Lo dulce

Esta mañana bajo el árbol de cerezos me encontraba pensando en lo nuestro, recordaba todos esos dulces que solías regalarme, nunca supiste que los de auyama son mis favoritos, me obsequiabas todo aquello que no me gustaba pues creías que yo debía atreverme a probar cosas nuevas.

Recordaba todas esas mañanas que compartíamos y hoy que me siento solo bajo este árbol pienso en que ojalá estuvieras aquí conmigo, porque a pesar de no saber complacer mi paladar tu compañía me hacía sentir como en el infinito. Pero con el tiempo nos fuimos esfumando, y hoy siento que lo nuestro se derrite como el hielo.
Pero sabes, pensé que lo que sucedía entre los dos era como un manjar imposible de saciar y por eso era más rico, pensaba que era infinito como aquello en lo que me proyectaba junto a ti.

Siento antojo de comer torta, de esas que preparabas, de un chocolate que tenía el perfecto equilibrio entre dulce y amargo, algo que solo lograbas tú. Cualquiera pensaría que la vida es dulce pero lo cierto es que solo lo es para aquellos a los que la vida les sonríe, para mi es salada, es agria y es todo lo contrario al dulce porque ya no estás aqui conmigo.

Nuestro romance solía tener tantos sabores, y sin ti me he sentido como un enfermo cual ha perdido el gusto. Aborrezco el sabor a jarabe para la tos porque me recuerda a una chupeta de remedio igual a la que me regalaste una vez en el metro, una chupeta amarga. Aunque el dulce no caduca va perdiendo su sabor, y se pierde en un limbo de sabores que dejan de ser dulces... solo son sabores aburridos que ya no tienen -la vibración mágica- del dulce.

Acostarme aquí a las sombras del árbol es lo único que me queda, recordar que era -nuestro lugar-. Entre sentimientos encontrados me doy cuenta de que éramos como una bomba de tiempo, en algún momento explotaríamos y yo deseaba que fuera un suave choque, que explotáramos para crear universos, no fue asi... estoy muy deprimido.

Solo quiero que llueva.