Hacía tiempo que no preparaba este plato que aprendí a cocinar en mis tiempos de restaurantes, quien sabe la de vueltas que pueda dar la vida y algún día vuelva a echar algunas horas en alguno, no soy cocinero pero si que aproveché bien los años de trabajo en uno y aprendí muchas recetas que he ido adaptando a mi paladar pero que no varían en exceso de la original, esta en concreto se realizaba con rape pero a mi no es un pescado que me guste por lo que lo sustituyo por rosada.

Cocinar en una cazuela de barro por la cocción (puede ser también en una sartén pero no queda igual), agregar el 80% del aceite de oliva, la cebolla al gusto bien picada y dos dientes de ajo picados, reservar los otros dos dientes de ajo en el aceite de oliva restante, con el fuego a media intensidad sin que llegue a cocinarse la cebolla y el ajo agregar la rosada previamente cortaba a tacos y rebozada en harina, seguidamente cubrir la rosada con la pastilla de avecrem desmenuzada y cubrir todo con el vaso de vino y agua, sólo quedará añadir los guisantes hasta que vaya hirviendo.

Cuando hierva agregar el restante aceite y ajo sobre el pescado ya cocinado, los langostinos y las almejas en caso de haberlas comprado, no dejar que estos últimos se cocinen demasiado para que mantengan todo su sabor, decorar con un poco de perejil y listo.

El conjunto de elementos deja un sabor exquisito pero la salsa verde se puede intensificar cociendo previamente los guisantes y pasándolos por la batidora a modo de pasta de guisantes que se agregaría a la salsa previamente a que hierva. De no gustar la rosada se puede usar rape o merluza aunque esta última queda más sabrosa en salsa a la vasca para la que yo en lugar de vino reducido con agua, guisantes y perejil uso espárragos, el líquido de los espárragos reducido con agua, pimiento rojo y pimentón dulce, queda exquisita y puede llevar igualmente langostinos y almejas aunque aquí aconsejo usar almejas del norte, son de mayor tamaño.