El enigma de Baphomet (113)
También me dijeron que nadie nos pagaba nada por defender la biblioteca antigua. Defender la biblioteca ni favorecía a la Iglesia ni al Temple, y mucho menos a nuestro prestigio. Me repitieron que ellos no estaban dispuestos a partirse la cara, que eran físicos templarios que experimentaban la medicina en los campos de batalla con los heridos, y cosían con alambres que calentaban en una fragua hasta ponerlos al rojo vivo, y, una vez fríos, con unas tenazas que habían fabricado especialmente para ello, los apretaban juntando las dos partes de la herida, porque habían experimentado, antes, de múltiples maneras; pero descubrieron que, sin haber quemado el hierro, al cabo de poco tiempo, los heridos se morían. Me entró curiosidad por ver cómo lo hacían y no tardaron en traerles un herido: un mozalbete moribundo que se había caído desde el tejado que estaban construyendo. Encendieron la fragua y prepararon los moldes para fundir el metal y hacer alambrines. También quemaron, hasta llegar a ponerlas al rojo vivo, las tenazas que habían inventado en las que introducían el alambre, y al apretar se desprendía cosiendo aquello a lo que lo aplicaran. No podían operar en caliente. Tenían que esperar a que enfriara. Hasta que no terminara la operación, no podían tocar ni las tenazas ni los alambres para que no se murieran los heridos, pues el contacto con cualquier cosa los contaminaba; y no sabían si era la grasa desprendida de la piel, aunque no se viera a simple vista, o el sudor invisible de las manos
Ya que eran médicos aproveché para contarles lo que me pasaba, que las piernas se me torcían y que estaba muy enfermo al acordarme de mis cosas. Pero no les conté lo de Gelvira porque me identifiqué como templario observante de mis votos. Cuando les estaba revelando a quién perseguía y por qué, se miraron, pero no me dijeron que lo conocían y, justo en aquel momento, sonó el cuerno de alerta, por lo que tuvimos que escondernos por los bosques de la montaña y abandonamos a aquellos cristianos a su suerte.
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Un tropel de caballos perdidos corrían desbocados y descabalgados, como solían hacer los que habían perdido a sus jinetes muertos. Cuando se pararon resollantes, los cogimos y los atamos. A saber quién los había perdido.
Subimos al paraje adonde San Juan llevó a la Virgen María a pasar los últimos días de su vida. Desde lo alto de una colina divisábamos jinetes turcos de la media luna enarbolando sus banderas, que iban y venían por los caminos. Suerte tuvimos que pudimos escondernos, porque estábamos cercados. Al atardecer, toda la costa estaba totalmente infestada de enemigos. Los caballeros de la media luna solían estar deseosos de encontrar cristianos a los que cortarles la cabeza. No teníamos más salida que caminar tierra adentro para salvarnos, porque oponer resistencia sería un suicidio.
Los médicos, por fin, me hablaron sin sacarles yo el tema: hacía unos cuantos días, en el destacamento de campaña de los templarios, antes de haber llegado los feroces caballeros de la Yihad Islámica a la costa, estuvo Rechivaldo con ellos, pero apenas hablaron. Solo les dijo que se volvía a España porque tenía que entregar un tesoro de monedas de oro al Maestre de Miravet. Allí en el río Ebro, los viajeros de alta alcurnia, monarcas con sus séquitos, altas personalidades de la Iglesia y alguna vez ladrones disfrazados con ropajes de finas sedas, cobraban, en metálico, el dinero que habían depositado en el castillo templario de otro reino lejano antes de emprender el siguiente viaje; y que como Rechivaldo era el experto del Temple de León, Castilla, Aragón y Occitania en mesteres económicos, andaba siempre de castillo en castillo, en Oriente y Occidente instruyendo a los administradores en tan delicados e importantes trabajos, pues esa era la mayor fuente de ingresos del Temple. Allí, en Miravet, los mercaderes o cobraban o depositaban grandes sumas. Se había escogido este castillo porque estaba resguardado por la naturaleza, y era inexpugnable a los asaltos;
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había que entrar muchas leguas río arriba; también les dijo que tenía que dar cuentas al Maestre de todos los apuntes contables de entradas y salidas, pero nada les habló de los escritos que llevaba consigo, aunque les enseñó el oro que transportaba desde San Juan de Acre a Marivet.
Yo, habiendo escuchado de sus bocas semejantes patrañas, les conté todo, absolutamente toda la historia verdadera. Rechivaldo les había dado la mejor impresión hasta que les dije que la versión de Rechivaldo era mentira, que sólo se había ocupado en su vida de templario del tesoro de monedas de oro en el castillo de Ponferrada por un privilegio que el Maestre le había dado después de ser herido en una batalla, y que nadie se atrevía a preguntar por qué lo conservaba sin que nadie protestara. Los más caritativos siempre respondían que alguien tenía que sacrificarse y dedicarse al denostado mester del dinero que ningún templario deseaba, pero que alguien tenía que hacerlo. El día que salimos despavoridos se había llevado todas las monedas del castillo usurpándolas, y era de lo que estaba viviendo.
—¿Sólo él llevaba las cuentas? —me preguntaron.
—Los caballeros nunca nos preocupamos del dinero —les respondí—. Él era el dueño y señor de las arcas del tesoro.
Estuve a punto de contarles que, cada vez que visitaba a Gelvira, gastaba una moneda de oro, pero me contuve, porque la verdad era tan inverosímil que hubieran guardado animadversión hacia mi persona: muchas veces es mejor callarse y no revelar lo que solamente uno sabe. El más parlanchín seguía preguntándome cómo era posible que el Maestre tampoco se preocupara del dinero y sólo un templario del castillo llevara las cuentas del tesoro templario de un castillo tan preeminente como el de Ponferrada.
Me vi obligado a contarles toda la historia de Rechivaldo, quien con sus heridas, que lo tuvieron al borde de la muerte durante meses, se ganó la absoluta confianza del Maestre.
Me encanta, el castillo es espectacular al igual que las fotos
Gracias.
Gracias a ti @jgcastrillo19 por tenernos enganchados con tus historias
Espero que cada vez te enganches más en tus ratos de ocio. Reitero las gracias. @peterxixonex
Muy buena historia, me ha gustado su correcta narración, enhorabuena @jgcastrillo19 por este nuevo capítulo ;)
Saludos!!
Gracias. @luming. Seguiré mientras tenga haya lectores.
Enhorabuena!
Gracias.
Me encanta la historia. La narrativa es ágil y atrapa inmediantamente. Has ganado un nuevo fan. :)