Árbol y acera

Las caminatas de las tardes no son comparables con las de las noches, pero esa brisa única y el color del día hace que sea especial, el sonido de los pájaros aun despiertos y las personas caminando con calma, el ruido de los autos que no son muchos pero tampoco son tan pocos hacen que se convierta en una experiencia diferente. Me encargo siempre de prestar atención a algo, que mi caminata no sea en vano, no lo hago por deporte o por diversión, lo hago por necesidad, la necesidad de ver y escuchar cosas más allá de lo cotidiano, cosas que están y otras que no tanto, esa experiencia única de ver lo imaginable en lo corriente es lo que hace mis caminatas especiales.

Tránsito por las mismas calles sin cansarme de verlas, pasando de una acera a otra aunque las dos me guíen a un mismo camino y me hagan llegar a un mismo final, el mismo sonar de las hojas de los arboles al pasar y ver como vencen la frialdad de la humanidad creciendo por encima del pavimento, escuchar como aun habitan animales silvestre entre nosotros, esa pequeña selva que habita en mi mente cuando cierro los ojos me trae tranquilidad y me llena de aire y esperanza.

Hay ocasiones; muchas de ellas, donde ignoro por donde paso, evito mirar a mi alrededor y por supuesto ni escucho que sucede. Allí, en ese momento es donde me ataca un sentimiento por la espalda, una sensación que me hace voltear y ver lo que no está, escuchar lo que no paso. Pienso que estoy loco cuando sucede, pero siempre he abrazado mi falta de sensatez, pienso; con delicadeza, que eso es un recordatorio que hay alguien allí, alguien que quiere ser visto o escuchado, que quiere la atención que le daba antes o que siente que le puedo dar.

Pero he llegado a la conclusión, que solo me he cruzado en una pelea cotidiana, una guerra de hace varios años y que se vive desde siempre pero se ignora desde toda la vida, solo me atravesé en el fuego de la naturaleza y lo rural, una rama dispara hacia el pavimento y una acera colocándose como barrera, una batalla que no parara pero que tengo el privilegio de sentir en mi alma.