años que he estado, he visto actividades en las distintas plazas de carácter más cultural, ecléctico y alternativo, me temo que como en otras tantas cosas, las cofradías y la hostelería están imponiendo su peso en Málaga.
Tuve la suerte de pillar una buena mesa en un local muy concurrido de comida argentina, un asador más específicamente en plena calle Beatas de Málaga, la cena fue fantástica, transcurrió por unos cauces idóneos, la conversación fluyó y la comida fue suficiente y de máxima calidad. Dos pensamientos cruzaron mi cabeza, el primero es la pesada carga que suponen las barbacoas familiares, primero por la disparidad de gustos que impone la mayoría en la cual no termina entrando apenas alguno de mis gustos o peticiones, el tener que estar en el proceso de encendido, búsqueda de leña, carbón, palitos para encender, limpiar plancha, preparar la carne, colocar la parrilla, controlar la brasa, todo ello con mil manos interfiriendo y escasas ganas de hacer absolutamente nada.
Nada como pagar el precio que te pidan por la carne que tu quieres y comerla en paz tranquilo sin ese desasosegante trabajo previo que le quita todo el placer a degustar un buen plato, en su punto, a la fresca y con una copa de vino, mientras sonríes y te reconcilias contigo mismo,
El otro pensamiento, es que antes de ese momento de placer, había otras personas esperando, una pareja de más o menos la misma edad, al menos él, ella era una rubia alta muy delgada de una belleza tan frágil como una amapola mecida por el viento de Mayo. Al sentarnos, casi simultáneamente en dos mesas libres, ha habido un momento, que nos hemos quedado por azares del destino, cada uno solo en su mesa, yo la he mirado, ella ha sonreído, he tenido que apartar la mirada avergonzado, luego ella ha entrado dentro su marido o pareja se ve que quería mesa en el interior. En el momento, no sabía cómo sentirme, al día siguiente, más sereno y sin la euforia del alcohol, he pensado que igual ha sonreído al ver mi camiseta con el oso símbolo de Berlín serigrafiado, es lo más lógico y normal. Vanidades…
Cuando estábamos ya terminando, se han sentado en una mesa cercana un grupo de chicos de mi edad que se ve que estaban de fiesta, despedida, o algún tipo de celebración, ya venían calentitos, han desesperado a la camarera con su dispersión a la hora de elegir los platos, los malos modos, las risotadas, los golpeteos como orangutanes en la mesa su consumo exacerbado de cerveza y el trato poco respetuoso a la camarera que los atendía con una paciencia casi infinita.
Cuando he pedido la cuenta, me ha dicho medio en broma medio en serio si se podía venir con nosotros, la chica claro, la camarera, he sonreído, me he sentido mal, qué poco aprendemos que “manada” somos aun en día. Le he dicho que íbamos a tomar el helado que estaba invitada, nos ha sugerido una heladería cercana con un delicioso helado de dulce de leche, hemos hecho caso a su invitación, le he dejado un euro de propina, se lo ha ganado a pulso. El helado,por cierto, buenísimo.
Todas las ilustraciones, son de Mikel Jason, un ilustrador que he conocido su obra a raíz de un artículo de psicología que he leído y me ha encantado su mirada, super personal, será muy conocido pero para mi lego en estas materias, ha sido todo un descubrimiento.
Este post ha sido votado por el Proyecto Witness @cervantes. Saludos :)
¡Comparte el artículo, hombre! Me encantan las ilustraciones, por eso siempre las uso. ¿Tú día a día? ¿Un relato? ¿Una mezcla de ambos? No me aburrí ni por un segundo.
Gracias, en el enlace de esa foto, viene el artículo!!
Excelente post amigo. Éxitos!
Muchas gracias, igualmente!