Desde que era niña, acostumbraba a realizar viajes a mi adorado Estado Apure-Venezuela. Siempre me encontraba deleitada con sus imponentes paisajes y feliz de disfrutar con mi familia.

Una tarde, una de mis primas me dijo.
—Vamos a sentarnos bajo la sombra del Matapalo.
Yo, al escuchar ese nombre, no pude evitar preguntar con asombro. —¡¿El Matapalo?! -Le dije.
Ella se echó a reír, y me respondió. —Si prima, así se llama. Y me señaló el árbol.
El cual, está ubicado justo al frente de su casa, al cruzar la calle.

Una vez sentadas bajo su sombra, un amigo de la familia que se encontraba cerca comenzó a contar la historia.

Se trata de este gran árbol, si lo observas bien parece estar cubierto por muchas raíces, y, realmente lo son. Hace muchos años era un árbol común, pero un ave dejó caer una semilla en la copa de este árbol, y como la naturaleza es tan sabia busca "florecer" donde se encuentre.

Esta semilla estando en la altura germinó, y como pudo, extendió sus raíces sobre el tronco del árbol existente, hasta lograr tocar la tierra. Poco a poco fue tomando fuerza, sus raíces engrosaron y sus ramas florecieron, muchos pensarán que es algo muy bueno, pero, lo cierto es que con el tiempo le fue quitando el oxígeno al árbol existente y el contacto con la luz solar, impidiendo que realizara el proceso de la fotosíntesis, logrando como resultado, estrangularlo.

Yo quedé asombrada con semejante historia, no hubiera podido imaginarlo, pero es realmente interesante lo que es capaz de hacer la naturaleza con tal de tomar vida. Un crecimiento inverso. (Al menos al que estamos acostumbrados). Solo buscando la manera de tomar los nutrientes de la tierra. Desde ese entonces no hice más que admirarlo cada vez que viajaba a ese lugar.