El anarquismo económico: Los mercados (I)

A través del anarquismo económico se puede lograr la libertad de los individuos. 

Y es a través de la economía, porque dentro de las fuerzas de oferta y demanda hay una energía entrópica que siempre tiende a la distribución provechosa entre los participantes; aun en situación de estricto control como los mercados, la Historia ha mostrado que el humano prevalece a las instituciones y cárteles que colapsan en su mismo juego de control. 

Entre más se esfuerza una institución por controlar la economía de un sistema, más débil se vuelve hasta desvanecerse. 

Todos los grandes imperios han colapsado no por su degeneración social o política sino por la debilidad de sus mercados; y entre más poderoso el imperio, y más estricto es el control económico, más débil se vuelve su mercado. 

Un sistema es tan fuerte como el más pequeño de sus eslabones. Y el gran error de las instituciones ha sido olvidar al eslabón más pequeño: el del individuo. Tarde o temprano conceptos como masa, población, manada, crean un efecto de simulación que hace que la clase gobernante se olvide que todo surgió de un primordio indispensable, de una molécula insustituible: el individuo. 

La masa engaña, seduce; y en esta seducción simula ser seducida para atrapar a su presa. Entonces la presa es devorada sin piedad por una miasma de locura que precipita al caos aún a los sistemas de control más perfectos. 

No soy historiador, pero las civilizaciones han dejado su huella y -aunque no hay una respuesta aceptada en general para explicar su decadencia- en todas ellas existe la misma evidencia de que su sistema económico colapsó. No siempre fueron sus dioses, ni sus clases dirigentes, ni su degeneración social. Pero siempre, en cada civilización documentada, existe evidencia arqueológica de un colapso económico previo a su extinción.  

Tampoco voy a caer en la falacia de la generalización para predecir el futuro. Pero si puedo aseverar que, si se busca crear un cambio radical de la forma de gobierno, el camino más viable es el económico. 

La economía de una civilización tiene esta tendencia abstracta a agruparse en mercados y aunque la oferta y demanda se puede dar fuera de un mercado, por lo general es dentro de los mercados que se aprovechan las fuerzas de la oferta y demanda. 

¿Por qué la economía se constituye en mercados como las abejas se agrupan en panales? Quizá, teóricamente, porque suponen una mayor eficiencia, especialmente entre sociedades. 

¿Es una inclinación natural del individuo el crear mercados? No lo creo. La única inclinación natural del individuo es ser eficiente. En base a su capacidad de eficiencia optará por un sistema u otro. 

Pero la realidad es que los mercados pueden no serlo –y de hecho no lo son- en un sentido económico y pasar a llamarse de otra forma y no mercados. 

Aún en la ilusión de que se genera intercambio en los mercados, y si es que alguna vez esto fue verdad; la realidad es que en la actualidad no hay intercambio en los mercados. Se han vuelto herramientas culturales de control y coacción social. 

Si es que el mercado fue en algún momento una tendencia innata del individuo para intercambiar bienes, queda claro que en la actualidad los mercados son formas consolidadas de control social y coacción cultural.

Entonces, volviendo a la pregunta de si los mercados son una tendencia natural de los individuos, considero que, naturalmente, existió una necesidad gregaria de intercambio que derivó en mercados que eventualmente degeneró en cárteles que manipulan la oferta y demanda a través de leyes arbitrarias cuyo propósito no es el mero intercambio de bienes sino la conversión del individuo en sujeto.

En cuanto a las razones detrás de tan maligna intención no puedo sino suponer que fue un error propio de la afirmación práctica de la teoría económica que se fue formando tras múltiples ensayos de convivencia social que han fracasado a lo largo de la Historia de la Humanidad. 

Pero hay que recordar un poco cómo se fueron desarrollando los intercambios para ver que esos fracasos no implican derrotas sino experimentos fallidos que se han ido perfeccionando gracias a las mismas herramientas que ha creado el individuo.  

En este sentido es interesante el artículo de Daniel Jeffries, Why Everyone Missed the Most Important Invention in the Last 500 Years? 

Desconozco si realmente ese individuo, Yuji Ijiri, haya creado el Sistema de pártida triple, pero sin duda la historia que ilustra Jeffries habla mucho sobre cómo funcionan los logros sociales en una sociedad controlada y masificada: desde las épocas prehistóricas en las que no existía un registro de intercambio, pasando por las épocas feudales en las que el señor feudal era amo y señor de todo “intercambio” hasta la partida doble con la que actualmente se contabiliza todo ingreso y egreso en nuestro sistema capitalista. 

Lo que hizo Ijiri es, sin duda, producto del avance tecnológico de la sociedad pero especialmente de la visión revolucionaria de un individuo. Y hoy, después de más de 500 años podemos ver un cambio revolucionario gracias a las ciencias computacionales. 

El sistema de triple partida es una realidad manifestada en las cryptomonedas y libera, sin lugar a dudas, en gran medida ese registro arbitrario que se daba entre el que busca crear artificialmente la oferta y demanda el hombre sujeto a las manipulaciones de los que controlan el mercado. Ijiri, propone someter al escrutinio de esa masa todo intercambio y, casi 20 años después otro individuo, Satoshi Nakamoto, lo logra mediante la creación del Bitcoin. 

¿Es el Bitcoin perfecto? Desde luego que no. Se enfrenta a problemas logísticos importantes, especialmente en lo que respecta a la escalabilidad y la eficiencia. 

El bitcoin enfrenta, el día de hoy, sus propios demonios; y también él ha derivado en mercados regidos por cárteles que controlan en mayor o menor medida los códigos. Pero en términos de mercado es, sin lugar a dudas, un avance mucho más importante que la computadora o el internet en vías de una sociedad libre.   

Los individuos están sujetos a las fuerzas de los mercados y mientras estos sean regulados mediante la intervención estatal o de cárteles, esa sujeción será coacción y sumisión. La economía está regida por mercados construidos por cárteles que han impuesto ciertas reglas arbitrarias que buscan favorecer, no al individuo, sino esos cárteles, su fin no es el intercambio sino el control del individuo para su beneficio personal. 

La creación de soluciones confiables, descentralizadas y escalables, paralelas a los mercados centralizados es fundamental para la liberación del individuo. Los avances tecnológicos se han puesto en marcha pero es deber de cada individuo comprender lo que subyace a las fuerzas del mercado y entender el verdero impulso natural del individuo en su humanidad.    

Cuando me refiero a los mercados, no sólo habló de los mercados financieros sino también de toda forma de interacción del individuo con su entorno para el intercambio de bienes, productos o relaciones. Así, el mercado laboral es mucho más importante que el financiero, pero también podríamos entender como mercado a la forma en que se regulan las relaciones civiles a diversos niveles –desde el matrimonio hasta la educación escolar.   

Los mercados surgen como una necesidad inherente a la oferta y la demanda, y no al revés. Sin embargo, el sistema actual ha logrado que sean los mercados los que establezcan la oferta y la demanda y no al revés. Las reglas que se han creado en torno a los mercados son muy diferentes dependiendo la sociedad, pero tienen en común que son controlados de forma centralizada, que esa centralización lleva a la explotación y que esa explotación conduce inevitablemente a la degradación humana. 

Si alguna vez los mercados nacieron como una necesidad inherente de intercambio, hoy sólo son una aberración de ese sentido original. Hay que recomponer el sentido de los mercados a su verdadera forma útil. ¿Cómo? La tecnología tiene la respuesta. Las ideas del creador de la triple partida y de la cadena de bloques en los intercambios son sólo un atisbo de lo que depara una verdadera sociedad libre.