El Enigma de Baphomet. Novela. (13)

in #spanish7 years ago

Cuando lo encontré enfermizo y demacrado al cabo de los años en el asilo de ancianos de las Hermanitas de los Desamparados de Astorga,

Captura de pantalla 2017-07-30 a las 20.41.00.png me reconoció perfectamente a pesar de su avanzada edad. Me recordó con cariño de abuelo que, gracias a mí, no se quitó la vida en su etapa errante, pues cada día esperaba verme por la tejera para charlar conmigo, ya que sólo hablaba con el pertiguero para darle las gracias por la cena de cada día, y conmigo, aunque nada más fuera un niño de diez años, y que, entonces, descifró en mi semblante que algunas de sus frases me habían escandalizado. Intentaba recordarlas esbozando un rictus sonriente, sin cesar de insistir en darme las gracias por paliar su soledad con esta última conversación en el asilo, y en que, por eso, me regalaba la maleta de sus escritos.
¡Cuando revisé los manuscritos, descubrí un verdadero tesoro!:
1 El diario de la guerra del capitán Counillac, del ejército de Napoleón en Astorga en 1809.

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2 Una pintoresca teoría sobre la violación en tiempo de guerra, escrita en un cuadernillo.
3 La historia de la familia del mendigo narrada en primera persona.
4 Dos novelas y seis ensayos sobre la dignidad humana
5 Para mí, lo más importante: algunos pergaminos del siglo XIV,escritos por Martín, Roderico y Gelvira, guardados en la biblioteca del monasterio de San Pedro de Montes, hasta que el capitán Gustave Counillac en el año 1809 los arrebató como botín de guerra.
El diario de Guerra y la teoría sobre la violación están escritos en francés del siglo XIX. La historia de su familia, las dos novelas y los seis ensayos, en castellano académico. Y los pergaminos de Martín, Roderico y Gelvira, en leonés del siglo XIV y caligrafía de su época.
En el momento en que estuve a solas con los escritos, caí sobre ellos con pasión. Las narraciones se cortaban de repente y faltaban pliegos. Pero pude averiguar la procedencia del Capitán Counillac. Por los datos que fui cotejando, me di cuenta de que la colección de manuscritos estaba incompleta. No tuve más remedio que viajar a Francia para seguir investigando.
Llegué a un pueblo agrícola cercano a París de donde procedía el capitán. Peiné casa por casa, con santa paciencia: unos se encogían de hombros, otros me mandaban a preguntar al ayuntamiento, un mozalbete se rió en mis narices sin hacerme caso, los más viejos campesinos arrugaban la frente con la mirada perdida, tratando de escarbar en su memoria; pero todos concluían que tal apellido nunca había estado presente en ese pueblo, hasta que una vecina anciana, tullida y ciega, me dijo haber conocido a Mademoiselle Denisse Counillac cuando se marchó del pueblo, después de morir su padre, siendo poco más que una niña, y que no había vuelto. Sólo quedaba su casa cerrada. “Se fue a Paris a trabajar de conserje —me decía—, pero... a saber de su paradero; de portera en un edificio del barrio Jussieu”. Datos exiguos me proporcionaba, porque ese barrio está en el centro de París, cerca de la Facultad de Ciencias, es demasiado grande como para recorrer todos los portales, además, seguramente habría cambiado de trabajo o de ciudad o se habría muerto...
La mayor parte de los pergaminos que faltaban de Martín, Gelvira y Roderico, forzosamente tenía que encontrarse en un lugar de Francia. Quizá los conservara esta descendiente del Capitán Counillac, o, al menos, recordara alguna noticia de ellos.
Digo la mayor parte porque están numerados con los números más altos y faltan los bajos.
Hasta no encontrar el resto de los escritos de la colección, el material que tengo no es publicable, porque los fragmentos están deslavazados, a retazos, y no es cuestión de suponer cómo siguen las páginas que se cortan en seco.
No tuve más remedio que dejar a un lado la investigación de los pergaminos hasta tener más datos o más ganas, porque lo que figura en el diario de guerra, un cuaderno de pastas duras, no es suficiente, pero podemos deducir que tiene que haber más datos: el Capitán Counillac salió de Astorga con la orden de cubrir una zona entre León y Valladolid, y en realidad lo que le estaban ordenando era la definitiva retirada, por eso dejó abandonadas a su amante astorgana con su hija, y ya no pudo volver atrás a recogerlas. ¿Se comportó como un cobarde por más que se autoproclamara como militar valiente; o, por el contrario, los avatares de la guerra le obligaron a ir inexorablemente sabe Dios por dónde?
Hemos de fijarnos en los fragmentos de ese cuaderno que tenía casi vacío. Seguro que su intención había sido escribir todos los días un diario en cada página, pero no se las arreglaba para sacar tiempo durante la guerra.
Concretamente, en una de las páginas pone la fecha; y debajo: “L’enfant est né”, “nace la niña”, escuetamente. Y el resto de la página, vacía

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Interesting! I enjoyed reading this part. Thanks for sharing.

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Excelente novela, de verdad que me gusto mucho... saludos..

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