"La Muerte Soñada". cuento original.

Es un día caluroso que algunos llaman verano, se ve el polvo recorrer las calles como andanada perdida, sin rumbo y descontrolado, va minando los rincones del poblado sin tener que ver con superficie alguna. Es tedioso caminar sin tener que jadear un poco ante el inclemente sol, que como llamarada ardiente te prende las orejas y te calienta la cabeza cual fogón a la olla.

Así va el señor, que lo sigue siendo aun sin tener alguien que lo avale, la semblanza varonil de su rostro arrugado se ve adornado con el sudor corriente que brota de sus salientes mojando el cuerpo gastado, es mayor y quien lo niega, nadie puede saber que tanto, pero su ropa muestra la entrega del tiempo invertido en él, mientras sus zapatos también delatan lo mucho de sus pisadas, son sus tropiezos que lo descubren.

Son los años que aún mas pesan, cuando la soledad le acompaña en medio de un desinterés tan intenso que olvida de qué manera llego ahí, su vida, casi completa, le avisa pero no lo nota. El pesar del día a día le agobia pero le entretiene, sin dejar de pensar a veces que algún día le llegara el fin, va controlando sus emociones porque sabe que su componente principal le ha sido útil y le sirve, pero su uso inevitable, hace que su funcionamiento sea algo contra producente, ese ir y venir de su ritmo le da, y también le quita.

Ya casi llega a su hogar con el comienzo del ocaso, con la energía en las gotas todavía va dosificando la que perdió, y la piensa recuperar, pero qué más da, si al otro día la volverá a perder; y así como un juego de manos, un día cae sobre el otro, lo único que interrumpe su mirada perdida es un recuerdo borroso de cuando era un no sé qué, tratando de que sea compatible con alguna emoción, haciéndole arrancar migajas del alma, que como ente natural implícito, es lo único que tiene completo e intacto.

Morir es, o no es su miedo, ni su deseo, porque él es un soñador, siempre lo fue y lo será hasta el último de sus días, su errores bien gracias, ya lo hecho, hecho esta, va soñando despierto aunque a veces no sabe cuándo esta entre sus ronquidos, y cuando en este mundo terrenal. Sabe de las dimensiones y dice que son paralelas, por eso teme pasar de una a la otra sin darse cuenta, la medicina y el café, pueden ser enemigos o ayudantes, pero en medio de ese intenso calor no se sabe.

Lo inmigro de su casa pega mucho con lo que es, un roble viejo en medio del bosque tupido de árboles que lo acompañan, pero aun así está solo, oyéndose el ruido que ocasiona sus lentos movimientos que chocan con las paredes de ese hogar huérfano de presentes, es solo él y su historia, y su cuerpo.

Llego la noche con su frió tan febril, el pueblo casi fantasma cierra el telón de la jornada con zumbidos de zancudos y algún otro grillo que molesta en las afueras; son las 7:pm y no ha cenado todavía, a veces se le olvida que tiene que hacerlo, su cuerpo ya aseado le pide que se recueste, está tranquilo, sobrio y muy dispuesto, como un espiral en movimiento va esperando que la rutina lo siga dirigiendo, confiado de que las agujas del reloj con cada impulso lo sigan moviendo hacia adelante, o hacia atrás.

Ya está pensando en dormir, él no tiene pesadillas ni tampoco sueños rotos, más bien son los minutos que más disfruta inconsciente, pero cuando ve que eso termina, se infunda de resquemor al tener que recargar sus fuerzas, no durmiendo si no haciendo, viviendo. Ya no le queda más que entrar en su cama.

Son la 9: pm, anteriormente el parece que lo ha soñado, pero rápido lo olvida, esa mixtura de conciencia perdida al dormir lo confunde entre las sombras del existir y el fallecer, no le importa, basta con las pesadas jornadas de trabajo que no son compatibles con su edad adulta, aun así lo soporta sin quejarse.

Mira por la ventana, 10:30 pm, ya los grillos no responden parece que ya se fueron, una lámpara es su ancla porque le alumbra su rostro, pero es la luna casi llena que le llega hasta su cuarto dándole bofetadas de sueño, el insomnio ya no es algo que pueda notarse raro, aunque no calcula el tiempo él sabe que no está bien, y por eso disimula un bostezo inducido, que repercute en otro como un bis, como si fuera un contagio.

Las 12: pm, la luna yace en su desvelo, la oscuridad se apodera de su cama, cansado, un día agotador de rabias y resabios, sin más vueltas ni quejidos, la melatonina libero el líquido del sueño, mortal?, fue ahí cuando vio en un destello la imagen de una sonrisa tenue y brillante a la vez, en medio de un espiral diferente al que lo impulsaba, este a diferencia lo extraía de ese mundo tan confuso que para él representaba el sueño profundo, que manera de morir, soñó su muerte!