El despertar

Mientras bajaba las escaleras en dirección a la salida, no podía evitar sonreír. Su mano delicada de violinista no agarraba la barandilla, más bien la rozaba con delicadeza cual caricia enamorada en cualquier andén. Al cruzar el último pasillo antes de la puerta se miró en el espejo que cubría la pared.

La imagen no era la misma que la del día anterior. Era algo nuevo.

Sus ojos estaban más abiertos, su mirada era más penetrante, su sonrisa se había transformado en algo con sentido. No era la misma de hace unos días cuando, por compromiso, tenía que reír algún chiste sin gracia de su jefe. Por primera vez en mucho tiempo, su sonrisa era un fiel reflejo a su estado de ánimo. Era como si durante muchos años, una ancla enorme lo hubiera dejado estático en una superficie en blanco y negro y ahora, después de liberarse de su atadura, no sólo veía el precioso mar azul delante de él, sino que tenía ganas incluso de bucear en búsqueda de un nuevo tesoro.

Un tesoro desconocido, un tesoro emocionante

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¿Hola qué tal? Me llamo Manu y últimamente he descubierto que me gusta sumergirme en mares de dudas en tormenta. Navegar a través de un temporal de decisiones dónde las corrientes te lleven a un lugar en el que nunca has estado tiene que ser algo bueno.

Nuevos mundos se han descubierto después de superar barreras mentales sin sentido. Hacer algo valiente, ya sea subir el Everest, sincerarte con la chica que te gusta o incluso rechazar un futuro con seguridad por ser fiel contigo mismo, es de las cosas más gratificantes como ser humano.

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