Desde hace un buen rato vengo experimentando muchos cambios en mí, diría que empiezo a desconocerme, las cosas que antes solían importarme han dejado de tener sentido, la televisión, los libros, la música que ocupaba decenas de gigabytes en mi reproductor mp3, ahora hasta son molestas, así que sin pensarlo dos veces las he eliminado.

Antes sentía un profundo sentimiento de soledad, a pesar de estar rodeado de mi familia y de compañeros de labores, lo cual me llevó en dos ocasiones a sumirme en penosos eventos de ansiedad que incluso hacía que caminara sin rumbo y provocaba insomnio prolongado, recuerdo que el último episodio, prácticamente me sacó de mi cama.

En aquellos días sufrí tanto que creí enloquecer. Todo empezó luego de un fuerte catarro, la congestión nasal provocaba que mis oídos se taparan, recordándome en algo a la descompresión que se experimenta durante los cambios bruscos de altitud en los vuelos, aún padezco de secuelas y son zumbidos en ambos oídos, creo que le llaman acúfenos o tinnitus. Al principio, esa molesta sensación auditiva aceleraba la angustia, pero con el pasar de los días, meses y años la he hecho parte de mi vida.

Quizás, el síntoma revelador fue llegar a detestar la música, por muchos años fui un melómano empedernido, no entendía cómo de la noche a la mañana llegué a detestar mis melodías preferidas. Definitivamente, algo muy malo ocurría en mi interior y si pronto no encontraba la causa, seguramente perdería lo importante en mi vida, quien quiere convivir con alguien mentalmente perturbado.

La ansiedad se manifestaba en una especie de inquietud que impedía desarrollar las actividades más triviales, en una ocasión, mientras estaba en un atasco vial, los deseos de bajarme del automóvil eran tan intensa que luchaba en contra de mi racionalidad que decía: no te bajes eso es una locura. Lo peor es estar consciente de esta situación, si estuviera loco, supongo no habría tal disputa.

Entendí en carne propia, lo difícil de este tipo de padecimiento. Antes, cuando me topaba con personas que veía angustiada, le aconsejaba que tomara la vida con calma y que se tranquilizara, diciendo la vida es solo una. Ahora tengo otra actitud y entiendo a quien lo padece. En mi caso, no veía con claridad que me perturbaba. Aunque era obvio que era objeto de una vida sin sentido que seguía el vaivén del sistema. Estaba al borde del abismo, ni médicos ni brujos ni religiosos pudieron ayudarme en aquellos no tan lejanos días.

El proceso de recuperación fue lento y sin duda, hasta milagroso, busqué hasta que me encontró, pues era obvio que yo estaba perdido siguiendo un camino que me llevaría a la destrucción. Quienes me conocían estaban sorprendido, muchos de ellos no entendían cómo una persona, sin problemas aparentes ni vicios podía estar así. Solemos juzgar por apariencia e ignoramos los motivos de los demás.

Yo estaba enfermo del alma al estar desconectado de Dios, Él me sacó de mi soledad dándole sentido a mi vida, la alegría esta ahora conmigo a pesar de los problemas. Espero que mi simple historia sirva a otros que como yo estén andando por el camino. Solo, aún estaría perdido, ya no estoy solo.