Otro punto de vista...volar

A la hora de viajar en avión todos tenemos muy claro los pasos que seguimos, es una rutina, stress, nervios por no llegar tarde, facturar, pasar el rígido control de seguridad, encontrar la puerta de embarque, hacer una cola larguísima para embarcar, buscar tu asiento a bordo y ahí ya será cuestión de si te gusta más o menos la sensación de volar, está quien cierra los ojos intentando relajarse, el que te coge la mano buscando tranquilidad de otra manera, el que habla sin parar porque así se le pasa antes o el que disfruta del trayecto, ese que intenta verlo todo a través de la ventanilla del avión.

Ese lo observa todo, mira cómo llegan las maletas al avión, como las cargan, observa como el avión se mueve durante el retroceso impulsado con ayuda, siente como arrancan los motores, se entusiasma cuando el avión se autopropulsa en tierra con la potencia de sus motores en busca de la pista de despegue, se da cuenta cuando llega el momento de la verdad y donde ya no hay marcha atrás y debe levantar el vuelo, cosquillas en el estómago y sin estar enamorado necesariamente, la sensación de subir miles de pies de altura, mirar el paisaje, pasear entre las nubes y sentir que dentro de ellas no parecen tan inofensivas, después y si la meteorología es plácida todo es tranquilidad hasta el momento del descenso, nuevamente encuentra las cosquillas en el estómago y el climax del trayecto que es la aproximación al punto del destino y el aterrizaje, frenar cientos de kilómetros por hora en unos metros con precisión asombrosa.

Pero hay algo que se le escala al estusiasta y seguro disfrutaría, ya no está a nuestro alcance desde hace algún tiempo pero ¿imaginas todas esas sensaciones vistas de frente? Todo es diferente, para el pasajero curioso que lo disfruta sería toda una experiencia, pero para quien comanda la aeronave es otro punto de vista.

El próximo día os hablo un poco de ellos y del resto de puntos de vista en ese viaje.

Espero os guste, fotos hechas con mi iPhone.