"La despedida de soltero" - Por K.E.
Era un viernes aburridísimo en el trabajo. A eso de las 3:30 pm ya estaba hasta la madre de cosas por hacer. Solo me apetecía irme a casa y descansar.
En ese momento sonó mi celular. Atendí y escuché la voz de Luis al otro lado. Luis fue un chico con el que salí hacía un tiempo.
—¿Qué haces? —me preguntó.
—Estoy en el trabajo —respondí algo harta.
—¿Bebemos algo cuando salgas?
Acepté y paso buscándome en su auto. Había comprado un par de botellas de vodka y muchas cervezas. Cuando lo vi, noté que estaba nervioso. Le pregunté si estaba bien y me respondió que sí, sin darle mucha importancia. Fuimos a su departamento, en donde bebimos hasta quedar mareados. Ya sabía en qué terminaría aquello. Por suerte venía preparada.
Comenzó a besarme y no me opuse. Me agarró las nalgas con fuerza y me cargó para dejarme caer el en sofá. Se sacó la verga de inmediato. Luis no tenía muy buen físico, pero era delgado y con un pene enorme. Me lo acercó para que comenzara a darle sexo oral. Comencé a chupar gustosamente. El olor a alcohol estaba en el aire y neutralizaba su aroma a sudor. Después de un rato, cuando estaba segura de que ya lo tenía duro, era mi turno. Me desnudé toda y comencé a darme golpecitos en los senos con su pene, como toda una campeona.
¡Ya estaba listo! Sin dudarlo, hice lo que el cuerpo me pedía; me puse en 4 patas y levanté lo más que pude el culo. El hombre me paseó la polla por todo el centro de la espalda, hasta llegar al centro de mis nalgas, dio un par de golpecitos en mi ano y me estremecí.
Lo que sentí a continuación me sacó un par de lágrimas. Me penetró hasta el fondo de golpe, y lo sentí rústico a pesar de que le había dejado la polla resbalosa de tanta baba. Continuó dándome sin piedad mientras su pelvis aplaudía contra mis nalgas. El sudor resbalaba por mi espalda y yo me movía para que llegara más adentro.
En ese instante estaba ya a punto de correrme, y su teléfono repicó rompiendo el sonido de los gemidos y la fuerte respiración. El muy descarado me lo sacó y se fue a atender la llamada al baño. Al cabo de un rato salió y me dijo:
—Lo siento, debo irme, se me presentó una emergencia familiar.
—¿Es en serio? —le pregunté incrédula.
Me vestí como pude, intentando disimular mi enojo. Me llevó a casa y se disculpó, sin embargo seguía cachonda. Una vez que estuve sola, fui a mi cuarto y me masturbé con una furia que me dejó las piernas temblando y me hizo cambiar las sábanas de lo mojada que quedaron.
Pasaron unos días y me puse a revisar mis redes sociales, cosa que no hago muy seguido porque me aburre. Y cuál fue mi sorpresa al ver un estado de Luis en el que decía “Luis se ha casado”, acompañado de un foto con su novia muy campantes en la puerta de la iglesia.
—¡Hijo de puta! —no pude evitar gritarlo.
Así es. El muy cabrón me había usado como despedida de soltero. Y era obvio que la fatídica noche del sexo, lo había llamado su novia para salir. Iba a escribirle, pero decidí que lo mejor era no hacerlo. Solo espero que su novia haya tenido una despedida de soltera rodeada por dos enormes y sexies negros de polla enorme.
¡Feliz vida a los novios!
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K.E.
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