La muerte.

Se anuncia cuidadosamente porque a veces cuando es fulminante no causa el mismo impacto que cuando da indicios de su llegada.

Fría y muy calculadora, cada paso está contado, cada hilo poco denso, cada respiro, cada latido, incluso bajo un efecto mariposa; al final siempre obtiene un resultado, no se cansa porque le encanta.

Sacia su sed con las vidas que toma, le llaman "señor" y otros "señora", le dieron personalidad e imagen como si de humano se tratara, como si fuera un ser viviente, lo cual es imposible, la muerte no puede estar viva porque si lo está a ella/él también le llegaría su hora final.

Es odiada por muchos, amada por pocos y aceptada por unos cuantos.

No es mujer, no es hombre, no se sabe que es, lo cierto es que esconde un horrible deber.
No llora, no ríe, no sabe querer, no tiene compasión, no escucha, no sabe leer, no respeta y disgusta al que con ansias la espera ver.

Dejó dicho que vendría en un año, luego dijo que un mes, soy joven pero la sigo esperando, creo que se tardará en volver.

Cuando ser el humano está obstinado y cansado de respirar de ver pasar los años, de caminar, se empieza a preguntar cuándo llegará, en donde está y cómo será.

En estos tiempos las puertas tiene abierta en muchos lugares, en los bares por las noches, en las esquinas oscuras, en el camino hacia las casas, sin importar las razas y mucho menos los colores.

Siempre ha paseado entre nosotros pero ahora sus paseos son más constantes, más comunes, atemoriza a las personas por cualquier razón, de cualquier manera, no tiene opción.

Jamás se equivoca aunque a veces pareciera que sí.

"Ven, Muerte, tan escondida que no te sienta venir, porque el placer del morir no me vuelva a dar la vida".

Fuente

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