El enigma de Baphomet (180) Estimados lectores steemians: me ha sido imposible facilitaros lectura de la novela. Seguimos:

in #spanish6 years ago

Al principio de este episodio: "57
“... pus el mio nomme en presente karta sol signo de Rodoericus...” ***
hay una nota de los autores, en la edición del libro en papel, que dice: *** ( Nos desconcertaron mucho estos encabezamientos de cada pergamino: por una parte, Roderico está intentando quedar en el anonimato, y, por otra, con ellos revela su autoría.
Después del examen grafológico y del análisis químico de las tintas, hemos determinado taxativamente que los encabezamientos fueron añadidos casi un siglo más tarde por un tocayo llamado también Roderico García.)
Y sigue el episodio siguiente:

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Decía que a solas a solas a solas para que nadie oyera yo tenía miedo yo no podía respirar me temblaban las piernas yo me atragantaba la saliva no sé escribir lo que sentía yo estaba malo yo no dormía yo pensaba en ti pensaba que no llegabas nunca yo pensaba que tienes palabra me acordé de tus palabras cuando nos decías “palabra de Castriello que volveré a sacarte de este convento tarde lo que tarde y me cueste lo que me cueste volveré con los escritos que llevó Rechivaldo o sin escritos que llevó Rechivaldo pero estáte seguro Roderico de que volveré algún día a no ser que me maten”.
¿Ves? Tus palabras las sé de memoria. Recuerdo tus palabras sólo por ser tuyas ya son más bellas. No sé qué tiene saber escribir bien si escribes bien da gusto leerlo, lo sé de memoria y por eso las escribo bien. Escribo tus palabras como si fueras tú, por eso me salen bien escritas. No pongo nombres en este escrito. No pongo mi nombre no pongo tu nombre así nadie puede saber quién escribe aunque alguien nos robe este pergamino.
Qué mal me ha salido este escrito. Pero no estamos para malgastar pellejos que son caros así que lo escrito ya está escrito y no se puede borrar.
Voy a leer otra vez tus escritos, a ver si aprendo a imitarlos. Voy a fijarme bien, si no, igual no te enteras bien de todo el embrollo que te voy a contar aquí. Si no escribo bien.
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(Ruinas del monasterio de San Pedro de Montes, donde se desarrollan los hechos)

“... puse mieo nomme Rodericus...” (nota al pie)***
He releído tus escritos. Me he fijado en ellos y he aprendido mucho, pero tendré que esmerarme todavía. Poco a poco conseguiré mejorar mi manera de escribir.
Estaba perdido. Me vi perseguido. Me vi sin escapatoria. Eso pensé yo cuando oí que perseguían y buscaban a un templario en el monasterio y yo era el único. Había perdido la partida. ¿Cómo era posible que yo hubiera perdido la partida de la vida sin acecharme ningún número cincuenta y ocho?
Pero pensé y repasé mi vida: ninguna fecha, ningún número, nada, nada sumaba ni restaba, ni de cifra en cifra, ni de dos cifras en dos cifras; absolutamente nada contenía el número cincuenta y ocho. Entonces me dije: “Fulano”... Ya se me iba a escapar el escribir mi nombre, pero sólo escribo “Fulano” para que nadie sepa mi nombre ni el tuyo. Tengo que tener mucho cuidado porque, si se me escapa mi nombre o el tuyo, entonces sí que, con cincuenta y ocho o bien sin cincuenta y ocho, estaríamos perdidos.
Menuda lección me dio Gotier el primer día de nuestra primera conversación cuando yo ocultaba quién era y sin embargo por múltiples detalles en los que yo no había reparado adivinó quién era, y eso que yo trataba de ocultarlo por todos los medios. Pero en la conversación es más fácil que se escape que en un escrito, porque el escrito se puede ir pensando despacio.
¿Lo ves? No debiera haber escrito aquí el número cincuenta y ocho y ya lo he escrito tres veces y además con letras. Menos mal, lo peor sería que lo hubiera escrito con números. Con letras es muy raro que cause mal a nadie.
Cuando me vi ya seguro y no me acechaba la muerte por ninguna parte, entonces me dije: Tienes que arriesgarte y meterte en un cajón de los grandes, de los que se guardan las casullas de diario en las que hay sitio sobrado. Pero probé y no cabía en los cajones así que probé en la alhaja, donde se guardan las capas pluviales, las dalmáticas y las tulicelas colgadas. Y ahí ya cabía de pie perfectamente. Así que me dije: Fulano, pues nada, a ocultarse entre los ropones sagrados, y me quedé allí esperando para escuchar las conversaciones.
Mi sorpresa fue que, cuando entró el Rey con el Abad en la sacristía, los esperaban fuera unos cuantos pajes reales. El rey es joven, poco más que un mozo, pero está muy enfermo. Ayer tosió sangre y se cayó del asiento. Tuvieron que socorrerlo y reanimarlo. Estuvieron mucho rato hablando secretos. Y yo esperaba que hablaran de mí, pero empezaron hablando de ti. Cuando el Abad pronunció tu nombre, “Martín”, se me pusieron los pelos tiesos. Y repitieron: “Martín de Castriello”, y seguían hablando. Antes habían hablado de perros amaestrados. Habían hablado de una casa en la que tú habías habitado en San Martín de Primout, cerca del mercado de Ribas. Antes yo había metido la pata. Eso es lo peor.
No me perdono a mí mismo haber metido la pata.
Había metido la pata, lo que podía ocasionarte mucho daño.
Así no puedo seguir escribiendo. Voy a leer otra vez tus pergaminos que da gusto leerlos. Me voy a fijar mejor a ver cómo tú escribes, y así aprendo. Quiero escribir bien porque es complicado explicarte todo todo todo. Ya me los sé, pero no sé si sé si puedo seguir escribiendo sin saber escribir bien. Voy a fijarme bien en todo como escribes tú, que se entiende todo, antes de seguir yo.


Nota *** Segundo pergamino de Roderico. Aunque no están numerados y aparecieron en lugares distintos, los pergaminos escritos por Rodericus son inconfundibles. Observamos un progreso evidente tanto en la caligrafía como en el estilo.

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