Vivimos bajo una educación y una sociedad que nos anula, que nos hace habitar más afuera que adentro, y así, se empeñan en mantenernos dormidos. Tenemos manifestaciones que determinan una serie de cualidades que nos hacen sentir vivos producto de la conexión íntima con nosotros mismos. Este es un proceso que al parecer dura toda la vida, lo hacemos todos y cada uno de nosotros, pero en especial los artístas. Todos tenemos un artísta dentro, sólo que muchos aun no lo saben y otros están en pleno desarrollo de encontrarse.

Los artistas somos un mar de emociones, sentimientos, trasnochos y caos, pero con esa misma fuerza e intensidad expresamos de manera particular nuestro pensar y forma de ver el mundo. En un principio puede que nos veamos sólos, incluso podemos sentir que estamos ausentes dentro de una constante búsqueda y satisfacción propia. Vivimos al rescate de una conexión íntima y diálogo interno para explorar una nueva personalidad dentro del arte, y cuando descubrimos eso y lo aceptamos, sólo falta decidir como ajustamos nuestra realidad para reflejarla sentado desde la silla de la creación.

Este proceso se pinta como una maravilla, como lo más excelso del planeta, sin embargo puede ser muy frustrante como puede estar lleno de gloria, y no es suficiente con sólo generar subitamente el brillo de una idea. En el momento de vaciarlas podemos llegar a ser almas inofensivas sin ser capaces de estampar nada, y es que llevar lo intangible a lo visible se requiere un camino profundamente largo y complejo. Más frustante es cuando sabes que la idea permanece allí, que no se ha ido. Aparentemente el talento y habilidad artística no lo es todo. Necesitamos conocimiento y cierto desarrollo técnico, realmente.

La voluntad y la constancia son la base para romper cualquier obstáculo, al parecer es el camino, siempre y cuando tengamos amor por el arte desde la vocación y la realización interna. Ésta es la base fundamental para desarrollar una personalidad de artista, teniendo mejor control de nuestros pensamientos y emociones de modo que podamos crear una bella armonía entre nuestro arte y nuestra personalidad, y por ende permanecer consonos con la musa.

La imaginación es la que nos atrapa en primera instancia desde que nace la idea, y a partir de allí se abre un mundo maravilloso que podemos intercambiar y compartirlo con otros. No es fácil hacer que otros vean nuestra mirada interior, pero haciendo un esfuerzo por mostrarlo, viéndose dentro de sí, desde la oscuridad del túnel podremos develar la verdadera belleza de la idea. Ésta conexión transcedental hace que podamos ver más allá de la razón y el sentimentalismo, haciéndose uno con el misterio, donde no existen fronteras entre lo intangible y lo real.

La realidad del artista más allá de sus obras está en ver su propia perfección, no oculta el dolor ni su caos, ni la alegría ni su tristeza, solo despierta su más viva conciencia. Para muchos la realidad que expresa un artista puede que sea catalogada como un mundo al revés, pero hay que respetar la creación y la mirada de su realidad como una ofrenda al mundo. Es posible que la musa llegue a conquistar el espíritu más demente en la búsqueda de la paz interna más desquiciada para no soslayar la comodidad y poner la balanza a nuestro favor.

La fotos son parte de una obra de teatro titulada “Aventurarte: Un espacio para encontrarte”, dirigida por Andy Núñez y acompañada de su agrupación Teatro Tempestad. Se usó una cámara reflex Canon EOS 700D tras el ojo de este servidor. Gracias por leerme, no temas en comentar, serán bien recibido!

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