Cuando compré el libro “Destroza este diario” de la artista Keri Smith, no sabía lo que me esperaba al abrir la primera página.
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Claro está, me despertó una enorme curiosidad su diseño — el libro tiene la apariencia de un viejo diario muy usado y manoseado — o lo que parecía ser lo mismo, un bien concebido truco de mercadotecnia. Pero en realidad el libro es otra cosa: se trata de una aventura creativa, potencialmente emocional que convierte la novedad del libro como juguete estético en algo mucho más significativo. En un recorrido por todas las buenas razones que nos hacen querer elaborar un lenguaje artístico a partir de un impulso ciego. La autora e ilustradora Keri Smith no sólo brinda la oportunidad al lector — creador, artista en potencia — de hacerse preguntas sobre los motivos por los cuales crea — dibuja, pinta, ilustra o simplemente tiene interés en el arte — sino a cambio deja en sus manos un obsequio mucho más importante: el de la libertad creativa.

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El libro es en sí, un objeto artístico que pasa por el intermedio del experimento que invita a construir página a página, una experiencia estética que tiene como único objetivo, elaborar un recorrido artístico y personalísimo hacia un autodescubrimiento. Toda una apuesta ambiciosa en un mundo editorial saturado de propuestas semejantes y que ha encontrado en los libros para colorear dedicados al mundo adulto, una nueva dimensión sobre el placer lúdico — e infantil — del dibujo.

Pero Smith busca otro tipo de interacción: la del placer inocente de subvertir el orden, el sentido e incluso el objetivo que cualquier libro puede tener. Y mientras que la mayoría de los libros buscan sacralizar el hecho de la experiencia lectora, Smith lo transforma en una gran travesura cómplice: el libro se abre como una posibilidad. Cada página resume una propuesta distinta pero además, lleva el impacto del hecho artístico — por qué creamos y sobre todo, por qué deseamos hacerlo — a un nuevo nivel. Y quizás ese es su mayor mérito.

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Lo que hace inolvidable a “Destroza este diario” es sin duda su falta de pretensiones: las instrucciones carecen de artificio alguno y se limitan a dejar claro al lector, que crear — ya sea de manera artística o como proceso cotidiano — pasa por cierta exuberancia ingenua. Para Smith, lo artístico es una perspectiva íntima y lo expresa, a través de un recorrido sobre el arte por el arte, pero más allá de eso, el placer de crear como objetivo personal.!

¡Si lo tienen, empiecen a destrozarlo!