Decepciones #2

Mientras

miraba por la ventana casi con la mirada estrábica se acordaba cuando el año pasado las cosas eran muy diferentes. En su recuerdo se encontraba en un tren dirección a Edimburgo, solo que esta vez no estaba sola con su mochila como único acompañante. A su lado, leyendo un national geographic, su novio leía concentrado mientras su antebrazo rozaba el suyo, reconfortándola con el cálido contacto.

¿Qué les había pasado? ¿En qué momento los sentimientos se volvieron rutina y la pasión se volvió pereza?

25 kilómetros

más adelante y en dirección contraria, otro tren avanzaba por las vías de al lado. En su interior, Jose Luis, leía las últimas páginas de un libro al que le tenía especial cariño. Hacía once meses, el día de su cumpleaños había encontrado un paquete en la mesa de la cocina con una nota que decía:

Felicidades amor, dejé café hecho antes de irme al trabajo, te quiero.

En ese momento nunca se habría imaginado que cinco semanas más tarde y casi sin darse cuenta, las miradas cómplices con la bibliotecaria de su facultad se iban a convertir en casi una obsesión, se iban a convertir en el detonante de la ruptura.

No dejaba de preguntarse si había hecho lo correcto. ¿Quizás la atracción que sentía por otra persona no era motivo suficiente para acabar con su relación? ¿Acaso no era la infidelidad mental la peor de las infidelidades?

Ambos

trenes estaban a punto de cruzarse en el espacio y en el tiempo y aunque nuestros protagonistas no se conocían, cuando los trenes los situaron a escasos dos metros de distancia, un escalofrío los recorrió. Un escalofrío que los empujó contra el respaldo de sus asientos, mientras sus manos, deseosas, se posaban en la ventana buscándose la una a la otra a través de una línea imaginaria de sentimiento.

Y sin embargo, nunca se tocarían...

Fuente gif 1
Fuente gif 2
Fuente imagen