El enigma de Baphomet (146) Martín sufre la mayor de las tragedias

in #spanish6 years ago (edited)

Al intentar llamarla, se me paralizó la garganta, me quedé sin habla como si me hubieran rodeado quinientos lobos en el monte.
Salté la tapia, crucé la huerta y rodeé la casa para llamar a la puerta. Cuando iba a dar una palmada en una duela, vi que la puerta estaba arrimada.
Sentía estertores de angustia en un momento en el que me invadió la cabeza un pensamiento: no me había fijado en qué ropa colgaba de las cuerdas y pensé volver a la huerta para comprobar que no había en el tendal ropa de hombre.
Sentía la cabeza como si sudara sangre igual que Jesucristo en el Calvario. No quise volver por si acaso era cierto. Tenía que verla a ella primero. ¡Cuánto tiempo sin ella, y a cuánta distancia!
Recordé en ese momento, en que se me atropellaban millones de pensamientos, lo que había sentenciado el capitán del barco de Ostia cuando le dije que no había visto a mi esposa desde hacía mucho tiempo y que estaba muy lejos: “Los grandes amores son fieles y eternos —me decía—, si se han fraguado durante mucho tiempo y en la distancia”.
Cuando empujaba la puerta sentía un amor inconmensurable y la recordé de niña en Valimbre, de moza en Astorga

PedroMato.jpg
.
.

Captura de pantalla 2018-02-12 a las 22.56.01.png

y de amante y esposa en el mismo molino en que nos encontrábamos.
La muela estaba parada y el agua de la moldera no golpeaba las aletas. Sólo el ruido del torbellino del agua por debajo del entarimado. El farnal estaba tan limpio que, de tanto haberlo fregado, sobresalían las vetas de la madera.
Ni una mota de harina por ninguna parte. En la viga, suspendida formando bucles ondulantes, la misma soga con la que el molinero había colgado a Gelvira; y en el vasar del fondo...¡Me restregué los ojos para que no fuera cierto! ¡No era posible! Un montón de pergaminos. Me acerqué a tocarlos: ¡Los pergaminos de Rechivaldo, y, al lado, la alforja con las mismas monedas de oro del Temple que había usurpado!.
De momento, me quedé paralizado pero reaccioné, de pronto, como una loba a la que le quitan la cría, subiendo las escaleras de dos en dos escalones.
Al oír mis pasos, salió Gelvira asustada al vestíbulo; y al verme subir, gritó rechazándome con un alarido y enseñándome los dedos como si fueran garras cruzando los brazos tensos.
Me puse loco de furia, me abalancé sobre ella y, como seguía rechazándome, saqué las dagas y la cosí a cuchilladas por todo el cuerpo sin reparar dónde se las clavaba.
Le dije:
—¿Por qué lo has hecho? ¿Olvidaste tu promesa?
Regueros de sangre inundaban el suelo mientras agonizaba entre mis brazos.
Abrió los ojos al oírme y me dijo:
—¿Qué he hecho? No he olvidado nunca ninguna de mis promesas.
Y se le cayó la cabeza muerta.
Me hizo dudar de mí mismo y me aumentó la locura. Volví a los pergaminos y a las monedas de Rechivaldo, por si me había equivocado.
No me había equivocado. Eran los escritos que nos habían hecho falta para demostrar ante los tribunales que los templarios estábamos perseguidos a muerte por calumnias, y las monedas de oro macizo del tesoro del Temple.
Subí las escaleras y, al verla muerta, tan bella, una fuerza interior me impulsó a colgarme de la soga al haberla imaginado haciendo el amor con Rechivaldo.
Le hice un nudo corredizo subido a la tarima, al lado de la tolva y de las muelas para dejarme caer al vacío. Cuando estaba colocándola en el cuello, oí un llanto. Dshirish5e momento creía que era Gelvira que no habría muerto. Subí, de nuevo, corriendo al vestíbulo donde yacía. Un niño que apenas andaba, intentaba despertar a su madre llamándola con las dos manitas sobre la cara muerta. Intentaba inútilmente abrirle un ojo:
—¡Mamá...! ¡Mamá...! —con llanto desconsolado.
Preferí que siempre tuviera grabado el recuerdo de su madre dormida y lo cogí en brazos, cerré ventanas por dentro y, por fuera cerré la puerta con la llave. Salí corriendo a buscar a Blanco rodeando las tapias por el río.
A galope llegué a las cuadras del monasterio y me dirigí al gallinero donde también había unas jaulas de conejos, para que el niño se entretuviera sin llorar mientras llegara el fraile a darle de comer a las gallinas. Allí seguro que lo encontrarían.
De momento quedó tranquilo señalando con el dedito a los animales y aglutinando los morritos mientras yo comía un huevo que cogí de un nido. Una gallina se elevó para poner otro y cuando se lo fui a coger salió cacareando despavorida en vuelo raso y esparciendo por la cuadra una polvareda que hizo toser al niño lleno de lágrimas y mocos. Al salir corriendo desde la cuadra, vi que por la puerta salía un hombre calvo y rubio que parecía alarmado y junto a él había otro hombre. ¡Era Roderico! ¡Seguía en el monasterio! Él no me reconoció porque no me llamó por mi nombre, y gracias a Dios no dio la voz de alarma. El niño, de momento, quedaría a buen recaudo cuando Roderico lo encontrara allí.

.

Captura de pantalla 2018-02-12 a las 23.12.24.png

..

..

Captura de pantalla 2018-02-12 a las 23.13.02.png

Sort:  

Well very informative well done writing this article

Es una novela histórica publicada para los amigos de steemit por entregas

I dont understand spanish, but these pictures look very nice and historical too!!

Cierto. Gracias

Coin Marketplace

STEEM 0.19
TRX 0.14
JST 0.029
BTC 66930.79
ETH 3268.09
USDT 1.00
SBD 2.64