Recientemente leí en un reportaje sobre el Asperger un poco de cosas que me parecieron de cierta manera risibles, porque en el mismo se insiste sobre igualdades genéricas de personas etiquetadas así y diferencias del resto.
Entre algunas de esas cosas están: alto coeficiente intelectual y por consiguiente muy inteligentes, dificultad para esperar, desubicación espacial, hipersensibilidad sensorial, dificultad para concentrarse, agorafobia, temor a las multitudes, dificultad para hacer amigos, fobias, déficit de atención, insociabilidad, agresividad, trastornos del habla, dificultad para practicar deportes o labores de exigencia física, ser literales y no tener sentido del humor y una larga lista de etcéteras que me producen pena ajena, porque si bien muchos “etiquetados” podrían poseer algunos de estos rasgos, existen muchos más “normales” que también lo poseen, porque ser Asperger no es pertenecer a una especie diferente, aunque yo decía cuando era pequeño que era extraterrestre, sino que somos tan humanos como todos.
Yo vivo en silencio a diario la exclusión que por años le han proferido a mi hijo todo tipo de “personas” incluido familiares y también he visto como se la hacen a otros niños pertenecientes a Fundaciones y Grupos que pertenecemos y habría que agregar a todos esos rasgos anteriores la súper paciencia que tenemos para lidiar con quienes nos rodean.

En mi adolescencia, como dije en algún capitulo anterior, jugué ajedrez y destaqué en el mismo, algo que supuestamente una persona de mi condición no debería poder hacer, también pasé más de dos décadas de mi vida jugando futbol y practicando diversos deportes como atletismo, beisbol, natación, volibol, basketbal , etc y mi hijo desde pequeño es aficionado al futbol, algo que supuestamente tampoco es viable para nosotros y en el municipio donde vivo existe una escuela llamada “Talentos del Sur” donde hay un grupo de niños, entre ellos mi hijo, que son enseñados a jugar futbol, demostrando que los deportes si son posible y que eso de las exigencias físicas es un mito.
Ciertamente muchas personas “raras” poseen un alto coeficiente intelectual pero también poseen esto quienes no lo son, por lo que hacer un sinónimo de esta condición con Asperger es un error, lo mismo que hacerlo con cualquier rasgo “descubierto” de quienes lo poseemos.
Decir que tenemos un trastorno es apoyar lo que dicen muchos científicos que el ser humano es un animal con racionamiento y negar de esta forma la creación divina. Aseverar que sufrimos algún trastorno es como decir que estamos biológicamente mal constituido.
Los epítetos, tan comunes en la sociedad moderna, terminan siendo boomerang que tarde o temprano golpearán a quienes los usan, porque somos responsables de lo que hacemos y decimos y recibiremos de regreso todo lo que deseamos a otros.
Tal vez soy extremista en cuanto a la multitud de acciones y reacciones que se vienen realizando para “curar” a quienes son diagnosticados con esta “rara condición Asperger”, muchas tal vez sean positivas pero mientras se hagan con la convicción que quienes somos “diferentes” somos “anormales” se está alimentando a los que intentan obligar a los otros a poseer una forma de vida y pensamiento similar al que ellos tienen y que como obra de ese proceder muestran la futura extinción y el cumulo de calamidades que hoy tenemos.
He vivido una larga vida con placeres y dificultades, he aprendido a adaptarme al mundo que me rodea pero también he mantenido mi “diferencia” sin verme obligado a renegar de ella y aunque ha podido ser mejor, quizás el secreto está en que nunca se me han visto con “lastima” porque nadie me etiquetó.

Dibujo hecho por mi hijo Asperger Elías Samuel que es la portada de mi libro "Soy Asperger y qué
Este capitulo forma parte de mi libro "Soy Asperger y qué"

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