Llega una hora antes y mientras toma alguna bebida con manos temblorosas va disfrutando de un partido de fútbol europeo que en el lugar se aprecia en una pantalla gigante, costumbre sin duda de españoles e italianos en sus negocios.
Mira repetidamente su reloj pulsera.
El barman lo nota.
-¿Espera a alguien?
-Si. Pero aun no es la hora.
-Puede tomar una mesa por allá, hay una de dos en el rincón.
-Gracias, pero mejor espero que llegue, luego le digo.
-Esta bien, como lo desee
El lugar fue llenándose a medida que pasaban los minutos, mientras que él alternaba su atención entre el fútbol y las damas que iban llegando solas.
Unos 3 o 4 correspondían a la descripción de su pareja y cada vez que entraron se le hizo un nudo en la garganta, pero ninguna correspondió a su cita.
La impaciencia fue acrecentándose y la hora pautada para el encuentro pasando

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"Las mujeres nunca son puntuales" se dijo mentalmente.
Pidió otro trago y tras terminar el partido la pantalla fue apagada y en su lugar la música invadió el local, sobre una pequeña tarima unos músicos afinaban los instrumentos para iniciar su presentación nocturna.
La intranquilidad se convirtió primero en dudas y luego en preocupación.
"Le habrá pasado algo"
Dos horas después del momento pautado y luego de escuchar a los músicos resignado se marcha, no decepcionado porque algo le dice que ha tenido un motivo para no ir.
No consigue ningún mensaje en su buzón de correos electrónicos y por primera vez se da cuenta que con la euforia de los momentos durante dos meses no tiene otra manera de localizarla.
No posee teléfono ya que se comunica a través de un cybercafe y nunca le ha preguntado su dirección.
Se duerme con la certeza que mañana lo llamara o se pondrá en contacto con él por medio del chat para explicarle todo.

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Pero pasa el fin de semana y ninguna noticia de su paradero logra.
Le escribe a su mail sin respuesta.
Pregunta a los que participan en el chat cada noche por ella sin obtener resultados.
Una gran opresión va ocupando su pecho.
No puede ser que después de buscarla tanto ahora desaparezca.
No cuenta nada a sus amigos por temor a que se burlen.
Diez días después la sangre le regresa al cuerpo, al abrir su buzón consigue un mensaje de ella, con el titulo de ¡Sorpresa!.
Como un caimán en busca de su presa dirige el puntero del ratón hasta el mensaje y lo abre.
El servidor de correos como gastándole una broma le envía un mensaje
"Error al abrir la pagina"
Lo maldice desde adentro y vuelve atrás intentándolo varias veces sin resultado.
Apaga el computador y lo enciende de nuevo.
Se conecta nuevamente y la adrenalina le sube en proporciones desmesurada, mientras va haciendo un recuento de las posibles causas de su ausencia.

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Algún viaje imprevisto, una enfermedad, asuntos laborales o familiares, hay tantas cosas que pueden ocurrir que sea cualquiera la causa de antemano le perdona y da gracias a Dios que este de vuelta.
Han sido días difíciles en los que ha comprobado que está enamorado como un chiquillo de 15 ante su primera ilusión.
Esta vez las cosas si funcionan.
Le parecen eternos los segundos.
Va leyendo el mensaje con la avidez que un bebe va chupando el pezón de su madre.
" Ha sido un placer conocerte y entablar contacto contigo pero creo que es suficiente, espero no haberte hecho daño pero sorprendente. " ES UNA BROMA, SOY UN HOMBRE"

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