Tenemos que hablar de Kevin | viernes de peli

Hace aproximadamente cuatro años entré a una sala de cine de películas no comerciales. En esa ocasión fue el Celarg (Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos), ubicado al este de Caracas.

Tenemos que hablar de Kevin, así se llama la cinta que fui a ver gracias a la invitación de mi mejor amiga del liceo. No me dio chance de leer la sinopsis (cosa que acostumbro a hacer cada vez que veo un film). Llegué justo a la hora de la función.

Primero que nada fue una película que tuve que volver a ver apenas llegué a mi casa. La busqué en YouTube y para mi fortuna, la conseguí.

Es una historia que de entrada enamora por el tiempo de presente y pasado en el que transcurre la cinta. La fotografía y escenas perfectamente actuadas dejan al espectador inmóvil desde el inicio hasta el fin.

Foto: Fuente

Tenemos que hablar de Kevin… es esa historia cuando una pareja decide traer un hijo al mundo luego de pensarlo infinidad de veces. Ella, Eva Katchadourian, era quien se negaba a la posibilidad de ser mamá; mientras que su esposo, Franklin, deseaba ser papá. Y sí, se decidieron, porque también a ella la atormentaba que su reloj biológico estaba marcándole la pauta de su cercanía a los 40 años de edad.

Nació Kevin. Un niño súper difícil desde su nacimiento. Eva y Franklin, ambos profesionales y de buen estatus económico, no tenían un manual para ser padres, pero trataban de ser los mejores posibles. Eva tuvo un embarazo un poco pesado, no le gustaba la presencia de su preñez, pero no le quedaba de otra.

Kevin atormentó a sus padres con unos interminables y profundos llantos. Su primera palabra la pronunció pasados los tres años de edad. Eva, lo llevó a un médico para que lo revisaran a ver si éste tenía alguna condición especial. ¡Kevin estaba perfecto! Solo que era un niño desafiante, si mamá le pedía que pronunciara alguna palabra, él no lo hacía en ese instante, sino cuando a él le diese simplemente la gana.

Se acostumbró a que su mamá le cambiara los pañales… ¡hasta los siete años! Pero Kevin era diferente cuando estaba con su papá. Hablaba, jugaba videojuegos con él. Era un niño normal, pero las miradas que le lanzaba a su madre eran retantes, como queriendo decir: “con mamá y papá hago lo que quiero, siempre”.

Eva intentaba dar amor a su hijo y éste siempre le salía con alguna antipatía. Pero cuando su padre llegaba a casa, era un amor con él.

Un momento de acercamiento amoroso entre madre e hijo fue cuando Kevin enfermó con un virus y se dejó consentir por su madre, mientras ésta le leía un cuento de Robin Hood y… ¡ahí empezó su fijación por este personaje que se caracteriza por su vestimenta verde y sus inseparables arco y flecha.

Su padre le compró diversos arcos y flechas para que Kevin practicara su afición en el jardín del hogar. Cuando éste tenía aproximadamente ocho años, nació su hermanita Celia, a quien le echó agua en la cara en la habitación cuando apenas acababa de nacer.

A medida que fue creciendo, su comportamiento fue cada vez más hostil, amargado, haciéndole maldades a su hermanita y Franklin haciendo caso omiso ante los comportamientos inadecuados de su primogénito. Actitudes que Eva puso sobre la mesa para conversarlo con Franklin, pero él nunca le hizo caso. Atribuía el comportamiento de su hijo como cosas de la nueva generación.

Una vez llegó un pedido pesado al hogar de los Katchadourian. Eran unos candados gigantes. Franklin le preguntó la razón del porqué había comprado eso y Kevin dijo que había aprovechado unas baratijas que vio por internet. Franklin asintió, aplaudió la acción de su hijo y no indagó más.

Eva siempre quiso un acercamiento fraternal de madre e hijo, pero Kevin siempre la rechazaba o le saboteaba sus cosas. Por ejemplo: un mural de países que con mucho entusiasmo había creado Eva, pues Kevin lo dañó con una pistola que arrojaba pinturas. Era un niño sumamente difícil, pero solamente su madre se había dado cuenta. Para Franklin, Kevin era perfecto.

Pero ocurrió lo inesperado. Mientras Eva trabajaba, recibió una llamada de emergencia de la secundaria en donde estudiaba Kevin. Momentos de estrés por llegar al lugar… y lo hizo.

Ambulancias, policías, gente alarmada.

Eva, en su desesperación, llamó a Franklin pero nunca le contestó las llamadas.

¿Qué pasó?

Puedes verla y después debatimos. ¿Te parece?

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